También italianos, franceses, suecos y belgas resisten el euro

A inicios de diciembre, los alemanes del norte usaban nuevamente marcos. Ahora, en Italia reaparecen las liras para competir con el euro, cuyos efectos han sido inflacionarios en 2002. Lo mismo percibe la gente en Francia, Bélgica y Suecia.

8 enero, 2003

El primer síntoma apareció en algunos pueblos de Schleswig-Holstein, el estado más septentrional de Alemania, cuyos comerciantes notaron que la gente disponía de Deutsche marks (DM) y empezaron a aceptarlos, con lo cual aumentaron las ventas. Luego se supo que, en la mayor economía de la Unión Europea, quedan unos € 8.800 millones en billetes y monedas DM.

A fin de año, les tocó el turno a Lombardía, Piamonte y Liguria, o sea el centro norte y el noroeste de Italia. En los alrededores de Milán, capital económica de la península, hosterías, comercios, estaciones de servicio, etc., han empezado a aceptar liras. ¿Por qué? Por lo mismo que en el norte germano: mucha gente ha conservado cantidades importantes de billetes y metálico en la antigua moneda.

Similares síntomas se han observado en Liguria, provincia costera que rodea a Génova. Ya en dirección de Francia y al oeste de Turín, varios pueblos piamonteses también retornan a la lira en las transacciones cotidianas. La Banca d’Italia (central) se niega a revelar a cuánto asciende la masa de liras supérstite. Algunos medios sospechan que trata de enfriar el tema a pedido de la Banque de France (el central galo), dado que la región francesa donde se atesora la vieja moneda se halla, precisamente, cruzando la frontera italiana. Mucho más arriba en el mapa, surgen síntomas de “contagio” en Götland, área sueca vecina de Dinamarca.

El trasfondo es claro: 69% de belgas, 72% de alemanes, 81% de italiano y 73% de franceses creen que el euro ha inflado precios entre 4 y 18%. También se quejan los españoles (89%) y los holandeses (90%). Tangencialmente, en Italia los medios han inventado una polémica vacua: ¿monedas o billetes para valores inferiores a cinco euros? Como se sabe, hasta dos euros, circula metálico. Pero, en la península, el propio deterioro de la lira había eliminado las monedas hace años y la gente se desacostumbró.

El primer síntoma apareció en algunos pueblos de Schleswig-Holstein, el estado más septentrional de Alemania, cuyos comerciantes notaron que la gente disponía de Deutsche marks (DM) y empezaron a aceptarlos, con lo cual aumentaron las ventas. Luego se supo que, en la mayor economía de la Unión Europea, quedan unos € 8.800 millones en billetes y monedas DM.

A fin de año, les tocó el turno a Lombardía, Piamonte y Liguria, o sea el centro norte y el noroeste de Italia. En los alrededores de Milán, capital económica de la península, hosterías, comercios, estaciones de servicio, etc., han empezado a aceptar liras. ¿Por qué? Por lo mismo que en el norte germano: mucha gente ha conservado cantidades importantes de billetes y metálico en la antigua moneda.

Similares síntomas se han observado en Liguria, provincia costera que rodea a Génova. Ya en dirección de Francia y al oeste de Turín, varios pueblos piamonteses también retornan a la lira en las transacciones cotidianas. La Banca d’Italia (central) se niega a revelar a cuánto asciende la masa de liras supérstite. Algunos medios sospechan que trata de enfriar el tema a pedido de la Banque de France (el central galo), dado que la región francesa donde se atesora la vieja moneda se halla, precisamente, cruzando la frontera italiana. Mucho más arriba en el mapa, surgen síntomas de “contagio” en Götland, área sueca vecina de Dinamarca.

El trasfondo es claro: 69% de belgas, 72% de alemanes, 81% de italiano y 73% de franceses creen que el euro ha inflado precios entre 4 y 18%. También se quejan los españoles (89%) y los holandeses (90%). Tangencialmente, en Italia los medios han inventado una polémica vacua: ¿monedas o billetes para valores inferiores a cinco euros? Como se sabe, hasta dos euros, circula metálico. Pero, en la península, el propio deterioro de la lira había eliminado las monedas hace años y la gente se desacostumbró.

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