Suiza: tras la tormenta financiera, el asedio al secreto bancario

Días atrás, un tribunal federal de Florida acusó a Raoul Weil, director mundial de Union des Banques Suisses, por asistir a 20.000 clientes norteamericanos a evadir impuestos en Estados Unidos. No era el primer procesado en la causa.

19 noviembre, 2008

Merced al secreto bancario, las cuentas anónimas y los instrumentos derivativos, UBS fomentaba el lavado de fondos no declarados a la autoridad tributaria norteamericana (IRS). Ya en junio, el mismo juez hizo arrestar a Bradley Birkenfeld, otro operador de UBS. Su caso apostyar un rasgo si se quiere pintoresco: contrabando de diamantes en tubos de dentífrico.

Ambos proceso salpican a principal gestor mundial de patrimonios, cuya “cartera opaca” obtuvo réditos por US$ 2.700 millones en 2007. Ante tibias explicaciones del director financiero, Mark Branson, varios legisladores reaccionaron con escepticismo en Washington. Por si las moscas, sus abogado persuadieron a Alain Conte (número dos en Ginebra) de no pasar su próximas vacaciones en Maniatan: los banqueros suizos han dejado de ser intocables. Aun en su país.

La otrora respetable Confederación Helvética ha visto a su banca depreciar o liquidar activos por más de US$ 40.000 millones. El presidente de UBS, Marcel Ospel, vive recluido en su rumbosa villa de Schwytz, cantón fundacional. Entretanto, Crédit Suisse revelaba haber colocado en derivados más de treinta dólares por cada uno de sostén.

En otras palabras, las operaciones vía fondos de cobertura les han costado prestigio y quebrantos a los bancos hélvetas y pueden acabar con las cuentas numeradas. O exportarlas a Liechtenstein, “off shore” satélite de Suiza.

Merced al secreto bancario, las cuentas anónimas y los instrumentos derivativos, UBS fomentaba el lavado de fondos no declarados a la autoridad tributaria norteamericana (IRS). Ya en junio, el mismo juez hizo arrestar a Bradley Birkenfeld, otro operador de UBS. Su caso apostyar un rasgo si se quiere pintoresco: contrabando de diamantes en tubos de dentífrico.

Ambos proceso salpican a principal gestor mundial de patrimonios, cuya “cartera opaca” obtuvo réditos por US$ 2.700 millones en 2007. Ante tibias explicaciones del director financiero, Mark Branson, varios legisladores reaccionaron con escepticismo en Washington. Por si las moscas, sus abogado persuadieron a Alain Conte (número dos en Ginebra) de no pasar su próximas vacaciones en Maniatan: los banqueros suizos han dejado de ser intocables. Aun en su país.

La otrora respetable Confederación Helvética ha visto a su banca depreciar o liquidar activos por más de US$ 40.000 millones. El presidente de UBS, Marcel Ospel, vive recluido en su rumbosa villa de Schwytz, cantón fundacional. Entretanto, Crédit Suisse revelaba haber colocado en derivados más de treinta dólares por cada uno de sostén.

En otras palabras, las operaciones vía fondos de cobertura les han costado prestigio y quebrantos a los bancos hélvetas y pueden acabar con las cuentas numeradas. O exportarlas a Liechtenstein, “off shore” satélite de Suiza.

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