Stock persiste, pero el riesgo soberano baja hacia 410 puntos

Pese al pesimismo exhibido por un analista de Moody’s, este fin de semana JP Morgan Chase redujo a 418 puntos el riesgo. El mercado apunta a 409/10. Entretanto, un devaluado Nicola Stock todavía presiona.

11 julio, 2005

Días atrás, la banca de inversión JP Morgan presumía que el riego soberano argentino cedería de 426 a 418 puntos, con 409 para Brasil. Otras fuentes (¿Standard & Poor’s?) anticipaban 410, debido a la evolución que muestras los bonos emitidos tras el canje de deuda.

El sábado se supo, a la sazón, que Chile se mantiene al frente (63 puntos, que otros calificadores estiman demasiado bajo), seguido de Méjico (164), Uruguay (un 395 que no refleja la economía real) y el 409 brasileño, indiferente a una crisis política bastante magnificada por los medios en el Mercosur. Igual sucede, de paso, con el conventillo electoral argentino, exagerado por medios conservadores.

Por supuesto, el indicador de la consultora local Ecolatina, que mezcla títulos en pesos y dólares, queda en “sólo” 4040. Pero esa firma está muy vincuklada con Roberto Lavagna. Mientras tanto, trascendía en Montevideo que –cera del ministro- algunos técnicos barajaban la posibilidad de emitir deuda en euros. Pero eso exige consultar con el Banco Central Europeo y, tal vez, el Fondo Monetario Internacional (cuya alta burocracia no le tiene simpatía a esa moneda).

Sea como fuere, Buenos Aires busca pagar menos de 5,5% (tasa de corte marcada la semana anterior) por la colocación de mil millones en boden 2014 que hace este lunes. Para dentro de unos 75 días, se prevé lanzar valores en el exterior, tras cuatro años de ausencia en el mercado internacional de deuda voluntario.

Este tipo de intenciones explica la reaparición, en medios o espacios afines a los fondos buitres, del financista suizo Nicola Stock. Esgrimiendo los “intereses de 250,000 poseedores de bonos viejos” (nunca explica bien de dónde saca sus cifras), el manager de un comité fantasma salió a protestar.

Al margen de su número, esos bonistas se autoexcluyeron por consejo de Stock, Hans Humes, Charles Dallara y varios abogados, con esperanzas de hacer valer su postura en los tribunales. Esta vía ha fracasado en Italia, Alemania y Estados Unidos. Los únicos que sacaron ventaja han sido algunos estudios jurídicos expertos en esas lideres. “Lo mejor que podrían hacer esos inversores es aguardar una nueva oferta de Argentina y aceptarla. Pero no será mejor que la desechada por ellos, pues los bonos de ese país están subiendo”. Así cree gente de Goldman Sachs en Nueva York.

Por de pronto, la “coalición Stock” se ha dispersados Además, nunca encarnó esos 250.000 pequeños bonistas, que –decía- represenban US$ 7.500 millones sobre los 19.400 millones fuera de la restructuración. Quienes sostienen a Stock son, en realidad, fondos buitres que compraron papeles argentinos a precio vil, luego de declararse el cese unilateral de pagos (quizás impulsado por ciertos operadores cercanos a un efímero gobierno), y quieren hacer diferencia.

Ahora bien, esos US$ 7.500 millones se vinculan a un fondo de cobertura (Elliott Associates) y un especulador (Kenneth Dart). Ambos habían hecho pingües diferencias en ocasiones anteriores, instrumentando demandas para “mejorar” restructuraciones. El caso de Perù, en los 90, fue típico y ahí nació el calificativo “buitres”. Ahora, el fracaso jurídico ante Argentina indica que –pese al apoyo poco disimulado del FMI y funcionarios del G-7- ya no es fácil depredar deudores soberanos.

Pero a esa constelación financiera le quedarán esperanzas mientras el actual gobierno no logre desechar la politiquería cotidiana –asumida por un entorno provinciano- para ocuparse de la economía real, o sea consumo y exportaciones. De lo contrario, recaudación tributaria y superávit primario –o sea, capacidad de repago de deuda externa- no mantendrán sus excelentes niveles actuales.

Días atrás, la banca de inversión JP Morgan presumía que el riego soberano argentino cedería de 426 a 418 puntos, con 409 para Brasil. Otras fuentes (¿Standard & Poor’s?) anticipaban 410, debido a la evolución que muestras los bonos emitidos tras el canje de deuda.

El sábado se supo, a la sazón, que Chile se mantiene al frente (63 puntos, que otros calificadores estiman demasiado bajo), seguido de Méjico (164), Uruguay (un 395 que no refleja la economía real) y el 409 brasileño, indiferente a una crisis política bastante magnificada por los medios en el Mercosur. Igual sucede, de paso, con el conventillo electoral argentino, exagerado por medios conservadores.

Por supuesto, el indicador de la consultora local Ecolatina, que mezcla títulos en pesos y dólares, queda en “sólo” 4040. Pero esa firma está muy vincuklada con Roberto Lavagna. Mientras tanto, trascendía en Montevideo que –cera del ministro- algunos técnicos barajaban la posibilidad de emitir deuda en euros. Pero eso exige consultar con el Banco Central Europeo y, tal vez, el Fondo Monetario Internacional (cuya alta burocracia no le tiene simpatía a esa moneda).

Sea como fuere, Buenos Aires busca pagar menos de 5,5% (tasa de corte marcada la semana anterior) por la colocación de mil millones en boden 2014 que hace este lunes. Para dentro de unos 75 días, se prevé lanzar valores en el exterior, tras cuatro años de ausencia en el mercado internacional de deuda voluntario.

Este tipo de intenciones explica la reaparición, en medios o espacios afines a los fondos buitres, del financista suizo Nicola Stock. Esgrimiendo los “intereses de 250,000 poseedores de bonos viejos” (nunca explica bien de dónde saca sus cifras), el manager de un comité fantasma salió a protestar.

Al margen de su número, esos bonistas se autoexcluyeron por consejo de Stock, Hans Humes, Charles Dallara y varios abogados, con esperanzas de hacer valer su postura en los tribunales. Esta vía ha fracasado en Italia, Alemania y Estados Unidos. Los únicos que sacaron ventaja han sido algunos estudios jurídicos expertos en esas lideres. “Lo mejor que podrían hacer esos inversores es aguardar una nueva oferta de Argentina y aceptarla. Pero no será mejor que la desechada por ellos, pues los bonos de ese país están subiendo”. Así cree gente de Goldman Sachs en Nueva York.

Por de pronto, la “coalición Stock” se ha dispersados Además, nunca encarnó esos 250.000 pequeños bonistas, que –decía- represenban US$ 7.500 millones sobre los 19.400 millones fuera de la restructuración. Quienes sostienen a Stock son, en realidad, fondos buitres que compraron papeles argentinos a precio vil, luego de declararse el cese unilateral de pagos (quizás impulsado por ciertos operadores cercanos a un efímero gobierno), y quieren hacer diferencia.

Ahora bien, esos US$ 7.500 millones se vinculan a un fondo de cobertura (Elliott Associates) y un especulador (Kenneth Dart). Ambos habían hecho pingües diferencias en ocasiones anteriores, instrumentando demandas para “mejorar” restructuraciones. El caso de Perù, en los 90, fue típico y ahí nació el calificativo “buitres”. Ahora, el fracaso jurídico ante Argentina indica que –pese al apoyo poco disimulado del FMI y funcionarios del G-7- ya no es fácil depredar deudores soberanos.

Pero a esa constelación financiera le quedarán esperanzas mientras el actual gobierno no logre desechar la politiquería cotidiana –asumida por un entorno provinciano- para ocuparse de la economía real, o sea consumo y exportaciones. De lo contrario, recaudación tributaria y superávit primario –o sea, capacidad de repago de deuda externa- no mantendrán sus excelentes niveles actuales.

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