Standard & Poors mejora calificación argentina de B- a B

Si bien el país sigue expuesto a incumplimientos, se aleja del grado SD (cese selectivo de pagos), que entraba en categoría chatarra. La agencia subrayó la solidez externa y fiscal. Suben posibilidades de emitir deuda en la plaza voluntaria.

24 marzo, 2006

Por ahora, la mejora proviene de la principal calificadora de riesgo soberano. Su decisión deja en el aire una campaña lanzada días por la fundación Heritage, una usina muy ligada a intereses privados, vía medios conservadores en el Río de la Plata. Algunos analistas independientes estiman que Moody’s, la segunda agencia, hará lo mismo en un plazo razonable. En cuanto a Fitch, suele consultar antes a los fondos especulativos, entre ellos los “buitres”.

Tanto esta recalificación como la anterior derivan directamente del canje timoneado y puesto en marcha por Roberto Lavagna. Fue el mayor éxito financiero argentino, que el equipo político del gobierno no ha podido atribuirse (ni siquiera trató de hacerlo).

Standard & Poor’s también mejoró de C a B la nota para la deuda de corto plazo y de B- a B la deuda del Banco Hipotecario. En resumen, las perspectivas financieras del gobierno federal son estables, como adelantaba el informe semanal de Arpenta, operador de mercado abierto, a los clientes.

En el contexto regional, existe notable disparidad de calificaciones. Por un lado, Chile está a la cabeza con A. Uruguay y Argentina comparten la nota B. Más atrás, Brasil y Perú son BB, Méjico tiene BBB y Venezuela BB-. Tanto este nivel (poco creíble para un exportador petrolero) como el AA de Estados Unidos –la economía más endeudada del planeta, con un déficit fiscal gigantesco- parecen tener visos políticos.

La actitud de Moody’s y Fitch no es clara. Por un lado, Wall Street cree que la primera acompañará a S&P tarde o temprano. Por el otro, algunos medios -los mismos que difunden indicadores de Heritage- sostienen que ninguna de ambas agencias ve razones suficientes para volver a elevar la nota de Argentina.

Por ahora, la mejora proviene de la principal calificadora de riesgo soberano. Su decisión deja en el aire una campaña lanzada días por la fundación Heritage, una usina muy ligada a intereses privados, vía medios conservadores en el Río de la Plata. Algunos analistas independientes estiman que Moody’s, la segunda agencia, hará lo mismo en un plazo razonable. En cuanto a Fitch, suele consultar antes a los fondos especulativos, entre ellos los “buitres”.

Tanto esta recalificación como la anterior derivan directamente del canje timoneado y puesto en marcha por Roberto Lavagna. Fue el mayor éxito financiero argentino, que el equipo político del gobierno no ha podido atribuirse (ni siquiera trató de hacerlo).

Standard & Poor’s también mejoró de C a B la nota para la deuda de corto plazo y de B- a B la deuda del Banco Hipotecario. En resumen, las perspectivas financieras del gobierno federal son estables, como adelantaba el informe semanal de Arpenta, operador de mercado abierto, a los clientes.

En el contexto regional, existe notable disparidad de calificaciones. Por un lado, Chile está a la cabeza con A. Uruguay y Argentina comparten la nota B. Más atrás, Brasil y Perú son BB, Méjico tiene BBB y Venezuela BB-. Tanto este nivel (poco creíble para un exportador petrolero) como el AA de Estados Unidos –la economía más endeudada del planeta, con un déficit fiscal gigantesco- parecen tener visos políticos.

La actitud de Moody’s y Fitch no es clara. Por un lado, Wall Street cree que la primera acompañará a S&P tarde o temprano. Por el otro, algunos medios -los mismos que difunden indicadores de Heritage- sostienen que ninguna de ambas agencias ve razones suficientes para volver a elevar la nota de Argentina.

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