Se normaliza el riesgo soberano y limitan capitales especulativos

Imitando una medida chilena de los ´90 –elogiada por los mismos que critican la versión local-, se restringen flujos cortoplacistas. Mientras, Economist adelanta que JP Morgan Chase reducirá el riesgo soberano de 6.100 a 490 puntos.

10 junio, 2005

La “unidad de inteligencia” de una revista usualmente hostil a la Argentina –aunque no llegara a hacer compaña contra el canje, como Financial Times– dio por hecha la vuelta de la Argentina a los mercados voluntarios de crédito. Aunque, claro, esos presumibles 490 puntos igualan al país con Brasil, no justamente un enfant gatê para inversores internacionales.

Por supuesto, otras fuentes no coinciden con Economist. Por ejemplo, la agencia especializada Bloomberg’s vaticina un descenso de 5.950 a 550 puntos. A su vez, medios europeos esperan una baja de esa misma cota a poco más de 500. En otras palabras, JP Morgan Chase –si se confirma el anticipo del semanario inglés- es la entidad más optimista.

Ninguno de esos pronósticos tiene en cuenta las restricciones sobre capitales especulativos, objeto de diatribas entre gurúes locales y de una maniobra bursátil, armada por unos pocos operadores grandes. En efecto, el indicador líder cedió 2,6% este jueves. Un coro de adeptos –otrora admiradores del modelo chileno- lo atribuyó a las limitaciones a capitales golondrinas. Pero pasaron por alto un detalle: la “normalización” del riesgo soberano-.

Por su parte, la Economist’s intelligence unit no se privó de su inevitable sermón ortodoxo. Así, tras señalar que el cese selectivo de pagos (está en boga decirle default) es cuestión superada, recomienda “llegar a acuerdo con el Fondo Monetario y tener presente los US$19.400 millones en manos de bonistas autoexcluidos de la restructuración”.

Amén de restringir el flujo de capitales especulativos, que suelen incluir lavado de fondos y preocupan –sea cual fuere el país- a los gobiernos de economías centrales, el Ministerio de Economía inmovilizará 30% de los dineros que ingresen, para prevenir maniobras cambiarias. Este factor explica que, en un par de días, se haya reactivado la plaza extraterritorial de Montevideo, junto con los turbios e intocables estudios que arman sociedades prêt à porter.

Un decreto, en vigencia desde el viernes 10, define ese 30%. El propio Roberto Lavagna señalaba, al respecto, que “cuando surgen noticias o indicadores positivos, los capitales golondrinas tienden a crear burbujas bursátiles e intentan repreciar la moneda local”. De paso, se proyecta una plaza a término, donde los bancos Central y Nación comprarían para inmovilizar la cotización del dólar, de ser necesario.

Naturalmente, los portavoces del mercado no aprueban este tipo de mecanismos. Uno de ellos, Daniel Marx, dijo a un medio local: “La propia globalización restará eficacia a estas medidas. Por eso el jueves cayó la bolsa”. Es decir, el ex funcionario toma por buena una simple maniobra especulativa. Pero el Gobierno, por su parte, imagina que basta con aplicar restrcciones a “no residentes”. En primer lugar, existen más de US$130.000 millones -no siempre limpios- en poder de residentes argentinos. En segundo término, cabe esperar una ola de “nuevos residentes virtuales” inundando el microcentro.

La “unidad de inteligencia” de una revista usualmente hostil a la Argentina –aunque no llegara a hacer compaña contra el canje, como Financial Times– dio por hecha la vuelta de la Argentina a los mercados voluntarios de crédito. Aunque, claro, esos presumibles 490 puntos igualan al país con Brasil, no justamente un enfant gatê para inversores internacionales.

Por supuesto, otras fuentes no coinciden con Economist. Por ejemplo, la agencia especializada Bloomberg’s vaticina un descenso de 5.950 a 550 puntos. A su vez, medios europeos esperan una baja de esa misma cota a poco más de 500. En otras palabras, JP Morgan Chase –si se confirma el anticipo del semanario inglés- es la entidad más optimista.

Ninguno de esos pronósticos tiene en cuenta las restricciones sobre capitales especulativos, objeto de diatribas entre gurúes locales y de una maniobra bursátil, armada por unos pocos operadores grandes. En efecto, el indicador líder cedió 2,6% este jueves. Un coro de adeptos –otrora admiradores del modelo chileno- lo atribuyó a las limitaciones a capitales golondrinas. Pero pasaron por alto un detalle: la “normalización” del riesgo soberano-.

Por su parte, la Economist’s intelligence unit no se privó de su inevitable sermón ortodoxo. Así, tras señalar que el cese selectivo de pagos (está en boga decirle default) es cuestión superada, recomienda “llegar a acuerdo con el Fondo Monetario y tener presente los US$19.400 millones en manos de bonistas autoexcluidos de la restructuración”.

Amén de restringir el flujo de capitales especulativos, que suelen incluir lavado de fondos y preocupan –sea cual fuere el país- a los gobiernos de economías centrales, el Ministerio de Economía inmovilizará 30% de los dineros que ingresen, para prevenir maniobras cambiarias. Este factor explica que, en un par de días, se haya reactivado la plaza extraterritorial de Montevideo, junto con los turbios e intocables estudios que arman sociedades prêt à porter.

Un decreto, en vigencia desde el viernes 10, define ese 30%. El propio Roberto Lavagna señalaba, al respecto, que “cuando surgen noticias o indicadores positivos, los capitales golondrinas tienden a crear burbujas bursátiles e intentan repreciar la moneda local”. De paso, se proyecta una plaza a término, donde los bancos Central y Nación comprarían para inmovilizar la cotización del dólar, de ser necesario.

Naturalmente, los portavoces del mercado no aprueban este tipo de mecanismos. Uno de ellos, Daniel Marx, dijo a un medio local: “La propia globalización restará eficacia a estas medidas. Por eso el jueves cayó la bolsa”. Es decir, el ex funcionario toma por buena una simple maniobra especulativa. Pero el Gobierno, por su parte, imagina que basta con aplicar restrcciones a “no residentes”. En primer lugar, existen más de US$130.000 millones -no siempre limpios- en poder de residentes argentinos. En segundo término, cabe esperar una ola de “nuevos residentes virtuales” inundando el microcentro.

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