Sarkozy la emprende contra su compatriota del BCE, Trichet

El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, intenta meterse con la autonomía del Banco central europeo, es decir el dominio de otro galo, Jean-Claude Trichet. El adalid monetarista apela a todos sus contactos para frenar al mandatario.

26 julio, 2007

En 2003, el antecesor de Sarkozy, Jacques Chirac, hizo desprocesar a Trichet. Este veterano financista estaba involucrado desde 1993 en uno de los peores escándalos financieros del país, el del Crédit Lyonnais.

En aquel momento, Sarkozy fue uno de los pocos dirigentes del oficialismo que se opuso a esa medida, cuyo único objeto era que un francés pudiese llegar al timón del BCE. Esta entidad (funciona en Fráncfort), criticada en el parlamento europeo (Estrasburgo) por su falta de pragmatismo, estaba y está manejada por una burocracia técnica alemana, proveniente del Bundesbank, su vecino.

Trichet tiene un mandato de ocho años y está por llegar a la mitad. En los papeles, maneja la política monetaria en la Eurozona, los trece adherentes a la moneda común. Sarkozy recién inicia los diez años de su tenida, dispuesto a enfrentar al BCE y sus fijaciones antinflacionarias, similares a las de la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra.

Uno de los argumentos esgrimidos por Trichet es que, bajo su gestión, el producto bruto regional ha pasado de 1 a 2,7% anual. Por su parte, el índice de precios minoristas osciló entre +1,75% anual (mediados de 2003) a 2,6% (principios de 2005) y el actual 1,8% anual. Medida por ese parámetro, la tasa de inflación se alejó pocas veces del objetivo (2% anual) marcado por los acuerdos de Maastricht en los años 90.

Al revés, los déficit fiscales en la mayoría de la Eurozona distan del 2% exigido por el BCE. Naturalmente, eso se debe a que los presupuestos siguen manejados por los gobiernos, no por el banco. Sin ir más lejos, Francia, Alemania e Italia –las tres economías mayores del área- no prestan mucha atención a Trichet ni a sus gladiadores locales.

En la letra, la autonomía política del BCE supera a la de la RF e iguala a la del BdeI. También en los papeles, Alemania respalda al banco en sus enfrentamientos con Francia. Pero Sarkozy empieza a operar sobre los socios de la Unión Europea que aún no pueden adoptar el euro como moneda única, en particular Hungría, Polonia, Chequia y Rumania. Paradójicamente, el semicongelamiento del nuevo tratado constitucional favorece maniobras en desmedro del BCE.

En 2003, el antecesor de Sarkozy, Jacques Chirac, hizo desprocesar a Trichet. Este veterano financista estaba involucrado desde 1993 en uno de los peores escándalos financieros del país, el del Crédit Lyonnais.

En aquel momento, Sarkozy fue uno de los pocos dirigentes del oficialismo que se opuso a esa medida, cuyo único objeto era que un francés pudiese llegar al timón del BCE. Esta entidad (funciona en Fráncfort), criticada en el parlamento europeo (Estrasburgo) por su falta de pragmatismo, estaba y está manejada por una burocracia técnica alemana, proveniente del Bundesbank, su vecino.

Trichet tiene un mandato de ocho años y está por llegar a la mitad. En los papeles, maneja la política monetaria en la Eurozona, los trece adherentes a la moneda común. Sarkozy recién inicia los diez años de su tenida, dispuesto a enfrentar al BCE y sus fijaciones antinflacionarias, similares a las de la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra.

Uno de los argumentos esgrimidos por Trichet es que, bajo su gestión, el producto bruto regional ha pasado de 1 a 2,7% anual. Por su parte, el índice de precios minoristas osciló entre +1,75% anual (mediados de 2003) a 2,6% (principios de 2005) y el actual 1,8% anual. Medida por ese parámetro, la tasa de inflación se alejó pocas veces del objetivo (2% anual) marcado por los acuerdos de Maastricht en los años 90.

Al revés, los déficit fiscales en la mayoría de la Eurozona distan del 2% exigido por el BCE. Naturalmente, eso se debe a que los presupuestos siguen manejados por los gobiernos, no por el banco. Sin ir más lejos, Francia, Alemania e Italia –las tres economías mayores del área- no prestan mucha atención a Trichet ni a sus gladiadores locales.

En la letra, la autonomía política del BCE supera a la de la RF e iguala a la del BdeI. También en los papeles, Alemania respalda al banco en sus enfrentamientos con Francia. Pero Sarkozy empieza a operar sobre los socios de la Unión Europea que aún no pueden adoptar el euro como moneda única, en particular Hungría, Polonia, Chequia y Rumania. Paradójicamente, el semicongelamiento del nuevo tratado constitucional favorece maniobras en desmedro del BCE.

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