Salvatajes de apuro que secan el mercado de capitales
¿Calmar a Wall Street debe ser objetivo supremo de cualquier política monetaria? La ola de rescates a firmas de valores, bancas de inversión o aseguradoras indica, por el contrario, que la plaza financiera occidental se congela.
17 septiembre, 2008
Esta semanas, los mercado occidentales de financiamiento se paralizaron en dos ocasiones: la bancarrota de Lehman Brothers (US$ 613.000 millones) y la estatización de American International Group. Los US$ 85.000 millones derramados por la Reserva Federal y hacienda frenaron –por ahora- lo que pudo ser la mayor quiebra histórica, inclusive superior a la de LB.
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<p> Mientras ambas situaciones se descontrolaban, los problemas generales para obtener crédito llegaron a niveles inéditos desde que –hace más de un año- estallaron las crisis de malas hipotecas e iliquidez. Los tipos de interés cortos alcanzaron hasta 7% anual en dólares para 24 horas, tomando a <em>London Interbank Offered Rate</em> (Libor) el martes 16. Eso para entidades como JP Morgan Chase o Bank of America, que no pagaban más de 3% el lunes 15. </p>
<p> Fue el mayor salto diario en la historia de la Libor. Como las tasas a mayores plazos acompañaron la tendencia, se encarecían miles de millones en hipotecas y una amplia gama de operaciones en todo Occidente. Por las dudas, varios bancos hicieron algo poco usual: negar problemas de liquidez. Pero, por ejemplo, a Union des Banques Suisses no le creyeron y su acción cayó 17% en Zürich, el martes 16. </p>
<p> Esos síntomas hicieron que, a criterio de la Reserva Federal, fuese inevitable la estatización de American Internationl Group. La compañía es una de las principales operadoras en un mercado de US$ 62 billones, el de seguros contra ceses de pagos que usan bancos y otras entidades. Un derrumbe de AIG sería, pues, varias veces más oneroso que el de Lehman Brothers (al menos para los mercados financieros). </p>
<p> Algunos economistas sistémicos temen que, tarde o temprano, haya un desastre tipo AIG y lo más sensato sería dejar que Wall Street fuese víctima de sus malas apuestas. Como en 1929/32. </p>