Real, afectado por la deuda externa. Peso, sostenido

El dólar sigue alto en Argentina por problemas en Brasil. Éste pagaba el jueves la divisa a R 3,21 –ayer cedió a 3,18- por factores políticos y económicos. Más la necesidad de refinanciar deuda externa por unos US$ 60.000 millones.

24 mayo, 2004

La plaza cambiaria paulista sigue volátil. En este momento, la diferencia entre ambas cotizaciones (+7,1% en Argentina, -6,6% en Brasil) genera dudas sobre su impacto en la competencia comercial.
Parte del problema hace a la política monetaria. En general, bancos y operadores no acaban de asimilar la inesperada decisión del Banco Central, que dejó en 16% anual la tasa referencial de corto plazo. Un nivel relativamente tan alto compromete la ya lenta reactivación de la economía física y pone a Luiz Inácio (Lula) de Silva a merced de los monetaristas que manejan el BC.

Este factor y el ejemplo de India –donde la derecha patriotera se combinó con el negocio bursátil en un “golpe de mercado” que liquidó a Sonia Gandhi- hacen que la especulación paulista pida ya un dólar a R 3,50. Las presiones recuerdan las sucesivas campañas de gurúes menemistas, cavallistas y conservadores (2002-3) que anunciaban un dólar a cuatro o cinco pesos.

Ahora, Ecolatina -una consultora cofundada por Roberto Lavagna- sostiene que la inestabilidad monetaria brasileña se acelera porque el país afronta las renegociación de pasivos externos públicos superiores a US$ 60.000 millones. En realidad, la cifra no es tan alarmante, si se recuerda que la deuda externa argentina –una economía bastante más chica- con acreedores privados orilla los 85.000 millones.

Por supuesto, el emisor argentino sigue de cerca los vaivenes cambiarios, que también inquietan en Montevideo (donde la paridad cruzada llegó a R 3,32 por dólar y bajaba a 3,04). De todas maneras, según un índice basado en precios implícitos, que compila el Fondo Monetario, todavía el jueves la brecha entre las paridades en Buenos Aires y San Pablo no pasaba de 1,3%.

Mientras tanto, Argentina registraba en abril $ 1.676 millones –aproximadamente US$ 577.500.000- de superávit fiscal primario. Eso significa en el cuadrimestre un acumulado de $ 5.660 millones (unos US$ 1.965 millones). Por otra parte, los recortes de gastos durante abril ($ 990 millones, US$ 341,4 millones) supera el tope pactado con el FMI. Los datos de ese mes y el lapso enero-abril ponen en buena posición al país respecto de la tercera revisión de metas, que se hace en junio.

La plaza cambiaria paulista sigue volátil. En este momento, la diferencia entre ambas cotizaciones (+7,1% en Argentina, -6,6% en Brasil) genera dudas sobre su impacto en la competencia comercial.
Parte del problema hace a la política monetaria. En general, bancos y operadores no acaban de asimilar la inesperada decisión del Banco Central, que dejó en 16% anual la tasa referencial de corto plazo. Un nivel relativamente tan alto compromete la ya lenta reactivación de la economía física y pone a Luiz Inácio (Lula) de Silva a merced de los monetaristas que manejan el BC.

Este factor y el ejemplo de India –donde la derecha patriotera se combinó con el negocio bursátil en un “golpe de mercado” que liquidó a Sonia Gandhi- hacen que la especulación paulista pida ya un dólar a R 3,50. Las presiones recuerdan las sucesivas campañas de gurúes menemistas, cavallistas y conservadores (2002-3) que anunciaban un dólar a cuatro o cinco pesos.

Ahora, Ecolatina -una consultora cofundada por Roberto Lavagna- sostiene que la inestabilidad monetaria brasileña se acelera porque el país afronta las renegociación de pasivos externos públicos superiores a US$ 60.000 millones. En realidad, la cifra no es tan alarmante, si se recuerda que la deuda externa argentina –una economía bastante más chica- con acreedores privados orilla los 85.000 millones.

Por supuesto, el emisor argentino sigue de cerca los vaivenes cambiarios, que también inquietan en Montevideo (donde la paridad cruzada llegó a R 3,32 por dólar y bajaba a 3,04). De todas maneras, según un índice basado en precios implícitos, que compila el Fondo Monetario, todavía el jueves la brecha entre las paridades en Buenos Aires y San Pablo no pasaba de 1,3%.

Mientras tanto, Argentina registraba en abril $ 1.676 millones –aproximadamente US$ 577.500.000- de superávit fiscal primario. Eso significa en el cuadrimestre un acumulado de $ 5.660 millones (unos US$ 1.965 millones). Por otra parte, los recortes de gastos durante abril ($ 990 millones, US$ 341,4 millones) supera el tope pactado con el FMI. Los datos de ese mes y el lapso enero-abril ponen en buena posición al país respecto de la tercera revisión de metas, que se hace en junio.

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