Pese a todo, a Wall Street le interesan bancos japoneses

En Tokio, los incobrables castigan carteras y la bolsa anda a los tumbos. Entretanto, una guerra amenaza a la economía global. Pero la banca de inversión estadounidense “exporta” miles de millones rumbo a entidades japonesas.

21 marzo, 2003

Hace ya varias semanas, en efecto, Goldman Sachs anunció que compraría cerca de US$ 1.300 millones en acciones preferenciales emitidas por SMFG, el segundo banco del Sol Naciente. Tiempo después, Merrill Lynch aportaba US$ 1.005 millones en un emprendimiento conjunto con UFJ, cuarta entidad financiera del mismo país, con el objeto de limpiar malas carteras.

No fueron los únicos. El tercer banco nipón, MTFG, eligió hace poco a Morgan Stanley Dean Witter para timonear una emisión de acciones ordinarias por alrededor de US$ 3.050 millones. Para no quedarse atrás, el líder Mizuho contrató a Merrill Lynch para gestionar el tramo internacional en una emisión por US$ 9.220 millones en acciones preferidas. Sólo que la operación fue abortada hace una semana por falta de demanda… en Japón.

Ahora bien ¿por qué las firmas de valores e inversión norteamericanas se expondrían financieramente y arriesgarían sus reputaciones vinculándose a los bancos con mayores problemas en el mundo? (bueno, ahora los alemanes parecen a punto de arrebatarles ese “cetro”). Explicación de corto plazo: con US$ 450.000 millones en malas carteras, la banca japonesa tiene prioridad máxima para el primer ministro Junichiro Koizumi y su equipo. Recientes medidas de Heizo Takenaka, ministro doble (Economía, Finanzas) dan a entender que, por fin, Tokio se abocará a una reforma seria del sistema.

En una perspectiva más amplia, las bancas estadounidenses (y otras) ven posibilidades de hacer negocios saneando carteras desactivadas o gestionando fusiones y adquisiciones de deudores incobrables. Ante amenazas de estatización (“nacionalización preventiva”, recurso que ha empezado a analizarse también en Alemania), los bancos más orgullosos y aislacionistas del archipiélago ven hoy con buenos ojos alianzas, acuerdos y operaciones conjuntas con bancas de inversión occidentales, como medios de frenar la intervención directa del gobierno.

En pocos días, la Agencia de Servicios Financieros revelará que sus últimas inspecciones a bancos (ordenadas por Koizumi) han detectado todavía más créditos malos. Ello obligará a que los bancos congelen más fondos para cubrir pérdidas potenciales. Los cinco mayores prestamistas –Mizuho, Sumitomo (SMFG), Mitsui (MTFG) y UFJ- se han lanzado a recaudar fondos emitiendo acciones ordinarias y preferidas, porque casi nadie compraría más bonos (o sea, deuda). En conjunto, ya han colocado papeles por unos US$ 16.950 millones.

Pero ese monto no será suficiente para eludir la nacionalización. Por eso, los banqueros han salido en pos de firmas de valores e inversión occidentales.

Hace ya varias semanas, en efecto, Goldman Sachs anunció que compraría cerca de US$ 1.300 millones en acciones preferenciales emitidas por SMFG, el segundo banco del Sol Naciente. Tiempo después, Merrill Lynch aportaba US$ 1.005 millones en un emprendimiento conjunto con UFJ, cuarta entidad financiera del mismo país, con el objeto de limpiar malas carteras.

No fueron los únicos. El tercer banco nipón, MTFG, eligió hace poco a Morgan Stanley Dean Witter para timonear una emisión de acciones ordinarias por alrededor de US$ 3.050 millones. Para no quedarse atrás, el líder Mizuho contrató a Merrill Lynch para gestionar el tramo internacional en una emisión por US$ 9.220 millones en acciones preferidas. Sólo que la operación fue abortada hace una semana por falta de demanda… en Japón.

Ahora bien ¿por qué las firmas de valores e inversión norteamericanas se expondrían financieramente y arriesgarían sus reputaciones vinculándose a los bancos con mayores problemas en el mundo? (bueno, ahora los alemanes parecen a punto de arrebatarles ese “cetro”). Explicación de corto plazo: con US$ 450.000 millones en malas carteras, la banca japonesa tiene prioridad máxima para el primer ministro Junichiro Koizumi y su equipo. Recientes medidas de Heizo Takenaka, ministro doble (Economía, Finanzas) dan a entender que, por fin, Tokio se abocará a una reforma seria del sistema.

En una perspectiva más amplia, las bancas estadounidenses (y otras) ven posibilidades de hacer negocios saneando carteras desactivadas o gestionando fusiones y adquisiciones de deudores incobrables. Ante amenazas de estatización (“nacionalización preventiva”, recurso que ha empezado a analizarse también en Alemania), los bancos más orgullosos y aislacionistas del archipiélago ven hoy con buenos ojos alianzas, acuerdos y operaciones conjuntas con bancas de inversión occidentales, como medios de frenar la intervención directa del gobierno.

En pocos días, la Agencia de Servicios Financieros revelará que sus últimas inspecciones a bancos (ordenadas por Koizumi) han detectado todavía más créditos malos. Ello obligará a que los bancos congelen más fondos para cubrir pérdidas potenciales. Los cinco mayores prestamistas –Mizuho, Sumitomo (SMFG), Mitsui (MTFG) y UFJ- se han lanzado a recaudar fondos emitiendo acciones ordinarias y preferidas, porque casi nadie compraría más bonos (o sea, deuda). En conjunto, ya han colocado papeles por unos US$ 16.950 millones.

Pero ese monto no será suficiente para eludir la nacionalización. Por eso, los banqueros han salido en pos de firmas de valores e inversión occidentales.

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