Opep: ¿cómo reducir producción salvando la cara?

Alí Naimí, emir saudí de hidrocarburos, operó años tratando que convertir la Organización de países exportadores petroleros en un cartel geopolítico. Su fin: imponer nuevamente precios y supervisar mercados internacionales. No pudo.

26 octubre, 2006

Eso volvió a quedar claro durante la última reunión extraordinaria de la Opep, hace algunos días. Los socios intentaban –e intentan- sostener ciertos valores mínimos y evitar que siga el retroceso iniciado en julio. Salvo esporádicos rebotes, como el de esta misma semana.

Pero lo más importante es revertir las profundas divergencias surgida desde agosto, justamente por la caída de precios en los mercados que especulan con futuros, opciones y derivativos. Obviamente, esta coyuntura pone en peligro la ya menguada capacidad de la entidad para sostener precios en mediano y largo plazos.

La suerte de estas negociaciones –alcanzarán diciembre- será clave para la credibilidad de la Opep como “policía” de mercados, precios y flujos de hidrocarburos. Varios técnicos del organismo viene señalando, desde septiembre, que está prácticamente resuelta una rebaja por alrededor del millón de barriles diario. Pero sus detalles, tan relevantes como el margen, tardan en ser negociados.

Una de las incógnitas es si la disminución sobre tablas (casi 4%de la producción conjunta) se refiere a los actuales montos de la Opep –27.500.000 b/d- o a la cuota máxima establecida hace poco (28 millones). Lo segundo significaría apenas 500.000 b/d de recorte, menos de 1% de los 84.000.000 b/d que consume el mundo.

La entidad aporta hoy apenas un tercio de los hidrocarburos en el mundo (no el 40% que sus estadígrafos imaginan), lo cual le permite influir, aunque bastante menos que hace 25años. En lo tocante a cuotas, los miembros suelen pelearse en tiempos de precios descendentes, pues precisan exportar más volumen para no perder ingresos. En la presente coyuntura, muchos analistas ajenos a la Opep admiten que ésta debe sacar de plaza entre 750.000 y 1.000.000 de b/d.

Verdad, pero –como se vio en Dohá, entre el 21 y el 23, nadie atina a definir un esquema para repartir equitativamente los recortes. Más aún, no hubo siquiera un acuerdo mínimo para salvar esa reunión o fijar “pisos de intervención”. Un bloque bastante fuerte sugirió US$ 55 el barril (WTI, Nueva York). Otros preferirían 60, nivel que ha sido quebrado varias veces hacia abajo este mes. En un plano paralelo, expertos de la entidad y ajenos a ella han reducido proyecciones sobre demanda global de hidrocarburos y las ha aumentado sobre reservas almacenada en Estados Unidos (éstas incluyen refinados).

Sea como fuere, la baja petrolera ha dividido la Opep en dos sectores. Uno abarca Kuweit, Argelia, Libia y otros que han excedido cuotas. En el otro figuran Irán, Indonesia, Venezuela y otros que tienen dificultades para cubrir las suyas.El fiel de la balanza, Saudiarabia, cierra la boca pero ha comenzado a restringir producción sigilosamente.

Eso volvió a quedar claro durante la última reunión extraordinaria de la Opep, hace algunos días. Los socios intentaban –e intentan- sostener ciertos valores mínimos y evitar que siga el retroceso iniciado en julio. Salvo esporádicos rebotes, como el de esta misma semana.

Pero lo más importante es revertir las profundas divergencias surgida desde agosto, justamente por la caída de precios en los mercados que especulan con futuros, opciones y derivativos. Obviamente, esta coyuntura pone en peligro la ya menguada capacidad de la entidad para sostener precios en mediano y largo plazos.

La suerte de estas negociaciones –alcanzarán diciembre- será clave para la credibilidad de la Opep como “policía” de mercados, precios y flujos de hidrocarburos. Varios técnicos del organismo viene señalando, desde septiembre, que está prácticamente resuelta una rebaja por alrededor del millón de barriles diario. Pero sus detalles, tan relevantes como el margen, tardan en ser negociados.

Una de las incógnitas es si la disminución sobre tablas (casi 4%de la producción conjunta) se refiere a los actuales montos de la Opep –27.500.000 b/d- o a la cuota máxima establecida hace poco (28 millones). Lo segundo significaría apenas 500.000 b/d de recorte, menos de 1% de los 84.000.000 b/d que consume el mundo.

La entidad aporta hoy apenas un tercio de los hidrocarburos en el mundo (no el 40% que sus estadígrafos imaginan), lo cual le permite influir, aunque bastante menos que hace 25años. En lo tocante a cuotas, los miembros suelen pelearse en tiempos de precios descendentes, pues precisan exportar más volumen para no perder ingresos. En la presente coyuntura, muchos analistas ajenos a la Opep admiten que ésta debe sacar de plaza entre 750.000 y 1.000.000 de b/d.

Verdad, pero –como se vio en Dohá, entre el 21 y el 23, nadie atina a definir un esquema para repartir equitativamente los recortes. Más aún, no hubo siquiera un acuerdo mínimo para salvar esa reunión o fijar “pisos de intervención”. Un bloque bastante fuerte sugirió US$ 55 el barril (WTI, Nueva York). Otros preferirían 60, nivel que ha sido quebrado varias veces hacia abajo este mes. En un plano paralelo, expertos de la entidad y ajenos a ella han reducido proyecciones sobre demanda global de hidrocarburos y las ha aumentado sobre reservas almacenada en Estados Unidos (éstas incluyen refinados).

Sea como fuere, la baja petrolera ha dividido la Opep en dos sectores. Uno abarca Kuweit, Argelia, Libia y otros que han excedido cuotas. En el otro figuran Irán, Indonesia, Venezuela y otros que tienen dificultades para cubrir las suyas.El fiel de la balanza, Saudiarabia, cierra la boca pero ha comenzado a restringir producción sigilosamente.

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