OMC:¿sucumbirá a los ataques proteccionistas de EE.UU. y la UE?

Así teme Peter Sutherland, presidente de British Petroleum y Goldman Sachs International. Cofundador de la Organización mundial de comercio y ex Acuerdo general de comercio y tarifas (GATT), fue comisario de la UE para competencia.

30 diciembre, 2005

A su criterio, la OMC –en 1995 substituyó al GATT, en colapso tras el fracaso de la ronda Uruguay- corre serio peligro de ser subvertida, como le ocurrió a su antecesor, por el extremo proteccionismo, en particular agrícola, de las economíasa centrasles. Para el caso, la Unión Europea, Estados Unidos y Japón.

Por cierto, la organización “está siendo minada por un error terrible y fatal:el sistema de arbitrajes”. Esa idea lo hace echar una mirada al mundo tal como surge de la última posguerra y a las instituciones que los países occidentales crearon como marco para el comercio y el desarrollo, que debían solucionar conflictos que arrastrados desde el siglo XIX. Así, fueron cobrando existencia lo que hoy son la UE y diversas agrupaciones regionales, inclusive en la periferia.

Pero la UE era sólo parte de un esquema para “diseñar estructuras multilaterales en escala global”. Los acuerdos de Bretton Woods (1944) ya habían creado el Banco Internacional de Reconstruccoión y Fomento (BIRF o Banco Mundial) y el Fond Monetario. Antes de la II guerra mundial, ya existía el Banco de Ajustes Internacionales (Basilea).

En la perspectiva algo lírica de Sutherland, la OMC es el primer organismo realmente multilateral, concebido “como mecanismo independiente para arbitrar disputas, que permite un país litigar con otras partes, estados o no”. El GATT carecía de ellos, según se vió en la ronda Urugauy y su tiste final, Pero la fragilidad del sistema actual queda subrayada por un largo pleito cuadrilateral: UE, Airbus, EE.UU., Boeing”.

Resulta sorprendente, a la sazón, la cantidad de demandas sometidas a la OMC desde su creación: alredededor de trescientas, que han involucrado, deun modo u otros, a cien de los 150 miembros de la entidad. Por mucho, empero, los grandes transgresores han sido y son las dos máximas potencias económicas, la UE y Estados Unidos.

El reglamento de la OMC y sus fallos, cuyas 22.000 páginas web son a menudo farragosas e incomprensibles, resulta sin embargo “clave para desarrollar un contexto comercial nuevo y dinámico”, quiere creer Sutherland. Parece una ingenuidad –difícil en quien ocupa altos cargos en una petrolera grande y en Goldman Sachs- tomar tan en serio una serie de documentos, buenas intenciones y –en particular- una ronda Dohá que languidece y tal vez no llegue a 2013.

“Pese a las nuevas obsesiones norteamericanas con China, armamentos inclusive, las verdaderas tensiones en el intercambio global provienen de la UE, Estados Unidos, Japón y sus políticas agrícolas; no de las economías en desarrollo”, admite empero el experto. Los “altos subsidios al sector rural estadounidense, verbigracia, deprimen los precios internaciones de ciertos productos primarios, críticos para economías periféricas y en desarrollo”.

Eso plantea severos desequilibrios geopolíticos. Entre sus efectos, hay uno especialmente visible: los crecientes flujos migratorios de Latinoamérica y África subsahariana a la América anglosajona y la Unión Europea. La cerril respuesta de Washington a los primeros -un muro por miles de kilómetros- puede acabar con el Tratado norteamericano de libre comercio. En el caso europeo, la explosión social urbana vivida hace poco en Francia es otro efecto:
África negra “exporta” habitantes que no puede alimentar, porque no la dejan exportar productos agrícolas. Petroleo sí, pero es un negocio de las multinaciones y sus corruptos socios locales.

A su criterio, la OMC –en 1995 substituyó al GATT, en colapso tras el fracaso de la ronda Uruguay- corre serio peligro de ser subvertida, como le ocurrió a su antecesor, por el extremo proteccionismo, en particular agrícola, de las economíasa centrasles. Para el caso, la Unión Europea, Estados Unidos y Japón.

Por cierto, la organización “está siendo minada por un error terrible y fatal:el sistema de arbitrajes”. Esa idea lo hace echar una mirada al mundo tal como surge de la última posguerra y a las instituciones que los países occidentales crearon como marco para el comercio y el desarrollo, que debían solucionar conflictos que arrastrados desde el siglo XIX. Así, fueron cobrando existencia lo que hoy son la UE y diversas agrupaciones regionales, inclusive en la periferia.

Pero la UE era sólo parte de un esquema para “diseñar estructuras multilaterales en escala global”. Los acuerdos de Bretton Woods (1944) ya habían creado el Banco Internacional de Reconstruccoión y Fomento (BIRF o Banco Mundial) y el Fond Monetario. Antes de la II guerra mundial, ya existía el Banco de Ajustes Internacionales (Basilea).

En la perspectiva algo lírica de Sutherland, la OMC es el primer organismo realmente multilateral, concebido “como mecanismo independiente para arbitrar disputas, que permite un país litigar con otras partes, estados o no”. El GATT carecía de ellos, según se vió en la ronda Urugauy y su tiste final, Pero la fragilidad del sistema actual queda subrayada por un largo pleito cuadrilateral: UE, Airbus, EE.UU., Boeing”.

Resulta sorprendente, a la sazón, la cantidad de demandas sometidas a la OMC desde su creación: alredededor de trescientas, que han involucrado, deun modo u otros, a cien de los 150 miembros de la entidad. Por mucho, empero, los grandes transgresores han sido y son las dos máximas potencias económicas, la UE y Estados Unidos.

El reglamento de la OMC y sus fallos, cuyas 22.000 páginas web son a menudo farragosas e incomprensibles, resulta sin embargo “clave para desarrollar un contexto comercial nuevo y dinámico”, quiere creer Sutherland. Parece una ingenuidad –difícil en quien ocupa altos cargos en una petrolera grande y en Goldman Sachs- tomar tan en serio una serie de documentos, buenas intenciones y –en particular- una ronda Dohá que languidece y tal vez no llegue a 2013.

“Pese a las nuevas obsesiones norteamericanas con China, armamentos inclusive, las verdaderas tensiones en el intercambio global provienen de la UE, Estados Unidos, Japón y sus políticas agrícolas; no de las economías en desarrollo”, admite empero el experto. Los “altos subsidios al sector rural estadounidense, verbigracia, deprimen los precios internaciones de ciertos productos primarios, críticos para economías periféricas y en desarrollo”.

Eso plantea severos desequilibrios geopolíticos. Entre sus efectos, hay uno especialmente visible: los crecientes flujos migratorios de Latinoamérica y África subsahariana a la América anglosajona y la Unión Europea. La cerril respuesta de Washington a los primeros -un muro por miles de kilómetros- puede acabar con el Tratado norteamericano de libre comercio. En el caso europeo, la explosión social urbana vivida hace poco en Francia es otro efecto:
África negra “exporta” habitantes que no puede alimentar, porque no la dejan exportar productos agrícolas. Petroleo sí, pero es un negocio de las multinaciones y sus corruptos socios locales.

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