No tocó la tasa la RF pero, luego de años, hubo un voto disidente

El comité monetario del emisor optó por dejar el tipo referencial en 5,25% Pero, sorpresivamente, uno de los gobernadores sostuvo que el resto “tolera la inflación”(8-VIII).

8 agosto, 2006

El disidente fue Jeffrey Lacker, presidente de la RF de Richmond. A su criterio, “hay excesiva complacencia” y mencionó las últimas cifras oficiales sobre productividad, conocidas apenas horas antes. Es la primera rebelión bajo la égida de Benjamin Bernanke, pero realmente esto no ocurría desde 1995.

Lacker pidió 0,25% de aumento, o sea a 5,5%. La decisión mayoritaria, de paso, descolocó ala Banco Central Europeo y al de Inglaterra. Ambos daban por seguro que la RF elevaría su tasa y, por tanto, llevaron las suyas a 3 y 4,75% la semana pasada. Ahora, Lacker prepara una ofensiva para la reunión de septiembre, descontando que la inflación finalmente superará el “margen de comodidad” fijado por la RF.

Poco antes de la reunión, en un informe bastante discutible, el departamento federal de Trabajo sostiene que la productividad sube a menor ritmo, porque –contra lo que cree Bernanke- los costos laborales vuelven al nivel de fines de 2004.

Pero ocurre que, en diciembre de ese año, los niveles salariales no eran satisfactorios para el sector laboral privado. Técnicamente, los estadígrafos norteamericanos llaman“productividad” a lo que produce una persona por cada hora de trabajo. Es decir, cuanto más baja la retribución a la mano de obra, mayor es la productividad.

Durante el segundo trimestre del año, pues, esa medida creció a apenas 1,1% anual de ritmo, contra 4,3% en el lapso inmediatamente anterior (enero-marzo). Como contrapartida, los costos laborales subieron a razón de 4,2% anual, contra 2,5% en el trimestre previo.

Este informe probablemente no sea bien recibido en la Reserva Federal que, creen los mercado especulativos, estaba a punto de no tocar las tasas básicas en la reunión del comité monetario (martes), pues ciertas señales de desaceleración bastarían para frenar tendencias inflacionarias.

Ahora, empero, los ortodoxos podrían suponer que las empresas presionarán sobre los precios, justamente para cubrir el alza de la mano de obra. Los técnicos oficiales –y el sector privado- insisten en que la carga laboral representa casi dos tercios de los costos finales de bienes y servicios, una presunción difícil de verificar. Dado que Bernanke afirma que los salarios están retrasados respecto de los dividendos, la falta de un equipo económico en serio alrededor del presidente impide que exista un “árbitro” entre la RF y los departamentos de Trabajo y Comercio, en general sesgados contra el factor laboral.

Las cifras de productividad también preocupan a la RF por su componente inflacionario. En otras palabras, hasta ahora el emisor suponía con alivio que los costos laborales unitarios estaban controlados. De pronto, no parece así.

Los gurúes de Bloomberg esperaban que la productividad del II trimestre creciese a razón de 0,8% anual. A su vez, los costos laborales por unidad subirían 3,7%. O sea, eran optimistas desde el punto de vista del mercado.

El disidente fue Jeffrey Lacker, presidente de la RF de Richmond. A su criterio, “hay excesiva complacencia” y mencionó las últimas cifras oficiales sobre productividad, conocidas apenas horas antes. Es la primera rebelión bajo la égida de Benjamin Bernanke, pero realmente esto no ocurría desde 1995.

Lacker pidió 0,25% de aumento, o sea a 5,5%. La decisión mayoritaria, de paso, descolocó ala Banco Central Europeo y al de Inglaterra. Ambos daban por seguro que la RF elevaría su tasa y, por tanto, llevaron las suyas a 3 y 4,75% la semana pasada. Ahora, Lacker prepara una ofensiva para la reunión de septiembre, descontando que la inflación finalmente superará el “margen de comodidad” fijado por la RF.

Poco antes de la reunión, en un informe bastante discutible, el departamento federal de Trabajo sostiene que la productividad sube a menor ritmo, porque –contra lo que cree Bernanke- los costos laborales vuelven al nivel de fines de 2004.

Pero ocurre que, en diciembre de ese año, los niveles salariales no eran satisfactorios para el sector laboral privado. Técnicamente, los estadígrafos norteamericanos llaman“productividad” a lo que produce una persona por cada hora de trabajo. Es decir, cuanto más baja la retribución a la mano de obra, mayor es la productividad.

Durante el segundo trimestre del año, pues, esa medida creció a apenas 1,1% anual de ritmo, contra 4,3% en el lapso inmediatamente anterior (enero-marzo). Como contrapartida, los costos laborales subieron a razón de 4,2% anual, contra 2,5% en el trimestre previo.

Este informe probablemente no sea bien recibido en la Reserva Federal que, creen los mercado especulativos, estaba a punto de no tocar las tasas básicas en la reunión del comité monetario (martes), pues ciertas señales de desaceleración bastarían para frenar tendencias inflacionarias.

Ahora, empero, los ortodoxos podrían suponer que las empresas presionarán sobre los precios, justamente para cubrir el alza de la mano de obra. Los técnicos oficiales –y el sector privado- insisten en que la carga laboral representa casi dos tercios de los costos finales de bienes y servicios, una presunción difícil de verificar. Dado que Bernanke afirma que los salarios están retrasados respecto de los dividendos, la falta de un equipo económico en serio alrededor del presidente impide que exista un “árbitro” entre la RF y los departamentos de Trabajo y Comercio, en general sesgados contra el factor laboral.

Las cifras de productividad también preocupan a la RF por su componente inflacionario. En otras palabras, hasta ahora el emisor suponía con alivio que los costos laborales unitarios estaban controlados. De pronto, no parece así.

Los gurúes de Bloomberg esperaban que la productividad del II trimestre creciese a razón de 0,8% anual. A su vez, los costos laborales por unidad subirían 3,7%. O sea, eran optimistas desde el punto de vista del mercado.

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