Nada será igual para los bancos centrales

En casi tres años de crisis sistémica en Occidente, han pasado dos reuniones en Wyoming –cuyo anfitrión es la Reserva Federal de Kansas City-, sin resultados perceptibles. Sus asistentes sólo pensaban en el corriente trimestre y sus perspectivas.

26 agosto, 2009

<p>Por supuesto, un grupo de emisores optimistas cree que lo peor ha pasado y se evit&oacute; un agujero negro. Como Barack Obama y Benjamin Bernanke, se felicitaron mutualmente por la tarea cumplida. Pero no se plantearon pol&iacute;ticas de salida, intereses referenciales inclusive, ni se manifest&oacute; sentido alguno de urgencia.<br />
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En realidad, se habl&oacute; mucho (aunque gen&eacute;ricamente) en los seminarios formales sobre las lecciones de la crisis para la gesti&oacute;n futura de los bancos centrales. Cund&iacute;a una sensaci&oacute;n inc&oacute;moda: aun cuando el &uacute;ltimo activo t&oacute;xico tomado por un estado se refinancie o revenda y se eliminen las &uacute;ltimas malas acreencias, ya no ser&aacute; posible volver las cosas a la fase precr&iacute;tica.<br />
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Dicho de otro modo, los propios emisores deben cambiar, si bien unos m&aacute;s que otros. Sus elencos directivos y t&eacute;cnicos afrontar&aacute;n nuevas responsabilidades formales en lo tocante a estabilidad financiera. El negocio se har&aacute; m&aacute;s amplio, complejo y espinoso, con objetivos que &ndash;por momentos- parecer&aacute;n contradictorios e instrumentos todav&iacute;a no puestos a prueba.<br />
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Todo esto alterar&aacute; mecanismos de pol&iacute;tica monetaria supuestamente sagrados. Nadie mencionaba esos temas en Jackson Hole, de ah&iacute; la escasa trascendencia de sus seminarios y conclusiones. <br />
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Pero la vida de los banqueros centrales tampoco ser&aacute; la misma ni se limitar&aacute; a asegurar estabilidad manejando indicadores de inflaci&oacute;n. &Eacute;ste fue su cometido desde que Paul Volcker, a fines de los a&ntilde;os 70, lo erigi&oacute; en obsesi&oacute;n. Con el tiempo, analistas y economistas &ndash;los neocl&aacute;sicos- cre&iacute;an saberlo todo sobre ese monstruo.<br />
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Especialmente despu&eacute;s de que, a mediados de los 80, se encontr&oacute; una receta m&aacute;gica, las metas inflacionarias. De hecho, Bernanke se aferra a metas &ldquo;de facto&rdquo;. Su ejemplo, sostienen los ortodoxos, alcanza al Banco Central europeo, aunque &eacute;ste lo niegue.<br />
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Sin embargo, la crisis financiera occidental dej&oacute; en el aire la teor&iacute;a de metas inflacionarias. Por eso, gente como Masaaki Shirakawa (banco del Jap&oacute;n) sostuvo en Wyoming que &ldquo;es hora de revisar ideas establecidas a la luz de los acontecimientos&rdquo;. En buen romance, Bernanke y varios colegas suyos deben replantearse objetivos. Sin esperar la crisis siguiente para descartar las metas inflacionarias y reemplazarlas por metas de precios.</p>
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