Los mercados continúan como casinos sin control

Desde hace meses, la junta de estabilidad financiera (FIB en inglés) propone un cambio de normas. No obstante, pasa el tiempo y aumenta el riesgo de que la crisis sistémica se convierta en otra oportunidad desaprovechada.

23 noviembre, 2009

<p>Todav&iacute;a no se divisan iniciativas serias de reforma en materia financiera y burs&aacute;til, salvo quiz&aacute;s el proyecto elevado por Barack Obama al Congreso, objeto de presiones y obstrucciones por el ubicuo cabildeo de Wall Street. Pero, justamente, encarar nuevas pautas ser&iacute;a el &uacute;nico beneficio de una crisis y una recesi&oacute;n duras de dome&ntilde;ar.<br />
El problema no es la falta de an&aacute;lisis, estudios ni debates. Por el contrario, la FIB ha individualizado una serie de reglas concretas. Entonces &iquest;por qu&eacute; no sucede nada en casi todo Occidente? Simple: los intereses creados comienzan a pesar m&aacute;s sobre gobiernos con escasa voluntad de acci&oacute;n, acompa&ntilde;ados por parlamentos lentos y bancos centrales por dem&aacute;s r&iacute;gidos.<br />
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Gran Breta&ntilde;a y Mervyn King (banco de Inglaterra) parecen manejados por la prensa conservadora y su postura en favor de banqueros, operadores y especuladores. En Estados Unidos, donde apenas despunta la discusi&oacute;n legislativa de una reforma financiera, la Reserva Federal (Benjamin Bernanke) se limita a empujar hacia delante toda decisi&oacute;n sobre tipos de inter&eacute;s. Personajes como Jean-Claude Trichet (Banco central europeo) o su tocayo Junker (Eurogrupo) se aferran a una ortodoxia anacr&oacute;nica que ni siquiera el Fondo Monetario Internacional practica.<br />
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Mientras tanto, los mercados especulativos vuelven a funcionar como hasta el colapso de 2008, con iguales incentivos y debilidades. Falta una decisi&oacute;n pol&iacute;tica: impedir que la banca privada, en tanto apalanca balances, torne a aumentar su capacidad de influir sobre los gobiernos occidentales. Vale decir, a evitar que sus ganancias sean sujetas a escrutinio p&uacute;blico. Las absurdas remuneraciones de operadores son en realidad la punta de un t&eacute;mpano.<br />
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Al mismo tiempo, el negocio busca que los estipendios sean el centro del debate. Pero su meta real es bloquear cualquier atisbo de reforma financiera que atente contra las ganancias de los bancos mismos. Aun si cambiasen los criterios remuneratorios, sin una reforma profunda de mecanismos todo seguir&aacute; igual hasta el pr&oacute;ximo desastre. Habr&aacute; nuevos Lehman Brothers, Merrill Lynch, Wachovia o esquemas como el de Bernard Madoff.<br />
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Entre las propuestas de la FIB, figura un mercado electr&oacute;nico global con normas comunes, eventualmente supervisado por el grupo de los 20 v&iacute;a el FMI. Antes, deber&aacute;n desarmarse &ldquo;lobbies&rdquo; como el instituto de finanzas internacionales y su red de medios, en particular anglosajones, alemanes y holandeses. En otro plano, han de replantearse</p>

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