Los hoy rumbosos emiratos arriesgan tornarse inviables

“El mito del Golfo se hunde, exponiendo a clanes beduinos y jeques que malgastan en delirios inmobiliarios. Pero el problema no para ahí”, señala el analista escocés Niall Ferguson. Este crac “puede golpear a la banca regional en Estados Unidos”.

1 diciembre, 2009

<p>Dubai es un estado feudal que esp&iacute;a constantemente a socios e inversores usando la tecnolog&iacute;a Blackberry. La transparencia no es su fuerte, como lo descubri&oacute; meses atr&aacute;s Trevor Cooper, analista en Levante de <em>Moody&rsquo;s Investors Service</em>. No encontr&oacute; siquiera un funcionario de tercera l&iacute;nea que lo recibiese. Su cometido, evaluar la calificaci&oacute;n crediticia de la peque&ntilde;a pero &iquest;rica? monarqu&iacute;a, ya no le interesaba al jeque Mohammed bin Rashid al-Marktum.<br />
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En tiempo de rascacielos de 800 metros, proyectos edilicios en forma de palmera y fondos soberanos s&oacute;lo en apariencia fuertes, el emir sigue siendo un soberano absoluto a cuyo lado los Medici florentinos o los Sforza milaneses parecen dem&oacute;cratas atenienses. Nadie puede averiguar cu&aacute;ntas sociedades controla la familia Maktum, c&oacute;mo se conforman los paquetes accionarios ni a cu&aacute;nto ascienden las deudas.<br />
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Por ejemplo, los US$ 70.000 millones de pasivos atribuidos al emirato son estimaciones circulantes en Londres o Nueva York. El mayor agujero negro de Dubai World (US$ 59.000 millones en rojo) se llama Nahhil y, como lo indica el nombre, es un absurdo emprendimiento inmobiliario de matriz palmiforme.<br />
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Cooper y sus colegas de <em>Standard &amp; Poor&rsquo;s </em>o <em>Fitch Ratings </em>tampoco son escuchados por un r&eacute;gimen que pide a los mercados miles de millones, pero no recibe a los evaluadores de su deuda, erigida en secreto de estado. Nada eso obst&oacute; para que la delicada situaci&oacute;n patrimonial de DW aprovechase el feriado del jueves en Wall Street para desatar una corrida en Europa occidental.<br />
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Casi al un&iacute;sono, Londres perdi&oacute; 3,2%, Mil&aacute;n &ndash;su sat&eacute;lite- 3,5%, Francfort 3,3% y Par&iacute;s 3,4%. En conjunto, los mercados del oeste licuaron US$ 152.000 millones en valor burs&aacute;til. Este cap&iacute;tulo en la decadencia del emirato empez&oacute; realmente con un mensaje v&iacute;a Blackberry recibido por Cooper y otros 145.000 financistas internacionales, invit&aacute;ndolos a descargar un software. Pronto, las calificadoras y otras entidades se dieron cuenta de que los jeques las espiaban empleando un sistema de Etisalat, una firma establecida en Silicon Valley.<br />
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Incompetencia, paranoia y delirios de grandeza son rasgos que no funcionan en el capitalismo financiero actual. En un plano superior, fueron factores en la ca&iacute;da de Bernard Madoff (estafas por US$ 65.000 millones) pero, en escala de feudo &aacute;rabe, tienen vuelo mucho m&aacute;s corto. As&iacute; lo revelan las &uacute;ltimas peripecias de Dubai World. Hace pocas semanas, se le encomend&oacute; a Deloitte una auditor&iacute;a externa y echaron al jefe del centro financiero local. La historia sigue, pero &iquest;en qu&eacute; direcci&oacute;n? &iquest;No ser&aacute; que se acaba precisamente el tiempo de los emires invulnerables, a menos que los crudos vuelvan a los precios imperantes a mediados de 2008? <br />
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