La OMC condena subsidios algodoneros de EE.UU

La acusación de Brasil ante la OMC sobre la ilegalidad de los subsidios estadounidenses a los productores de algodón, encontró eco en el organismo multilateral: en decisión preliminar, declaró que los subsidios superan el monto permitido.

27 abril, 2004

Impulsado por la frustración de ver el fracaso de cualquier intento de
negociación con los países ricos por la reducción de los
subsidios a la agricultura, el gobierno brasileño denunció a Estados
Unidos ante la Organización Internacional del Comercio por la forma en
que subsidia a los productores de algodón.

Los acusa de violar la ley internacional de comercio que limita a US$ 1.600
millones la cantidad de subsidios que un gobierno puede pagar a sus agricultores
cada año. Estados Unidos defendió los aportes adicionales diciendo
que son subsidios nacionales que en nada afectan los mercados globales.

Pero usando datos extraídos del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, Brasil argumentó que los programas provocaron un aumento de la
producción algodonera estadounidense que destruyó los mercados
de exportación de Brasil y debilitó la subsistencia de sus agricultores.

Sin los subsidios, Brasil estimó que la producción estadounidense
de algodón habría caído 29% y que las exportaciones americanas
habrían caído 41%. Eso habría provocado un aumento de 12,6%
en el precio internacional del producto, lo cual habría favorecido a
los productores brasileños. Añadió además que el
gobierno de Bush estaba otorgando a empresa agro-comerciales subsidios de exportación
ilegales por valor de US$ 1.700 millones para comprar algodón americano.

Un funcionario comercial de Estados Unidos dijo el lunes que la administración
apelaría la decisión si el informe final no se modifica. “Tenemos
serias objeciones sobre ciertos aspectos del informe del panel”, dijo el
funcionario que pidió permanecer en el anonimato debido a la naturaleza
confidencial del dictamen.

Los subsidios al algodón ayudaron a convertir a Estados Unidos en el
principal exportador del mundo, con más de 40% del mercado mundial. Las
naciones pobres llevan mucho tiempo denunciando que esta expansión está
basada en subsidios injustos que provocan sobreproducción y hacen bajar
los precios. Esos precios más bajos no dañan a los grandes productores
de Estados Unidos porque son subsidiados por los contribuyentes (de su propio
país).

Estados Unidos argumentó en su descargo que los subsidios no están
directamente ligados a la producción de algodón y, por tanto,
no alteran el comercio. Pero la decisión del lunes pone ese argumento
en tela de juicio, cuestionando de ese modo la base de gran parte del sistema
nacional de subsidios a la agricultura.

El dictamen final, esperado para junio, podría derivar en sanciones
de alcance más general si Estados Unidos no cambia sus prácticas.
La decisión llega en mal momento para el gobierno pues en este año
electoral los republicanos cuentan con el apoyo del cinturón agrícola.
Los más grandes agricultores estadounidenses han desarrollado una gran
dependencia de los US$ 19.000 millones que reciben anualmente en subsidios.

Si en junio la OIC ratifica su condena a Estados Unidos – lo cual es esperable
dado que casi siempre el organismo confirma sus decisiones — es casi seguro
que el gobierno apelará la decisión, aunque más no sea
para demorar las acciones hasta después de las elecciones.

Si en esta contienda el triunfo final es adjudicado a Brasil, se podría
generar una situación en la que Estados Unidos, los países europeos
y otras naciones ricas se verían forzados a ceder posiciones en el tema
agrícola, que tanto obstaculiza el avance de las conversaciones en el
seno de la OIC.

La ONU, el Banco Mundial y asociaciones de caridad como Oxfam han dicho más
de una vez que la eliminación o reducción de la ayuda gubernamental
significaría la más grande ayuda a las economías de los
países pobres con agricultores de subsistencia.

Impulsado por la frustración de ver el fracaso de cualquier intento de
negociación con los países ricos por la reducción de los
subsidios a la agricultura, el gobierno brasileño denunció a Estados
Unidos ante la Organización Internacional del Comercio por la forma en
que subsidia a los productores de algodón.

Los acusa de violar la ley internacional de comercio que limita a US$ 1.600
millones la cantidad de subsidios que un gobierno puede pagar a sus agricultores
cada año. Estados Unidos defendió los aportes adicionales diciendo
que son subsidios nacionales que en nada afectan los mercados globales.

Pero usando datos extraídos del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, Brasil argumentó que los programas provocaron un aumento de la
producción algodonera estadounidense que destruyó los mercados
de exportación de Brasil y debilitó la subsistencia de sus agricultores.

Sin los subsidios, Brasil estimó que la producción estadounidense
de algodón habría caído 29% y que las exportaciones americanas
habrían caído 41%. Eso habría provocado un aumento de 12,6%
en el precio internacional del producto, lo cual habría favorecido a
los productores brasileños. Añadió además que el
gobierno de Bush estaba otorgando a empresa agro-comerciales subsidios de exportación
ilegales por valor de US$ 1.700 millones para comprar algodón americano.

Un funcionario comercial de Estados Unidos dijo el lunes que la administración
apelaría la decisión si el informe final no se modifica. “Tenemos
serias objeciones sobre ciertos aspectos del informe del panel”, dijo el
funcionario que pidió permanecer en el anonimato debido a la naturaleza
confidencial del dictamen.

Los subsidios al algodón ayudaron a convertir a Estados Unidos en el
principal exportador del mundo, con más de 40% del mercado mundial. Las
naciones pobres llevan mucho tiempo denunciando que esta expansión está
basada en subsidios injustos que provocan sobreproducción y hacen bajar
los precios. Esos precios más bajos no dañan a los grandes productores
de Estados Unidos porque son subsidiados por los contribuyentes (de su propio
país).

Estados Unidos argumentó en su descargo que los subsidios no están
directamente ligados a la producción de algodón y, por tanto,
no alteran el comercio. Pero la decisión del lunes pone ese argumento
en tela de juicio, cuestionando de ese modo la base de gran parte del sistema
nacional de subsidios a la agricultura.

El dictamen final, esperado para junio, podría derivar en sanciones
de alcance más general si Estados Unidos no cambia sus prácticas.
La decisión llega en mal momento para el gobierno pues en este año
electoral los republicanos cuentan con el apoyo del cinturón agrícola.
Los más grandes agricultores estadounidenses han desarrollado una gran
dependencia de los US$ 19.000 millones que reciben anualmente en subsidios.

Si en junio la OIC ratifica su condena a Estados Unidos – lo cual es esperable
dado que casi siempre el organismo confirma sus decisiones — es casi seguro
que el gobierno apelará la decisión, aunque más no sea
para demorar las acciones hasta después de las elecciones.

Si en esta contienda el triunfo final es adjudicado a Brasil, se podría
generar una situación en la que Estados Unidos, los países europeos
y otras naciones ricas se verían forzados a ceder posiciones en el tema
agrícola, que tanto obstaculiza el avance de las conversaciones en el
seno de la OIC.

La ONU, el Banco Mundial y asociaciones de caridad como Oxfam han dicho más
de una vez que la eliminación o reducción de la ayuda gubernamental
significaría la más grande ayuda a las economías de los
países pobres con agricultores de subsistencia.

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