KPMG: arreglo por prácticas financieras cuestionables

El mayor estudio contable del mundo, sumariado por vender trucos impositivos ilegales, pagará US$ 456 millones y aceptará un observador externo sobre sus operaciones en la materia. Así dicta un reciente arreglo.

31 agosto, 2005

Este convenio significa que la firma evitará un duro proceso y la suerte de Arthur Anderson, que entró en colapso tras ser formalmente acusada de obstrucción a la justicia. Eso ocurrió en el caso Enron y, si bien hace poco algunos cargos fueron levantados, la firma ya era historia. Por su parte, KPMH está a punto de superar un desagradable capítulo, luego de lidiar con los fiscales federales casi dos años.

No obstante, el arreglo no excluye la posibilidad de ulteriores cargos penales, en caso de transgredir términos pactados. Éstos incluyen una pública admisión de culpabilidad y operaciones cuestionables. Pero lo importante, por ahora, es que el estudio no deberá identificar a ex socios implicados en la venta de mecanismos contables para evadir impuestos, varios de los cuales quizás afronten cargos.

Al presente, es la última etapa en una serie de investigaciones y sumarios por el empleo de programas informáticos cuestionables, creados y vendidos –a altísimo precio- por muchos estudios contables desde fines de la década anterior. Esos instrumentios les permitieron a ricos inversores evadir miles de millones en impuestos, que debía abonarse sobre pingües ganancias especulando durante la burbuja puntocom (1996/2000).

Por entonces, los reguladores no tardaron en detectar complejos pases y transacciones con derivados que generaban pérdidas ficticias, para no tributar. Era, claro, un lavado de fondos. Varias firmas contables llegaron a costosos arreglos y KPMG –bajo fuego desde 2002- fue una de las que se resistió más tiempo a allanarse.

En 2003, un subcomité senatorial difundió un informe sobre operaciones de KPMG: había vendido mecanismos de elusión tributaria a uns 350 inversores y especuladores entre 1996 y 2002 (tan millonarios como codiciosos). Esos negocios le significaron al fisco un lucro cesante de US$ 1.400 millones y 124 millones en comisiones al estudio.Tras anunciar el arreglo, los fiscales indicaron que las investigaciones proseguirían, dando a entender que hay varias instancias implicadas en el asunto: bancos, estudios jurídicos, otras firmas contables y hasta contribuyentes físicos que compraron los programas. Al parecer, afrontarán demandas en calidad de copartícipes o beneficiarios directos.

En realidad, la justicia está presionando a ex socios de firmas contables y, durante agosto, uno de ellos se declaró culpable. Se trata de Dominic Degiorgio, también ejecutivo del HypoVereinsBank (Nueva York), entidad recién comprada por el italiano Unicredito. Degiorgio confesó ante un juez federal haber participado de una conspiración para cometió fraude impositivo -en operaciones similares a las efectuadas por KPMG . y otros delitos vinculados.

Este convenio significa que la firma evitará un duro proceso y la suerte de Arthur Anderson, que entró en colapso tras ser formalmente acusada de obstrucción a la justicia. Eso ocurrió en el caso Enron y, si bien hace poco algunos cargos fueron levantados, la firma ya era historia. Por su parte, KPMH está a punto de superar un desagradable capítulo, luego de lidiar con los fiscales federales casi dos años.

No obstante, el arreglo no excluye la posibilidad de ulteriores cargos penales, en caso de transgredir términos pactados. Éstos incluyen una pública admisión de culpabilidad y operaciones cuestionables. Pero lo importante, por ahora, es que el estudio no deberá identificar a ex socios implicados en la venta de mecanismos contables para evadir impuestos, varios de los cuales quizás afronten cargos.

Al presente, es la última etapa en una serie de investigaciones y sumarios por el empleo de programas informáticos cuestionables, creados y vendidos –a altísimo precio- por muchos estudios contables desde fines de la década anterior. Esos instrumentios les permitieron a ricos inversores evadir miles de millones en impuestos, que debía abonarse sobre pingües ganancias especulando durante la burbuja puntocom (1996/2000).

Por entonces, los reguladores no tardaron en detectar complejos pases y transacciones con derivados que generaban pérdidas ficticias, para no tributar. Era, claro, un lavado de fondos. Varias firmas contables llegaron a costosos arreglos y KPMG –bajo fuego desde 2002- fue una de las que se resistió más tiempo a allanarse.

En 2003, un subcomité senatorial difundió un informe sobre operaciones de KPMG: había vendido mecanismos de elusión tributaria a uns 350 inversores y especuladores entre 1996 y 2002 (tan millonarios como codiciosos). Esos negocios le significaron al fisco un lucro cesante de US$ 1.400 millones y 124 millones en comisiones al estudio.Tras anunciar el arreglo, los fiscales indicaron que las investigaciones proseguirían, dando a entender que hay varias instancias implicadas en el asunto: bancos, estudios jurídicos, otras firmas contables y hasta contribuyentes físicos que compraron los programas. Al parecer, afrontarán demandas en calidad de copartícipes o beneficiarios directos.

En realidad, la justicia está presionando a ex socios de firmas contables y, durante agosto, uno de ellos se declaró culpable. Se trata de Dominic Degiorgio, también ejecutivo del HypoVereinsBank (Nueva York), entidad recién comprada por el italiano Unicredito. Degiorgio confesó ante un juez federal haber participado de una conspiración para cometió fraude impositivo -en operaciones similares a las efectuadas por KPMG . y otros delitos vinculados.

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