Inflación subyacente y ulteriores alzas de tasas básicas

El comité monetario del Sistema de Reserva Federal podría seguir elevando tipos referenciales, debido a riesgos de mayor inflación en cuanto resta de2005. Tampoco el Banco Central Europeo ve un horizonte estable.

16 marzo, 2005

La reelección de George W.Bush le permitió a Alan Greenspan –presidente del SRF, que se jubila en 2006- imponer una “visión salvajemente optimista” sobre ciertas variables económicas de fondo. No obstante, salvo Benjamin Bernanke (para quien la misión del mundo es financiar los déficit norteamericanos) las percepciones mayoritarias entre los trece componentes de la red no son las de hace un año ni coinciden con las de Greenspan.

Algunos miembros de la junta detectan (a) desaceleración en el crecimiento de la productividad (reducir planteles laborales, recurso monetarista clásico, empieza a ser contraproducente), (b) aumento de combustibles y materias primas, (c) nuevos indicadores de precios y la actitud de las grandes empresas. Si los directores del sistema mantienen esa tesitura –se verá en la reunión del martes 22-, habrá varios ajustes posteriores al descontado ahora.

Los mercados a término apuestan a que, en esta oportunidad, las dos tasas básicas pasen de 2,5 a 2,75% anual. Cabe recordar que este camino alcista partió, en julio, de 1%, piso desde igual mes de 1958. Los nuevos niveles remiten, en cambio, a 1961/2. En cuanto a próximos aumentos, los analistas suponen que serán todavía de otros 25 puntos básicos y, por ende, los tipos estarán en 3,5% a mediados de año. En ese caso, será cuestión de ver qué habrá ocurrido con la tasa larga clave (bonos de Tesorería a diez años), que ha pasado de 4,31% en diciembre a 4,53% promediando marzo.

En las discusiones internas, técnicos y ejecutivos del sistema señalan que las perspectivas inflacionarias son alcistas, por primera vez desde hace más de cuatro años. Como Wall Street, no toman muy en serio las felices estadísticas que viene fabricando el gobierno y ciertas usinas privadas. De cualquier modo, algunas están sujetas a ajustes retroactivos y, en ese punto, recuerdan las tácticas de Fiel o el Cema en apoyo de Domingo F.Cavallo, Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Pedro Pou (1991-99).

Existe otro dato, si se quiere político: tras nueve meses de sospechosa unanimidad, hay divergencias entre los directores del SRF. A Greenspan le será cada día más arduo lograr consensos porque, además de su retiro, el presidente para quien opera ya no puede aspirar a la reelección y su primer rival potencial republicano es todavía Rudolph Giuliani, personalidad opuesta a la de Bush o Richard Cheney. Por tanto, todos miran hacia Bernanke, eminencia gris de Greenspan y promotor de extrañas teorías panglosianas.

No obstante, Bernanke –en octubre- sostenía que aflojaba la recreación de empleo y había menor riesgo inflacionario, por lo cual el SRF debiera dejar de elevar tasas durante un tiempo. Después, tres sucesivos informes de Trabajo –postulando mayor generación de puestos laborales- salió en apoyo de los “ajustistas”. Según viene sucediendo desde los 80 en varios planos de gestión económica, financiera y empresaria, cualquier buena noticia sobre empleo o salarios se interpreta como síntoma inflacionario.

Tampoco puede decirse que el SRF sea un dechado de consistencia. Hasta junio, alertaba sobre un peligro deflacionario. Posteriormente, descubrió sutiles tendencias inflacionarias. Ya en vísperas de los comicios, postulaba una “tasa ideal” neutra, que no estimulase ni frenase la expansión del PBI. Pero la imaginaba entre 3 y 5% anual. Ahora, cuando al ritmo de ajustes proyecta 3,5% en junio y nada menos que 5% en diciembre, los estadígrafos no las tienen todas consigo.

Entretanto, los técnicos del SRF vuelven a hablar de “inflación moderada”. El índice subyacente de precios minoristas –excluye alimentos y combustibles- ha subido 0,2% en febrero, más de lo previsto. Ello llevaba la proyección anual a 2,4%. No es que ese indicador sea de mejor calidad que el general, pues sólo es un truco similar al inventado hace varios años en Argentina, el “índice minorista sin carnes”.

Por su parte, el sector privado mantiene sus habituales conductas. Así, le ha señalado a Greenspan que “a medida como pasa el tiempo, es más fácil transferir al público los aumentos de hidrocarburos, materias primas, insumos y servicios médicos”. Así lo reconoce el “libro beige” del SRF, entregado al Congreso ya en diciembre.

Los teóricos del SRF tienen ahora otros temas de qué preocuparse. Fundamentalmente, los enormes déficit fiscal y de pagos externos (juntos, suman US$ 3,96 billones, 33% del PBI) y su efecto más visible, la licuación internacional del dólar. Además, los crudos han rebotado a US$ 55.

La reelección de George W.Bush le permitió a Alan Greenspan –presidente del SRF, que se jubila en 2006- imponer una “visión salvajemente optimista” sobre ciertas variables económicas de fondo. No obstante, salvo Benjamin Bernanke (para quien la misión del mundo es financiar los déficit norteamericanos) las percepciones mayoritarias entre los trece componentes de la red no son las de hace un año ni coinciden con las de Greenspan.

Algunos miembros de la junta detectan (a) desaceleración en el crecimiento de la productividad (reducir planteles laborales, recurso monetarista clásico, empieza a ser contraproducente), (b) aumento de combustibles y materias primas, (c) nuevos indicadores de precios y la actitud de las grandes empresas. Si los directores del sistema mantienen esa tesitura –se verá en la reunión del martes 22-, habrá varios ajustes posteriores al descontado ahora.

Los mercados a término apuestan a que, en esta oportunidad, las dos tasas básicas pasen de 2,5 a 2,75% anual. Cabe recordar que este camino alcista partió, en julio, de 1%, piso desde igual mes de 1958. Los nuevos niveles remiten, en cambio, a 1961/2. En cuanto a próximos aumentos, los analistas suponen que serán todavía de otros 25 puntos básicos y, por ende, los tipos estarán en 3,5% a mediados de año. En ese caso, será cuestión de ver qué habrá ocurrido con la tasa larga clave (bonos de Tesorería a diez años), que ha pasado de 4,31% en diciembre a 4,53% promediando marzo.

En las discusiones internas, técnicos y ejecutivos del sistema señalan que las perspectivas inflacionarias son alcistas, por primera vez desde hace más de cuatro años. Como Wall Street, no toman muy en serio las felices estadísticas que viene fabricando el gobierno y ciertas usinas privadas. De cualquier modo, algunas están sujetas a ajustes retroactivos y, en ese punto, recuerdan las tácticas de Fiel o el Cema en apoyo de Domingo F.Cavallo, Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Pedro Pou (1991-99).

Existe otro dato, si se quiere político: tras nueve meses de sospechosa unanimidad, hay divergencias entre los directores del SRF. A Greenspan le será cada día más arduo lograr consensos porque, además de su retiro, el presidente para quien opera ya no puede aspirar a la reelección y su primer rival potencial republicano es todavía Rudolph Giuliani, personalidad opuesta a la de Bush o Richard Cheney. Por tanto, todos miran hacia Bernanke, eminencia gris de Greenspan y promotor de extrañas teorías panglosianas.

No obstante, Bernanke –en octubre- sostenía que aflojaba la recreación de empleo y había menor riesgo inflacionario, por lo cual el SRF debiera dejar de elevar tasas durante un tiempo. Después, tres sucesivos informes de Trabajo –postulando mayor generación de puestos laborales- salió en apoyo de los “ajustistas”. Según viene sucediendo desde los 80 en varios planos de gestión económica, financiera y empresaria, cualquier buena noticia sobre empleo o salarios se interpreta como síntoma inflacionario.

Tampoco puede decirse que el SRF sea un dechado de consistencia. Hasta junio, alertaba sobre un peligro deflacionario. Posteriormente, descubrió sutiles tendencias inflacionarias. Ya en vísperas de los comicios, postulaba una “tasa ideal” neutra, que no estimulase ni frenase la expansión del PBI. Pero la imaginaba entre 3 y 5% anual. Ahora, cuando al ritmo de ajustes proyecta 3,5% en junio y nada menos que 5% en diciembre, los estadígrafos no las tienen todas consigo.

Entretanto, los técnicos del SRF vuelven a hablar de “inflación moderada”. El índice subyacente de precios minoristas –excluye alimentos y combustibles- ha subido 0,2% en febrero, más de lo previsto. Ello llevaba la proyección anual a 2,4%. No es que ese indicador sea de mejor calidad que el general, pues sólo es un truco similar al inventado hace varios años en Argentina, el “índice minorista sin carnes”.

Por su parte, el sector privado mantiene sus habituales conductas. Así, le ha señalado a Greenspan que “a medida como pasa el tiempo, es más fácil transferir al público los aumentos de hidrocarburos, materias primas, insumos y servicios médicos”. Así lo reconoce el “libro beige” del SRF, entregado al Congreso ya en diciembre.

Los teóricos del SRF tienen ahora otros temas de qué preocuparse. Fundamentalmente, los enormes déficit fiscal y de pagos externos (juntos, suman US$ 3,96 billones, 33% del PBI) y su efecto más visible, la licuación internacional del dólar. Además, los crudos han rebotado a US$ 55.

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