Hubo una fuerte toma de posición en dólares de los bancos y las empresas

El BCRA siguió con preocupación la tendencia en el mercado local: alza de la divisa, ventas de títulos ajustados por inflación e interés por los bonos norteamericanos. El anuncio del controvertido IPC y la crisis energética aportaron incertidumbre.

6 julio, 2007

Un sorpresivo comportamiento alcista tuvo ayer el dólar, que cerró a $3,102 para la compra y 3.103 para la venta, en una jornada que se caracterizó por una fuerte corriente tomadora de divisas, que contrastó con el desprendimiento de títulos públicos, cuya caída fue del 1,9 %.

En gran parte, esta actitud de rechazo a la tenencia de esos activos se centró en los que ajustan por IPC, justo cuando el Indec difundió que en junio había subido 0,4 %, en medio de protestas de los empleados del organismo oficial, quienes denunciaron la manipulación estadística por sexto mes consecutivo desde la intervención por parte de la Secretaría de Comercio y el Ministerio de Economía.

En cambio, se mostró un creciente interés en los bonos del Tesoro de Estados Unidos, en los que la tasa a 10 años subió 5,14 %.

Si bien las disposiciones del Banco Central apuntaban a reforzar la compra de dólares por parte de bancos y empresas, la creciente cobertura de las posiciones de algunas de las entidades absorbió la fluida oferta de divisas, haciéndolas saltar de un modo que asustó a las autoridades.

En los medios financieros se comenta que recibieron llamados del Central para advertir que no especularan porque los estaban vigilando por las pantallas.

El repunte del dólar después de tres meses de baja constante tuvo que ver con la desaparición de las compras oficiales, que lleva dos días fuera del mercado.
La decisión del Banco Central fue transferir el rol regulador del tipo de cambio a los privados para evitar la emisión de moneda tendiente a adquirir los excedentes de divisas. Al parecer, la instrucción fue seguida más que a pies juntillas por los operadores privados, lo cual obligará a replantear la estrategia de enfriamiento de precios desplegada desde el BCRA.

También convergen dos factores que harán cambiar las condiciones en que se venía operando con el cambio: el superávit primario se encuentra en un punto muy bajo debido al año electoral, lo cual obliga a emitir la totalidad de la compra de reservas, al mismo tiempo que el saldo comercial se ha achicado, con la consecuente reducción en la oferta de dólares.

La incertidumbre que trae la crisis energética, y sobre todo, su repercusión en la producción, exacerba el ánimo empresarial, ya afectado por la inestabilidad de los precios.

De todos modos, la inflación real está muy por encima de la declarada por el Indec. Con proyectar el 0,4 % anunciado para junio, en el semestre se acumularían 3,9 %, que anualizada representa 8,8 %.

En cualquiera de las mediciones no controladas por el gobierno, el IPC ha crecido a tasas entre 26 y 32 % en estos últimos meses.

El parte oficial asigna 4,9 % al alza de los alimentos y bebidas, 4,8 % indumentaria, 4,5 % vivienda y servicios básicos, 5,1 % equipamiento y mantenimiento del hogar, 5,6 % educación y 5,4 % otros bienes y servicios.
Construcción también estuvo por encima de la media: 1,6 %.

Los empleados del Indec instalaron una radio abierta en paralelo con el anuncio oficial de la inflación, para denunciar que sigue la manipulación.
Daniel Fazio, delegado de ATE, señaló a la ministra de Economía, Felisa Miceli, y al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, como responsables directos de la destrucción del índice.

Por lo que pudo saberse, la candidata presidencial Cristina Kirchner, que transcurre cada vez más tiempo al lado del presidente en los actos de gobierno, reclamó una restauración de la confianza en el medidor oficial de inflación para cuando asuma la jefatura de Estado, si es que resulta electa.

La senadora ratificó en la intimidad del poder que pretende limpiar de funcionarios comprometidos con esta gestión su gobierno, a fin de que el cambio que se pregona sea llevado a la práctica, empezando por la eliminación de los ejecutores de la política llevada a cabo hasta ahora.

Un sorpresivo comportamiento alcista tuvo ayer el dólar, que cerró a $3,102 para la compra y 3.103 para la venta, en una jornada que se caracterizó por una fuerte corriente tomadora de divisas, que contrastó con el desprendimiento de títulos públicos, cuya caída fue del 1,9 %.

En gran parte, esta actitud de rechazo a la tenencia de esos activos se centró en los que ajustan por IPC, justo cuando el Indec difundió que en junio había subido 0,4 %, en medio de protestas de los empleados del organismo oficial, quienes denunciaron la manipulación estadística por sexto mes consecutivo desde la intervención por parte de la Secretaría de Comercio y el Ministerio de Economía.

En cambio, se mostró un creciente interés en los bonos del Tesoro de Estados Unidos, en los que la tasa a 10 años subió 5,14 %.

Si bien las disposiciones del Banco Central apuntaban a reforzar la compra de dólares por parte de bancos y empresas, la creciente cobertura de las posiciones de algunas de las entidades absorbió la fluida oferta de divisas, haciéndolas saltar de un modo que asustó a las autoridades.

En los medios financieros se comenta que recibieron llamados del Central para advertir que no especularan porque los estaban vigilando por las pantallas.

El repunte del dólar después de tres meses de baja constante tuvo que ver con la desaparición de las compras oficiales, que lleva dos días fuera del mercado.
La decisión del Banco Central fue transferir el rol regulador del tipo de cambio a los privados para evitar la emisión de moneda tendiente a adquirir los excedentes de divisas. Al parecer, la instrucción fue seguida más que a pies juntillas por los operadores privados, lo cual obligará a replantear la estrategia de enfriamiento de precios desplegada desde el BCRA.

También convergen dos factores que harán cambiar las condiciones en que se venía operando con el cambio: el superávit primario se encuentra en un punto muy bajo debido al año electoral, lo cual obliga a emitir la totalidad de la compra de reservas, al mismo tiempo que el saldo comercial se ha achicado, con la consecuente reducción en la oferta de dólares.

La incertidumbre que trae la crisis energética, y sobre todo, su repercusión en la producción, exacerba el ánimo empresarial, ya afectado por la inestabilidad de los precios.

De todos modos, la inflación real está muy por encima de la declarada por el Indec. Con proyectar el 0,4 % anunciado para junio, en el semestre se acumularían 3,9 %, que anualizada representa 8,8 %.

En cualquiera de las mediciones no controladas por el gobierno, el IPC ha crecido a tasas entre 26 y 32 % en estos últimos meses.

El parte oficial asigna 4,9 % al alza de los alimentos y bebidas, 4,8 % indumentaria, 4,5 % vivienda y servicios básicos, 5,1 % equipamiento y mantenimiento del hogar, 5,6 % educación y 5,4 % otros bienes y servicios.
Construcción también estuvo por encima de la media: 1,6 %.

Los empleados del Indec instalaron una radio abierta en paralelo con el anuncio oficial de la inflación, para denunciar que sigue la manipulación.
Daniel Fazio, delegado de ATE, señaló a la ministra de Economía, Felisa Miceli, y al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, como responsables directos de la destrucción del índice.

Por lo que pudo saberse, la candidata presidencial Cristina Kirchner, que transcurre cada vez más tiempo al lado del presidente en los actos de gobierno, reclamó una restauración de la confianza en el medidor oficial de inflación para cuando asuma la jefatura de Estado, si es que resulta electa.

La senadora ratificó en la intimidad del poder que pretende limpiar de funcionarios comprometidos con esta gestión su gobierno, a fin de que el cambio que se pregona sea llevado a la práctica, empezando por la eliminación de los ejecutores de la política llevada a cabo hasta ahora.

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