Golpe eufórico en las principales bolsas del mundo

Mientras Wall Street y Tokio prolongaban el feriado del lunes, ayer los mercados más relevantes (Londres, Fráncfort, San Pablo, Hongkong) subieron de 1,28 a 2,04%. Una bolsa de menor peso, Caracas, saltó 4,5%.

3 enero, 2007

Excesos de liquidez en los mercados de riesgo (no siempre en las economías reales) y la peligrosa fiebre de fusiones y adquisiciones, especialmente vía compras apalancadas, explican el notable desempeño del último trimestre y la burbuja eufórica del martes.

Sin embargo, como señala el “Wall Street journal” en la web, “esta corriente de fondos surte efectos a veces engañosos en los mercados bursátiles”. Por ejemplo, “los activos de mayor riesgo, verbigracia papeles de deuda cotizados en plazas volátiles, muestran precios apenas superiores a los bonos de Tesorería norteamericana, una colocación todavía mucho más segura”.

Como podía verse el martes, los mercados en desarrollo –el término “emergentes” es un recurso de marketing- pasan por una coyuntura positiva. Así, al finalizar 2006 habían subido, en grupo, 230% sobre los pisos de 2003. Naturalmente las plazas más salvajes (El Cairo, por ejemplo) muestran precios hasta catorce veces superiores a los de hace tres años. Por supuesto, la economía egipcia está muy por debajo de esas cifras.

Por razones distintas, un mercado chico -Buenos Aires- ha acumulado máximas durante la segunda mitad de 2006 a raíz de tres factores. Uno, que depende de San Pablo, que tuvo un año brillante. Dos, los buenos indicadores macroeconómicos argentinos. Tres, que la propia escasez de cotizantes deja la plaza en manos de dos o tres firmas hegemónicas; por ejemplo, Tenaris.

Volviendo a los fondos de cubertura –usan derivados- y especulativos, mal llamados “de capital privado” (como si los demás fuesen de capital público o estatal), se ven inquietantemente líquidos. De acuerdo con un nuevo informe de JP Morgan Securities, ese sector orilla los tres billones de dólares en disponibilidades. Por supuesto, se trata de capitales financieros, no ligados necesariamente a la economía física.

Sea como fuere, este fenómeno parece tener aire para rato. Inclusive los bancos centrales mayores y los analistas sistémicos no detectan signos de que el auge de liquidez especulativa y el clima eufórico vayan a disiparse en un plazo razonable. A menos que se produzca un cimbronazo en todo el sistema. Pero, según apunta Well Capital Management, “el repunte de activos lleva siete años en Estados Unidos, pero los ajustes alcistas de la Reserva Federal acumulan dos y medio. Aun con la tasa corta elevándose en diecisiete ocasiones, no parece ceder la liquidez financiera”.

Existen empero dos factores curiosamente soslayados en estos análisis. Uno es el perpetuo avance de los déficit norteamericanos (fiscal, comercial, pagos externos) bajo George W.Bush. Otro es la extrema volatitidad geopolítica global. Justo mientras las bolsas destapaban champagne, el martes, Washington resolvía involucrarse todavía más en el lodazal de la guerra civil iraquí.

Excesos de liquidez en los mercados de riesgo (no siempre en las economías reales) y la peligrosa fiebre de fusiones y adquisiciones, especialmente vía compras apalancadas, explican el notable desempeño del último trimestre y la burbuja eufórica del martes.

Sin embargo, como señala el “Wall Street journal” en la web, “esta corriente de fondos surte efectos a veces engañosos en los mercados bursátiles”. Por ejemplo, “los activos de mayor riesgo, verbigracia papeles de deuda cotizados en plazas volátiles, muestran precios apenas superiores a los bonos de Tesorería norteamericana, una colocación todavía mucho más segura”.

Como podía verse el martes, los mercados en desarrollo –el término “emergentes” es un recurso de marketing- pasan por una coyuntura positiva. Así, al finalizar 2006 habían subido, en grupo, 230% sobre los pisos de 2003. Naturalmente las plazas más salvajes (El Cairo, por ejemplo) muestran precios hasta catorce veces superiores a los de hace tres años. Por supuesto, la economía egipcia está muy por debajo de esas cifras.

Por razones distintas, un mercado chico -Buenos Aires- ha acumulado máximas durante la segunda mitad de 2006 a raíz de tres factores. Uno, que depende de San Pablo, que tuvo un año brillante. Dos, los buenos indicadores macroeconómicos argentinos. Tres, que la propia escasez de cotizantes deja la plaza en manos de dos o tres firmas hegemónicas; por ejemplo, Tenaris.

Volviendo a los fondos de cubertura –usan derivados- y especulativos, mal llamados “de capital privado” (como si los demás fuesen de capital público o estatal), se ven inquietantemente líquidos. De acuerdo con un nuevo informe de JP Morgan Securities, ese sector orilla los tres billones de dólares en disponibilidades. Por supuesto, se trata de capitales financieros, no ligados necesariamente a la economía física.

Sea como fuere, este fenómeno parece tener aire para rato. Inclusive los bancos centrales mayores y los analistas sistémicos no detectan signos de que el auge de liquidez especulativa y el clima eufórico vayan a disiparse en un plazo razonable. A menos que se produzca un cimbronazo en todo el sistema. Pero, según apunta Well Capital Management, “el repunte de activos lleva siete años en Estados Unidos, pero los ajustes alcistas de la Reserva Federal acumulan dos y medio. Aun con la tasa corta elevándose en diecisiete ocasiones, no parece ceder la liquidez financiera”.

Existen empero dos factores curiosamente soslayados en estos análisis. Uno es el perpetuo avance de los déficit norteamericanos (fiscal, comercial, pagos externos) bajo George W.Bush. Otro es la extrema volatitidad geopolítica global. Justo mientras las bolsas destapaban champagne, el martes, Washington resolvía involucrarse todavía más en el lodazal de la guerra civil iraquí.

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