Fondos privados de capital, nuevos gigantes de la especulación

Como los fondos de cubertura, que operan con derivados, los de capital privado no aportar valor agregado a las empresas. La compran con sus propias deudas, las ponen en orden y las revenden.

25 enero, 2007

El mayor de la categoría, Blackstone Group, elevó de US$ 15.000 a 20.000 millones su masa de maniobras. Dado que este tipo de fondos se dedica a compras apalancadas –financiadas mediante el endeudamiento de la compañía adquirida-, ese monto significa mucho más de lo que parece.

A fines de 2006, entonces, el norteamericano BG estaba la cabeza. Lo seguían el británico TPG Partners (US$ 14.500 millones), Permira Europe (EE.UU., 12.100 millones), Apollo Investment (EE.UU., 10.100 millones), GS Capital Partners (GB, 8.500 millones), Four Cinven (EE.UU., 8.300 millones), Bain Capital (EE.UU, 8.100 millones), Warburg Pincus (EE.UU., 8.000 millones), Carlyle Partners (EE.UU., 7.900 millones) y First Reserve (EE.UU., 7.600 millones). Por alguna razón, KKR y Texas Pacific -dos pesos pesados- no figuran en la lista de Thomson Financial.

Sin duda, esta práctica vive un gran momento, entre los elogios de gurúes y analistas bursátiles, pero ante la desconfianza de economistas serios. Medios como “Financial times” o “Wall Street journal” apoyan editorialmente la variante. Esos fondos adquieren firmas cotizantes en bolsa, las hacen emitir nueva deuda y, en tren de tornarlas más rentables, recortan todo tipo de gastos –laborales, en particular- para revenderlas con grandes ganancias. Esas diferencias ingresan al fondo como masa de maniobra.

Merced a su creciente liquidez financiera, estas sociedades estudian posibles compras de empresas cuyo valor bursátil orille o supere los US$ 50.000 millones. En teoría, entonces, los fondos especulativos podrían quedarse con presas como McDonald’s, General Motors, Ford, Vivendi, Unilever o alguna petrolera. En ciertos casos, eso provocaría tormentas sociopolíticas nada desdeñables. No obstante, lo común es que la dirigencia política o gremial no se ocupe de estas cosas.

Hasta ahora, empero, la mayor operación apalancada continúa siendo RJR Nabisco, tomada en 1988 por Kohlberg Kravis Roberts (KKR). Pero sus US$ 25.000 millones no fueron aportados por el fondo, sino endeudando la compañía. Mucho después, en 2002-6, la generalidad de fondos dobló o triplicó masas de maniobra y se hizo muy peligrosa.

Surge aquí otro gran factor de riesgo: las firmas de capital privado recaudan dinero de inversores millonarios, pero también de fondos jubilatorios y universidades. Dejando de lado que una institución educativa –aunque sea privada- no debiera especular en el mercado, los fondos de pensión juegan con el futuro de millones y la gente lo ignora.

Durante el año pasado, estos fondos han captado una masa de maniobra superior a US$ 160.000 millones. En cuanto a compras apalancadas, sumaban US$ 430.000 millones, la mitad en Estados Unidos. Más aún: en e decenio 1997-2006, este tipo de sociedades obtuvo una renta anual de 16,5%, monto absolutamente desmedido para un segmento que no aporta valor agregado a la economía real. Para comprobarlo, basta seguir la trayectoria bursátil de compañías saneadas y revendidas.

El mayor de la categoría, Blackstone Group, elevó de US$ 15.000 a 20.000 millones su masa de maniobras. Dado que este tipo de fondos se dedica a compras apalancadas –financiadas mediante el endeudamiento de la compañía adquirida-, ese monto significa mucho más de lo que parece.

A fines de 2006, entonces, el norteamericano BG estaba la cabeza. Lo seguían el británico TPG Partners (US$ 14.500 millones), Permira Europe (EE.UU., 12.100 millones), Apollo Investment (EE.UU., 10.100 millones), GS Capital Partners (GB, 8.500 millones), Four Cinven (EE.UU., 8.300 millones), Bain Capital (EE.UU, 8.100 millones), Warburg Pincus (EE.UU., 8.000 millones), Carlyle Partners (EE.UU., 7.900 millones) y First Reserve (EE.UU., 7.600 millones). Por alguna razón, KKR y Texas Pacific -dos pesos pesados- no figuran en la lista de Thomson Financial.

Sin duda, esta práctica vive un gran momento, entre los elogios de gurúes y analistas bursátiles, pero ante la desconfianza de economistas serios. Medios como “Financial times” o “Wall Street journal” apoyan editorialmente la variante. Esos fondos adquieren firmas cotizantes en bolsa, las hacen emitir nueva deuda y, en tren de tornarlas más rentables, recortan todo tipo de gastos –laborales, en particular- para revenderlas con grandes ganancias. Esas diferencias ingresan al fondo como masa de maniobra.

Merced a su creciente liquidez financiera, estas sociedades estudian posibles compras de empresas cuyo valor bursátil orille o supere los US$ 50.000 millones. En teoría, entonces, los fondos especulativos podrían quedarse con presas como McDonald’s, General Motors, Ford, Vivendi, Unilever o alguna petrolera. En ciertos casos, eso provocaría tormentas sociopolíticas nada desdeñables. No obstante, lo común es que la dirigencia política o gremial no se ocupe de estas cosas.

Hasta ahora, empero, la mayor operación apalancada continúa siendo RJR Nabisco, tomada en 1988 por Kohlberg Kravis Roberts (KKR). Pero sus US$ 25.000 millones no fueron aportados por el fondo, sino endeudando la compañía. Mucho después, en 2002-6, la generalidad de fondos dobló o triplicó masas de maniobra y se hizo muy peligrosa.

Surge aquí otro gran factor de riesgo: las firmas de capital privado recaudan dinero de inversores millonarios, pero también de fondos jubilatorios y universidades. Dejando de lado que una institución educativa –aunque sea privada- no debiera especular en el mercado, los fondos de pensión juegan con el futuro de millones y la gente lo ignora.

Durante el año pasado, estos fondos han captado una masa de maniobra superior a US$ 160.000 millones. En cuanto a compras apalancadas, sumaban US$ 430.000 millones, la mitad en Estados Unidos. Más aún: en e decenio 1997-2006, este tipo de sociedades obtuvo una renta anual de 16,5%, monto absolutamente desmedido para un segmento que no aporta valor agregado a la economía real. Para comprobarlo, basta seguir la trayectoria bursátil de compañías saneadas y revendidas.

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