Fondos especulativos: quieren un 2007 no tan calmo como 2006

“El año pasado las tendencias globales no favorecieron los fondos de cobertura (derivados). Pero muchos gestores esperan que el actual sea más volátil, o sea mejor para los negocios”.

20 febrero, 2007

Así señalan informes de Crédit Suisse, el fondo británico NewFinance Capital o los inversores millonarios consultados por Deutsche Bank. Parte de esta selecta comunidad, no obstante, sacó notables ventajas de los fondos de capital privado. Esto es, los especialistas en compras apalancadas.

Para algunos, es un tema técnico, identificado con las llamadas “macroestrategias globales”. Una de las primeras ensayadas por fondos de cobertura –derivativos ligados a futuros y opciones, o sea aire-, les depararon cuantiosas ganancias a megafinancistas tan audaces como George Sörös o Warren Buffett. Básicamente, consisten en complejas apuestas sobre tendencias vía colocaciones en divisas, tasas, títulos y otros instrumentos.

Esta máquina especulativa tomó más cuerpo cuando, desde 2001/2, se le sumaron grandes fondos jubilatorios, cuyos administradores juegan el futuro de los aportantes (quienes en general no saben qué le ocurre a su dinero). A diferencia de los expertos en compras apalancadas, que brillan desde 2005, los de cobertura tuvieron años muy buenos -retornos de 13 a 18% anual en 2002, 2003 y 2004- y otros no tanto (7,5 a 8,3% en 2005 y 2006).

Lo de 2006 fue cuestión de expectativas imaginarias: los jugadores esperaban un año mucho más inestable de lo que fue en la economía norteamericana. Dicho de otro modo, lo que es positivo para el mundo real es negativo para el mundo de especulación virtual. Sucede que la macroestrategia presupone amplias, a veces traumáticas oscilaciones. Si los valores no suben ni bajan abruptamente, no existe potencial de buenos negocios con derivados.

Tal vez 2007 sea mucho mejor. Varios analistas pronostican mayor volatilidad, alza de interese por parte de bancos centrales –si bien la Reserva Federal apunta en sentido opuesto-, endeudamiento personal récord en EE.UU., más quebrantos y un parate económico. En síntesis, el escenario ideal para una macroestrategia especulativa.

“Las principales economías mundiales están menos sincronizadas y eso genera oportunidades”, proclama eufórico Neil Meadows, de NewFinance. Similar entusiasmo cunde entre los sondeados por Deustche Bank. El canal favorito en 2007 es bursátil: consiste en vender acciones prestadas con la idea de substituirlas por esos mismos títulos a precio más barato y hacer diferencia. Cuando la apuesta sale al revés o se licúa, queda un tendal.

Expertos menos dados a ilusiones creen que, aún si las cosas salen como los especuladores esperan, los macroestrategas globales no harán diferencia tan fácilmente. Dado que existe una inmensa gama de posturas distintas, los retornos pueden ser desiguales. Normalmente, estos fondos ludópatas funcionan bien en crisis financiera y mal cuando sus gestores apuestan y se equivocan. El 8,3% de retorno en 2006 resultó, a la sazón, inferior al de la cartera Standard&Poor’s 500 (13,6%).

Así señalan informes de Crédit Suisse, el fondo británico NewFinance Capital o los inversores millonarios consultados por Deutsche Bank. Parte de esta selecta comunidad, no obstante, sacó notables ventajas de los fondos de capital privado. Esto es, los especialistas en compras apalancadas.

Para algunos, es un tema técnico, identificado con las llamadas “macroestrategias globales”. Una de las primeras ensayadas por fondos de cobertura –derivativos ligados a futuros y opciones, o sea aire-, les depararon cuantiosas ganancias a megafinancistas tan audaces como George Sörös o Warren Buffett. Básicamente, consisten en complejas apuestas sobre tendencias vía colocaciones en divisas, tasas, títulos y otros instrumentos.

Esta máquina especulativa tomó más cuerpo cuando, desde 2001/2, se le sumaron grandes fondos jubilatorios, cuyos administradores juegan el futuro de los aportantes (quienes en general no saben qué le ocurre a su dinero). A diferencia de los expertos en compras apalancadas, que brillan desde 2005, los de cobertura tuvieron años muy buenos -retornos de 13 a 18% anual en 2002, 2003 y 2004- y otros no tanto (7,5 a 8,3% en 2005 y 2006).

Lo de 2006 fue cuestión de expectativas imaginarias: los jugadores esperaban un año mucho más inestable de lo que fue en la economía norteamericana. Dicho de otro modo, lo que es positivo para el mundo real es negativo para el mundo de especulación virtual. Sucede que la macroestrategia presupone amplias, a veces traumáticas oscilaciones. Si los valores no suben ni bajan abruptamente, no existe potencial de buenos negocios con derivados.

Tal vez 2007 sea mucho mejor. Varios analistas pronostican mayor volatilidad, alza de interese por parte de bancos centrales –si bien la Reserva Federal apunta en sentido opuesto-, endeudamiento personal récord en EE.UU., más quebrantos y un parate económico. En síntesis, el escenario ideal para una macroestrategia especulativa.

“Las principales economías mundiales están menos sincronizadas y eso genera oportunidades”, proclama eufórico Neil Meadows, de NewFinance. Similar entusiasmo cunde entre los sondeados por Deustche Bank. El canal favorito en 2007 es bursátil: consiste en vender acciones prestadas con la idea de substituirlas por esos mismos títulos a precio más barato y hacer diferencia. Cuando la apuesta sale al revés o se licúa, queda un tendal.

Expertos menos dados a ilusiones creen que, aún si las cosas salen como los especuladores esperan, los macroestrategas globales no harán diferencia tan fácilmente. Dado que existe una inmensa gama de posturas distintas, los retornos pueden ser desiguales. Normalmente, estos fondos ludópatas funcionan bien en crisis financiera y mal cuando sus gestores apuestan y se equivocan. El 8,3% de retorno en 2006 resultó, a la sazón, inferior al de la cartera Standard&Poor’s 500 (13,6%).

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