FMI: optimista en escala global, pero cauto ante Argentina

El Fondo Monetario Internacional mantiene su optimismo sobre el crecimiento mundial: 3,7% en el año. Pero hay más probabilidades de que la realidad quede por debajo de la proyección. De paso, se confirman inminentes novedades en Argentina.

9 enero, 2003

Thomas C. Dawson, director de relaciones exteriores y portavoz oficial del FMI exponía el jueves 8 ante un simposio en Hongkong. Allí indicó que las economías de Asia oriental y sudoriental posiblemente registren mejores tasas de expansión que el resto. De paso, confirmó que el organismo no planea revisar estimaciones con vistas a la próxima reunión de directorio (abril) y dijo que una misión del Fondo viajará a Buenos Aires.

El vocero no quiso comentar el impacto de las amplias rebajas tributarias propuestas por George W. Bush en Estados Unidos. Sin embargo, Dawson recalcó que “el ritmo de recuperación en las principales economías es más bien tibio y aún predominan los factores negativos”. Los tres peligros claves son: ulterior aumento del petróleo –aunque el Fondo se niegue a pronunciar palabras como “guerra” o “Iraq”-, terrorismo en gran escala (es la única entidad multilateral que lo define como riesgo financiero) y mayor deflación en Japón. Así como Anne Krueger jamás menciona el déficit de pagos norteamericano (siete billones de dólares), el FMI no tiene presente la deflación en EE.UU.

Naturalmente, Dawson insistió por enésima vez en que Tokio aumente liquidez y oferta monetaria en forma agresiva. En esto, la entidad acompaña a banqueros privados y firmas bursátiles occidentales. También coincide con las tres agencias calificadoras –Moody’s, Standard & Poor’s, Fitch- que ubican los bonos japoneses en nivel africano, sin recordar que esa economía tiene alto superávit externo en pagos y comercio, además de un ahorro interno cuya masa (diez billones de dólares) casi iguala al PBI estadounidense.

El Fondo anticipa que la economía china seguirá expandiéndose a razón de 7-8% anual. En tanto, Hongkong, Surcorea, Singapur y Taiwán lo harán entre 3,5 y 6% este año. Para Malasia, Filipinas, Vietnam e Indonesia, se espera alrededor de 4%, ritmo que sube a 6% para India, con Bangladesh, Ceilán (Sri Lanka) y Pakistán a medio camino. No obstante, Huang Yping, econometrista de Salomon Smith Barney (Citigroup) para el área, proyecta apenas 2,5% de crecimiento medio global y regional, pero lo eleva a 7,6% para China. Coincide con Dawson en un punto: “los riesgos actuales son más geopolíticos y sociales que económicos o financieros”, con lo cual pasa por alto la política económica de EE.UU.

En realidad, la extensa exposición de Dawson ante el Foreign Correspondents´ Club en Hongkong era otro esfuerzo de relaciones públicas por parte del FMI, organismo muy criticado por su conducta durante la crisis sistémica de 1997/8, iniciada en el sudeste asiático. Dentro y fuera de la zona, el Fondo fue acusado de imponer, casi en secreto, políticas erráticas y contraproducentes. De hecho, Malasia –que no las aceptó- ha quedado en mejor situación que Tailandia o Indonesia. El ejecutivo señaló que la entidad aprecia ahora –con notable retraso- las ventajas de mayor flexibilidad fiscal, monetaria y cambiaria en las primeras fases de una crisis.

Aun así, Dawson reiteró que Argentina se había equivocado al abandonar la convertibilidad y devaluar en la primera semana de 2002. Ese país “debió mantener el régimen cambiario, pero reduciendo el déficit fiscal y buscando formas no inflacionarias de financiarlo. Desde 1996, eso no se hacía por incapacidad política, no técnica”. Pese a todo, durante 2002 la situación fue estabilizándose, mientras el FMI mezquinaba asistencia y planteaba constantemente nuevas exigencias, no siempre claras ni explícitas.

Sea como fuere, desde Hongkong se confirmó que funcionarios del Fondo volverán pronto a Buenos Aires para discutir un acuerdo de alcance limitado. “Queremos ver en Argentina superávit fiscal y una política monetaria estable”, sostuvo Dawson.

Thomas C. Dawson, director de relaciones exteriores y portavoz oficial del FMI exponía el jueves 8 ante un simposio en Hongkong. Allí indicó que las economías de Asia oriental y sudoriental posiblemente registren mejores tasas de expansión que el resto. De paso, confirmó que el organismo no planea revisar estimaciones con vistas a la próxima reunión de directorio (abril) y dijo que una misión del Fondo viajará a Buenos Aires.

El vocero no quiso comentar el impacto de las amplias rebajas tributarias propuestas por George W. Bush en Estados Unidos. Sin embargo, Dawson recalcó que “el ritmo de recuperación en las principales economías es más bien tibio y aún predominan los factores negativos”. Los tres peligros claves son: ulterior aumento del petróleo –aunque el Fondo se niegue a pronunciar palabras como “guerra” o “Iraq”-, terrorismo en gran escala (es la única entidad multilateral que lo define como riesgo financiero) y mayor deflación en Japón. Así como Anne Krueger jamás menciona el déficit de pagos norteamericano (siete billones de dólares), el FMI no tiene presente la deflación en EE.UU.

Naturalmente, Dawson insistió por enésima vez en que Tokio aumente liquidez y oferta monetaria en forma agresiva. En esto, la entidad acompaña a banqueros privados y firmas bursátiles occidentales. También coincide con las tres agencias calificadoras –Moody’s, Standard & Poor’s, Fitch- que ubican los bonos japoneses en nivel africano, sin recordar que esa economía tiene alto superávit externo en pagos y comercio, además de un ahorro interno cuya masa (diez billones de dólares) casi iguala al PBI estadounidense.

El Fondo anticipa que la economía china seguirá expandiéndose a razón de 7-8% anual. En tanto, Hongkong, Surcorea, Singapur y Taiwán lo harán entre 3,5 y 6% este año. Para Malasia, Filipinas, Vietnam e Indonesia, se espera alrededor de 4%, ritmo que sube a 6% para India, con Bangladesh, Ceilán (Sri Lanka) y Pakistán a medio camino. No obstante, Huang Yping, econometrista de Salomon Smith Barney (Citigroup) para el área, proyecta apenas 2,5% de crecimiento medio global y regional, pero lo eleva a 7,6% para China. Coincide con Dawson en un punto: “los riesgos actuales son más geopolíticos y sociales que económicos o financieros”, con lo cual pasa por alto la política económica de EE.UU.

En realidad, la extensa exposición de Dawson ante el Foreign Correspondents´ Club en Hongkong era otro esfuerzo de relaciones públicas por parte del FMI, organismo muy criticado por su conducta durante la crisis sistémica de 1997/8, iniciada en el sudeste asiático. Dentro y fuera de la zona, el Fondo fue acusado de imponer, casi en secreto, políticas erráticas y contraproducentes. De hecho, Malasia –que no las aceptó- ha quedado en mejor situación que Tailandia o Indonesia. El ejecutivo señaló que la entidad aprecia ahora –con notable retraso- las ventajas de mayor flexibilidad fiscal, monetaria y cambiaria en las primeras fases de una crisis.

Aun así, Dawson reiteró que Argentina se había equivocado al abandonar la convertibilidad y devaluar en la primera semana de 2002. Ese país “debió mantener el régimen cambiario, pero reduciendo el déficit fiscal y buscando formas no inflacionarias de financiarlo. Desde 1996, eso no se hacía por incapacidad política, no técnica”. Pese a todo, durante 2002 la situación fue estabilizándose, mientras el FMI mezquinaba asistencia y planteaba constantemente nuevas exigencias, no siempre claras ni explícitas.

Sea como fuere, desde Hongkong se confirmó que funcionarios del Fondo volverán pronto a Buenos Aires para discutir un acuerdo de alcance limitado. “Queremos ver en Argentina superávit fiscal y una política monetaria estable”, sostuvo Dawson.

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