¿Estará agotándose la edad áurea de las compras apalancadas?

Objetivamente, resulta aún imposible pronosticar el fin de la burbuja que armaron los fondos de capital cerrado. Vale decir, el auge de compras apalancadas desencadenado hace menos de dos años, lapso realmente efímero.

3 junio, 2007

No obstante, surgen algunos indicios. La obsesión, desde fines de 2005, era adquirir cuantas sociedades sea posible para, después, emitir sobre ellas deuda, reducir sus costos, achicarlas y revenderlas al mejor postor. Parece un dislate y, tal vez, acabe siéndolo.

Por de pronto, desde abril varios grandes fondos del negocio empiezan a trasuntar enfoques divergentes. Hace pocas semanas, a la sazón, Henry Kravis (confundador de Kohlberg Kravis Roberts, KKR) seguía aferrado a la idea dorada. Mientras tanto, Timothy Collins (Ripplewood Holdings) admitía: “vivimos una burbuja que puede terminar mal”. David Rubenstein (Carlyle Group, nada menos) comparte los temores de Collins. A su juicio, “debemos preparar a la gente para afrontar el fracaso de ciertas compras apalancadas. La codicia impulsa a decisiones imprudentes”.

Algunos expertos sospechan que la compra de Chrysler Group (80,1%) por Cerberus Capital Management puede ser el punto de inflexión, pues el futuro del activo es poco claro. Si crece, la cautela de algunos protagonistas puede afectar dos burbujas bursátiles dependientes, las de Wall Street y Londres. Sucede que una idea común a ambas es que el capital cerrado seguirán comprando tanto malos activos -simplemente porque son baratos- y buena compañìas, porque son oportunidades. Pero éstas pueden agotarse. El contexto recesivo de la economía norteamericana tampoco ayuda.

En cinco meses de 2007, las compras apalancadas acumularon más de US$ 281.000 millones. La cifra representa 35% de fusiones y adquisiciones, 16% más que en todo 2006. Pero, como Carlyle –no figura entre los diez acuerdos mayores en Estados Unidos-, algunos fondos se alejan de la burbuja. Otro gigante, Blackstone Group, sólo participó en uno de ellos. A la inversa, KKR ha hecho US$ 120.000 millones en compras apalancadas, sin contar TXU (32.000 millones) y Alltel (27.000 millones), en alianza con Goldman Sachs Capital.

Texas Pacific Group –ahora “disfrazado” de TPG- muestra asimismo signos de cautela. En mayo, verbigracia, hizo una movida al revés: vendió una importante masa de acciones que poseía en ON Semiconductor y MEMC Electronic Materials. Las había adquirido en 1999 y 2001. “Ha llegado el momento de vender, no ya de comprar”, señalaba un informe de KPS Capital Partners, otro fondo cerrado.

“Hace un par de años, enfriábamos los motore. En 2006, volvíamos a calentarlos. Hoy –admite David Bonderman confundador de TPG- cualquier operación puede salir mal y es preciso andar con pies de plomo”.

No obstante, surgen algunos indicios. La obsesión, desde fines de 2005, era adquirir cuantas sociedades sea posible para, después, emitir sobre ellas deuda, reducir sus costos, achicarlas y revenderlas al mejor postor. Parece un dislate y, tal vez, acabe siéndolo.

Por de pronto, desde abril varios grandes fondos del negocio empiezan a trasuntar enfoques divergentes. Hace pocas semanas, a la sazón, Henry Kravis (confundador de Kohlberg Kravis Roberts, KKR) seguía aferrado a la idea dorada. Mientras tanto, Timothy Collins (Ripplewood Holdings) admitía: “vivimos una burbuja que puede terminar mal”. David Rubenstein (Carlyle Group, nada menos) comparte los temores de Collins. A su juicio, “debemos preparar a la gente para afrontar el fracaso de ciertas compras apalancadas. La codicia impulsa a decisiones imprudentes”.

Algunos expertos sospechan que la compra de Chrysler Group (80,1%) por Cerberus Capital Management puede ser el punto de inflexión, pues el futuro del activo es poco claro. Si crece, la cautela de algunos protagonistas puede afectar dos burbujas bursátiles dependientes, las de Wall Street y Londres. Sucede que una idea común a ambas es que el capital cerrado seguirán comprando tanto malos activos -simplemente porque son baratos- y buena compañìas, porque son oportunidades. Pero éstas pueden agotarse. El contexto recesivo de la economía norteamericana tampoco ayuda.

En cinco meses de 2007, las compras apalancadas acumularon más de US$ 281.000 millones. La cifra representa 35% de fusiones y adquisiciones, 16% más que en todo 2006. Pero, como Carlyle –no figura entre los diez acuerdos mayores en Estados Unidos-, algunos fondos se alejan de la burbuja. Otro gigante, Blackstone Group, sólo participó en uno de ellos. A la inversa, KKR ha hecho US$ 120.000 millones en compras apalancadas, sin contar TXU (32.000 millones) y Alltel (27.000 millones), en alianza con Goldman Sachs Capital.

Texas Pacific Group –ahora “disfrazado” de TPG- muestra asimismo signos de cautela. En mayo, verbigracia, hizo una movida al revés: vendió una importante masa de acciones que poseía en ON Semiconductor y MEMC Electronic Materials. Las había adquirido en 1999 y 2001. “Ha llegado el momento de vender, no ya de comprar”, señalaba un informe de KPS Capital Partners, otro fondo cerrado.

“Hace un par de años, enfriábamos los motore. En 2006, volvíamos a calentarlos. Hoy –admite David Bonderman confundador de TPG- cualquier operación puede salir mal y es preciso andar con pies de plomo”.

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