En Wall Street, optimismo es esperar un poco de inflación

Por una parte, la palabra “estanflación” ya no es tabú entre gurúes y analistas del mercado. Por el otro, eso y un desinfle de la burbuja inmobiliaria no afectarán –empero- la economía. Así dicen los nuevos optimistas.

5 julio, 2006

En el fondo, el mercado trata de persuadirse de que ni siquiera una mezcla de brote inflacionario y desinfle en bienes raíces logrará frenar en serio la economía física del país. No habrá, pues, estanflación sino momentos difíciles para Benjamin Bernanke, el nuevo y poco admirado jefe del Sistema de Reserva Federal.

Sondeos de Bloomberg, el “Wall Street journal” y el “Financial times” son llamativamente coincidentes. Quizá porque se han hecho entre el mismo centenar de gurúes que prosperan en Wall Street. No obstante, las tres muestras señalan que la economía real está en un punto de inflexión y el semestre arranca con dudas. La expansión parece perder ritmo, mientras la inflación tiende a ganarlo. Tanto la ficticia (el índice “pelado”, sin alimentos, energía ni combustibles) como la verdadera, o sea el índice general de precios al consumidor.

Los principales intermediarios bursátiles neoyorquinos sostienen que no hay estanflación, sino dos problemas distintos en la mesa del SRF: menor crecimiento e inflación en alza. Tocante al producto bruto interno, en general suponen que habrá aumentado menos de 3% anual en el segundo trimestre, contra un exagerado 5,5% en enero-marzo. En cuanto al nuevo semestre, el ritmo tal vez no llegue a 2,8% anual. Por ende, la expansión del primer semestre orillará 4/4,2%. Pero, para enero-junio de 2007, ese guarismo quizá se contraiga a 2,6/2,7% anual.

Respecto de inflación, la mayoría absoluta de consultados en los sondeos (66 a 75%) espera que los precios minoristas y mayoristas se descontrolen y, luego, cedan. Por ende, se pronostica un IPC de hasta 3,1% anual en noviembre próximo y, sin el menor asidero racional, una media de 2,5% para el decenio 2007-16. Esto levanta sospechas, porque hace mucho que nadie formula proyecciones sobre lapsos tan amplios.

Más plausible resulta la inquietud ante los precios de energía y combustibles, su impacto en consumidores ya muy endeudados –en Estados Unidos el ahorro interno, público o privado, ha desaparecido hace años-y un auge inmobiliario que parece ir en declive. En resumen, la economía norteamericana se torna más vulnerable a crisis inesperadas, tanto adentro como afuera. Ahora bien, la hostilidad del mercado a Bernanke hace que, en estas encuestas, el riesgo mayor no sean los hidrocarburos o nuevas guerras, sino potenciales errores en política monetaria. Inclusive allegados a Henry Paulson, el alfil de Goldman Sachs en Hacienda, advierten que, si la tasa básica pasase de 6% en un plazo razonable, el país entraría en recesión.

En el fondo, el mercado trata de persuadirse de que ni siquiera una mezcla de brote inflacionario y desinfle en bienes raíces logrará frenar en serio la economía física del país. No habrá, pues, estanflación sino momentos difíciles para Benjamin Bernanke, el nuevo y poco admirado jefe del Sistema de Reserva Federal.

Sondeos de Bloomberg, el “Wall Street journal” y el “Financial times” son llamativamente coincidentes. Quizá porque se han hecho entre el mismo centenar de gurúes que prosperan en Wall Street. No obstante, las tres muestras señalan que la economía real está en un punto de inflexión y el semestre arranca con dudas. La expansión parece perder ritmo, mientras la inflación tiende a ganarlo. Tanto la ficticia (el índice “pelado”, sin alimentos, energía ni combustibles) como la verdadera, o sea el índice general de precios al consumidor.

Los principales intermediarios bursátiles neoyorquinos sostienen que no hay estanflación, sino dos problemas distintos en la mesa del SRF: menor crecimiento e inflación en alza. Tocante al producto bruto interno, en general suponen que habrá aumentado menos de 3% anual en el segundo trimestre, contra un exagerado 5,5% en enero-marzo. En cuanto al nuevo semestre, el ritmo tal vez no llegue a 2,8% anual. Por ende, la expansión del primer semestre orillará 4/4,2%. Pero, para enero-junio de 2007, ese guarismo quizá se contraiga a 2,6/2,7% anual.

Respecto de inflación, la mayoría absoluta de consultados en los sondeos (66 a 75%) espera que los precios minoristas y mayoristas se descontrolen y, luego, cedan. Por ende, se pronostica un IPC de hasta 3,1% anual en noviembre próximo y, sin el menor asidero racional, una media de 2,5% para el decenio 2007-16. Esto levanta sospechas, porque hace mucho que nadie formula proyecciones sobre lapsos tan amplios.

Más plausible resulta la inquietud ante los precios de energía y combustibles, su impacto en consumidores ya muy endeudados –en Estados Unidos el ahorro interno, público o privado, ha desaparecido hace años-y un auge inmobiliario que parece ir en declive. En resumen, la economía norteamericana se torna más vulnerable a crisis inesperadas, tanto adentro como afuera. Ahora bien, la hostilidad del mercado a Bernanke hace que, en estas encuestas, el riesgo mayor no sean los hidrocarburos o nuevas guerras, sino potenciales errores en política monetaria. Inclusive allegados a Henry Paulson, el alfil de Goldman Sachs en Hacienda, advierten que, si la tasa básica pasase de 6% en un plazo razonable, el país entraría en recesión.

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