En Francia, los ejecutivos también marchan presos

Un tribunal penal de París les aplicó a tres ex directivos de la petrolera Elf hasta cinco años de cárcel y cuantiosas multas. Así culmina uno de los mayores escándalos empresarios en la historia francesa.

12 noviembre, 2003

Tras un proceso por demás breve, donde no faltaron ejemplos de mezquindad,
corrupción política y vida rumbosa, fueron condenados a cinco años
Loïk LeFloch-Prigent (ex presidente de Elf) y su segundo, Alfred Sirven.
Ambas multas -o sus embargos preventivos- llegan a € 375.000.

Pero, además, fueron procesadas 35 personas, aunque ninguna recibió
sentencias tan duras. “LeFloch-Prigent era la fuente de casi todos los desfalcos
e irregularidades en aras del enriquecimiento personal”, opinó el
juez Michel Desplan.

El magistrado le dedicó un párrafo de los fundamentos a la ex esposa
del ex CEO, “por su perniciosa influencia. Incluyendo una desmedida indemnización
por divorcio, financiada -a instancias suyas- con fondos de Elf”.

Estos dictámenes son los primeros en un complejo caso por desfalco, pero
bastaron para sacudir a la opinión pública pintando la carrera del
ex CEO y su acólito. Impresionan sus nexos y tratos turbios con la “élite”
de la política y los negocios.

No le fue posible a la prensa hablar con LeFloch-Prigent, porque -desde febrero-
cumple una sentencia de prisión anterior (30 meses), también relacionada
con delitos cometidos en perjuicio de Elf. En resumen, 37 ex directivos, ejecutivos
y gerentes están acusados o han sido condenados por haber sacado de la
empresa varios millones de euro entre 1989 y 1993.

Como en un escándalo rival y contemporáneo -Crédit Lyonnais-,
la historia incluye compra de favores políticos, sobornos y vidas fastuosas
a costa de Elf, por entonces todavía estatal (como también lo era
el CL).

El proceso puso en la picota a allegados del actual presidente, Jacques Chirac,
su ex rival y antecesor (el difunto François Mitterrand) y altos dirigentes
de gobiernos africanos. Los paralelos con el caso CL se detienen ahí. A
diferencia de LeFloch-Prigent, Jean-Claude Trichet (ex CEO del CL, gobernador
del Banco de Francia durante el escándalo y después) fue premiado
con la presidencia del Banco Central Europeo.

Tras un proceso por demás breve, donde no faltaron ejemplos de mezquindad,
corrupción política y vida rumbosa, fueron condenados a cinco años
Loïk LeFloch-Prigent (ex presidente de Elf) y su segundo, Alfred Sirven.
Ambas multas -o sus embargos preventivos- llegan a € 375.000.

Pero, además, fueron procesadas 35 personas, aunque ninguna recibió
sentencias tan duras. “LeFloch-Prigent era la fuente de casi todos los desfalcos
e irregularidades en aras del enriquecimiento personal”, opinó el
juez Michel Desplan.

El magistrado le dedicó un párrafo de los fundamentos a la ex esposa
del ex CEO, “por su perniciosa influencia. Incluyendo una desmedida indemnización
por divorcio, financiada -a instancias suyas- con fondos de Elf”.

Estos dictámenes son los primeros en un complejo caso por desfalco, pero
bastaron para sacudir a la opinión pública pintando la carrera del
ex CEO y su acólito. Impresionan sus nexos y tratos turbios con la “élite”
de la política y los negocios.

No le fue posible a la prensa hablar con LeFloch-Prigent, porque -desde febrero-
cumple una sentencia de prisión anterior (30 meses), también relacionada
con delitos cometidos en perjuicio de Elf. En resumen, 37 ex directivos, ejecutivos
y gerentes están acusados o han sido condenados por haber sacado de la
empresa varios millones de euro entre 1989 y 1993.

Como en un escándalo rival y contemporáneo -Crédit Lyonnais-,
la historia incluye compra de favores políticos, sobornos y vidas fastuosas
a costa de Elf, por entonces todavía estatal (como también lo era
el CL).

El proceso puso en la picota a allegados del actual presidente, Jacques Chirac,
su ex rival y antecesor (el difunto François Mitterrand) y altos dirigentes
de gobiernos africanos. Los paralelos con el caso CL se detienen ahí. A
diferencia de LeFloch-Prigent, Jean-Claude Trichet (ex CEO del CL, gobernador
del Banco de Francia durante el escándalo y después) fue premiado
con la presidencia del Banco Central Europeo.

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