El FMI negociará y se diluyen rumores sobre Lavagna y Ãlvarez

El FMI negociará y se diluyen rumores sobre Lavagna y Álvarez

16 julio, 2005

La campaña de opinión de días atyrás no duró. El ministro de Economía no proyectaba una dimisión y el directorio del Fondo resolvió abrir tratativas con Argentina. También es esfuna la candidatura de Carlos Álvarez a cancillería-

“El ministro no viajó a China para reflexionar sobre si renuncia o no. Los subsidios agrícolas son mucho más relevantes”, señalaban el martes allegados suyos, mientras circulaban versiones. Originadas, al parecer, en dos fuentes: la alta burocracia del FMI y columnistas locales allegados a Nicola Stock, coordinador de un “lobby” que no les perdonan a Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen haber llevado a buen puerto la restructuración de la deuda titulizada.

Curiosamente, casi la misma frase aparecía en algunos medios: “Roberto Lavagna medita, en oriente, sobre su continuidad en el gabinete, ante el cisma en el justicialismo y sus efectos en la gobernabilidad”. Pero el ministro no tenía tiempo para filosofar mientras se reunía con autoridades chinas, inversores diversos y autoridades de la tambaleante Organización Mundial de Comercio (OMC).

Por otra parte, Lavagna también estaba pendiente de otro cónclave, el celebrado en Dalian (China) entre ministros de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Ahí se trataba la propuesta de Argentiona, Brasil, Sudáfrica, China e India para negociar en serio una paulatina eliminación de subsidios agrícolas. “De estas tratativas dependen muchas cosas –decían cerca del titular económico-, entre ellas el destino de la OMC”.

Finalmente, las tres potencias decidieron aceptar la “hoja de ruta”, pues significa “una salida para abrir negociaciones”, admitió Robert Portman, representante comercial viajero de Washington. O sea, sucesor del duro Robert Zoellick. Lo que sí se oyó comentar en los pasillos es el contraste entre el denso, pesado aparato comercial argentino –que no consigue hacer trabajar a los diplomáticos profesionales- y el norteamericano, chico y dinámico.

En verdad, la iniciativa analizada por EE.UU., Japón y la UE fue subscripta por el Grupo de los 20 y representa un compromiso entre Bruselas (quería un recorte parcial e indiscriminado de subsidios- y los exportadores agrícolas (Australia, Argentina, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica). Éstos preferían rebajas considerables en los aranceles. La propuesta final los divide en cinco bandas y luego aplica recortes uniformes.

En cuanto al FMI, también había versiones interesadas. Algunos espacios, inspirados en una minuta personal de Anup Singh, sostenían que la junta no estaba segura de abrir tratativas. Por su parte, operadores del mercado abierto y gente próxima a Guillermo Nielsen creían que el propósito real del organismo no era frustrar negociaciones, sino lo inverso: asegurar una estrategia de salida que les salve la cara a sus propios jerárquicos.

La ola de versiones no paraba ahí. Una audaz columnista del “Wall Street Journal” llegó a afirmar que, para Washington y Londres, Néstor Kirchner y su gobierno no son aliados fiables en la lucha contra el terrorismo. Se basaba en la negativa de una extradición pedida por Chile (originada en la justicia, no en el gobierno) y en un artículo inspirados por un financista todavía bajo proceso en un boletín del microcentro. Fuera de ahí, sólo un diario trasandino otrora incondicional a Augusto Pinochet reprodujo el suelto.

La campaña de opinión de días atyrás no duró. El ministro de Economía no proyectaba una dimisión y el directorio del Fondo resolvió abrir tratativas con Argentina. También es esfuna la candidatura de Carlos Álvarez a cancillería-

“El ministro no viajó a China para reflexionar sobre si renuncia o no. Los subsidios agrícolas son mucho más relevantes”, señalaban el martes allegados suyos, mientras circulaban versiones. Originadas, al parecer, en dos fuentes: la alta burocracia del FMI y columnistas locales allegados a Nicola Stock, coordinador de un “lobby” que no les perdonan a Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen haber llevado a buen puerto la restructuración de la deuda titulizada.

Curiosamente, casi la misma frase aparecía en algunos medios: “Roberto Lavagna medita, en oriente, sobre su continuidad en el gabinete, ante el cisma en el justicialismo y sus efectos en la gobernabilidad”. Pero el ministro no tenía tiempo para filosofar mientras se reunía con autoridades chinas, inversores diversos y autoridades de la tambaleante Organización Mundial de Comercio (OMC).

Por otra parte, Lavagna también estaba pendiente de otro cónclave, el celebrado en Dalian (China) entre ministros de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Ahí se trataba la propuesta de Argentiona, Brasil, Sudáfrica, China e India para negociar en serio una paulatina eliminación de subsidios agrícolas. “De estas tratativas dependen muchas cosas –decían cerca del titular económico-, entre ellas el destino de la OMC”.

Finalmente, las tres potencias decidieron aceptar la “hoja de ruta”, pues significa “una salida para abrir negociaciones”, admitió Robert Portman, representante comercial viajero de Washington. O sea, sucesor del duro Robert Zoellick. Lo que sí se oyó comentar en los pasillos es el contraste entre el denso, pesado aparato comercial argentino –que no consigue hacer trabajar a los diplomáticos profesionales- y el norteamericano, chico y dinámico.

En verdad, la iniciativa analizada por EE.UU., Japón y la UE fue subscripta por el Grupo de los 20 y representa un compromiso entre Bruselas (quería un recorte parcial e indiscriminado de subsidios- y los exportadores agrícolas (Australia, Argentina, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica). Éstos preferían rebajas considerables en los aranceles. La propuesta final los divide en cinco bandas y luego aplica recortes uniformes.

En cuanto al FMI, también había versiones interesadas. Algunos espacios, inspirados en una minuta personal de Anup Singh, sostenían que la junta no estaba segura de abrir tratativas. Por su parte, operadores del mercado abierto y gente próxima a Guillermo Nielsen creían que el propósito real del organismo no era frustrar negociaciones, sino lo inverso: asegurar una estrategia de salida que les salve la cara a sus propios jerárquicos.

La ola de versiones no paraba ahí. Una audaz columnista del “Wall Street Journal” llegó a afirmar que, para Washington y Londres, Néstor Kirchner y su gobierno no son aliados fiables en la lucha contra el terrorismo. Se basaba en la negativa de una extradición pedida por Chile (originada en la justicia, no en el gobierno) y en un artículo inspirados por un financista todavía bajo proceso en un boletín del microcentro. Fuera de ahí, sólo un diario trasandino otrora incondicional a Augusto Pinochet reprodujo el suelto.

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