EE.UU.: ¿qué deparará la economía? ¿sólo augurios color rosa?

Gurúes y adivinos de Wall Street se limitan a asegurar que 2006 no acarreará una recesión. Pero el futuro dista de ser claro y sus pronósticos no suenan muy convincentes.

27 diciembre, 2005

No obstante, repitiendo un rito típico de las fiestas, Alan Greenpan –a criterio de economistas serios, recibe elogios inmerecidos en vísperas de jubilarse- y los analistas favoritos del mercado sostienen que todo marcha bien. Pero no niegan el riesgo de retroceso en los próximos meses. En buena medida, es acción psicológica: buscan que Benjamin Bernanke, sucesor del prócer en la Reserva Federal, detenga los ajustes alcistas en tasas básicas.

Como recuerdan los escépticos que, a la sazón, Greenspan se ha equivocado varias veces durante su excesivamente larga tenida al frente del emisor. Por ejemplo, a principios de 2001 afirmaba que no habría recesión, pero la hubo y llegó hasta principios de 2003.

Tratar de predecir recesiones –un esfuerzo que agota a los pronosticadores- no sirve realmente de mucho. Más sensato es preguntarse si, en 2006, el crecimiento real se acelerará, se frenará o se estancará, en términos de producto bruto interno a dólares constantes. En este plano y contra recientes estadísticas oficiales o presunciones del Banco Mundial y la OCDE, los síntomas a mano (combustibles todavía caros, volatilidad de la burbuja inmobiliaria, endeudamiento federal) apuntan a menor ritmo expansivo: quizá 3 a 3,2%.

En la óptica bursátil, ese tipo de perspectivas suele preparar el escenario de una ulterior recesión. En cualquier caso, presionará a la baja las cotizaciones pero si, en efecto, la sigue una fase recesiva, las acciones rebotarán hacia arriba. ¿Por qué? Porque, entretanto, habrán cedido el desempleo, las tasas y, con ellos, los costos salariales y crediticios de las empresas (aunque también lo hará el consumo).

Por supuesto, eso disgusta a los gurúes. “Obsederse con la recesión es un grave error”, predica Joseph Ellis, ex adalid de la extinta “nueva economía” y de Goldman Sachs. “Debemos decir, en realidad, menor tasa de crecimiento, o sea cambiar de lenguaqje”, arguye desde una postura un poco ingenua. Yendo más lejos, Ellis se imagina que “la orientación de la economía es fácil de adivinar. Basta con olvidarse de la recesión y mirar más allá de los números semanales o mensuales”. La felicidad está a la vuelta de la esquina, porque “Greenspan y Bernanke no sabrá más que cualquier inversor”…

Sin embargo, el alegre arúspice es un pesimista: augura apenas 2% de avance en el PBI durante 2006. Vale decir, se opone al Banco Mundial (3,6%), la OCDE (3,4%) y la última encuesta hecha por la Reserva Federal de Filadelfia (un exagerado 3,8%).

No obstante, repitiendo un rito típico de las fiestas, Alan Greenpan –a criterio de economistas serios, recibe elogios inmerecidos en vísperas de jubilarse- y los analistas favoritos del mercado sostienen que todo marcha bien. Pero no niegan el riesgo de retroceso en los próximos meses. En buena medida, es acción psicológica: buscan que Benjamin Bernanke, sucesor del prócer en la Reserva Federal, detenga los ajustes alcistas en tasas básicas.

Como recuerdan los escépticos que, a la sazón, Greenspan se ha equivocado varias veces durante su excesivamente larga tenida al frente del emisor. Por ejemplo, a principios de 2001 afirmaba que no habría recesión, pero la hubo y llegó hasta principios de 2003.

Tratar de predecir recesiones –un esfuerzo que agota a los pronosticadores- no sirve realmente de mucho. Más sensato es preguntarse si, en 2006, el crecimiento real se acelerará, se frenará o se estancará, en términos de producto bruto interno a dólares constantes. En este plano y contra recientes estadísticas oficiales o presunciones del Banco Mundial y la OCDE, los síntomas a mano (combustibles todavía caros, volatilidad de la burbuja inmobiliaria, endeudamiento federal) apuntan a menor ritmo expansivo: quizá 3 a 3,2%.

En la óptica bursátil, ese tipo de perspectivas suele preparar el escenario de una ulterior recesión. En cualquier caso, presionará a la baja las cotizaciones pero si, en efecto, la sigue una fase recesiva, las acciones rebotarán hacia arriba. ¿Por qué? Porque, entretanto, habrán cedido el desempleo, las tasas y, con ellos, los costos salariales y crediticios de las empresas (aunque también lo hará el consumo).

Por supuesto, eso disgusta a los gurúes. “Obsederse con la recesión es un grave error”, predica Joseph Ellis, ex adalid de la extinta “nueva economía” y de Goldman Sachs. “Debemos decir, en realidad, menor tasa de crecimiento, o sea cambiar de lenguaqje”, arguye desde una postura un poco ingenua. Yendo más lejos, Ellis se imagina que “la orientación de la economía es fácil de adivinar. Basta con olvidarse de la recesión y mirar más allá de los números semanales o mensuales”. La felicidad está a la vuelta de la esquina, porque “Greenspan y Bernanke no sabrá más que cualquier inversor”…

Sin embargo, el alegre arúspice es un pesimista: augura apenas 2% de avance en el PBI durante 2006. Vale decir, se opone al Banco Mundial (3,6%), la OCDE (3,4%) y la última encuesta hecha por la Reserva Federal de Filadelfia (un exagerado 3,8%).

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades