Duras críticas de Sörös, mientras los crudos rozan US$ 100 el barril

Tras largo silencio, el megafinancista denuncia: “Estados Unidos sobrendeuda por meterse en guerras remotas y va a una desaceleración superior a la que suponen Benjamin Bernanke o los mercados”. La doble crisis y el petróleo agravan el cuadro.

8 noviembre, 2007

El WTI cerró a US$ 96,80 (7-XI), luego de un pico nominal de 99,50. Entretanto, los temores recesivos llevaron el euro a otro récord absoluto, US$ 1,465. A 830 la onza, el oro marcaba máximos en 28 años y no estaba lejos del absoluto (US$ 850, 20/I/80).

La cercanía de los cien dólares por barril, en el caso de los tejanos intermedios (Nueva York), infla los valores para entrega en quince y treinta días. La extrema debilidad del dólar y existencias de refinados apenas para lo justo antes de empezar el invierno boreal acentuaban el sesgo alcista. En realidad, con el Brent nórdico (Londres) en su propio pico, US$ 93,30, el WTI llegó a rozar los cien, para replegarse un poco. Sea como fuere, estos niveles nominales se aproximan al récord (1980) que, en dólares constantes, se hallaría ahora en US$ 102 a 110. Depende de los cálculos circulantes.

Otro factor en la corrida hacia productos primarios y bonos de tesorería reside en el creciente escepticismo respecto de las colocaciones bursátiles, especialmente en Wall Street. Los diarios maquillajes de indicadores y otras maniobras para prolongar burbujas o frenar retrocesos no ocultan un problema de fondo: nadie sabe cuándo ni cómo acabarán las crisis de malas hipotecas y de liquidez financiera. El desplome, en pocos días, de Merrill Lynch y Citigroup ha puesto muy nerviosa a mucha gente.

En cuanto a combustibles, las vísperas invernales se hacen sentir. El departamento federal del ramo estima que la demanda de petróleo –en las economías centrales- alcanzará 40.000 barriles diarios este trimestre y el siguiente.

Exponiendo en la universidad de Nueva York, George Sörös hizo responsables de las actuales turbulencias en los mercados financieros y físicos al propio gobierno de George W.Bush. El magnate vincula las guerras en Iraq y Afganistán-Pakistán con la creciente vulnerabilidad de la economía norteamericana, vía un sobrendeudamiento externo “al cual Bernanke, Henry Paulson y otros no dan importancia”.

Varios analistas europeos temen que, en su punto actual, la mezcla de dólar débil y petróleo caro sea por demás letal para el primero. Si bien hay similitudes con las dos crisis de los años 70, ahora un factor se ha dado vuelta: la economía norteamericana es más vulnerable que la del resto del mundo. Una moneda tan endeble no puede reflejar esa solidez o robustez –palabreja en boga- que Washington, el Fondo Monetario o la OCDE imaginan.

Quizá por ello, esta vez (7/XI), Wall Street no haya logrado inflar indicadores al cierre. Otro componente de hace 30 años que hoy sólo existe en las cabezas de Benjamin Bernanke (Reserva Federal), Jean-Claude Trichet (Banco Central europeo) y Mervyn King (Banco de Inglaterra) es la inflación como riesgo dominante. Ya lo ha dicho Mario Draghi, presidente de Banca d’Italia: en verdad, el aumento de crudos, metales y euro no refleja inflación potencial, sino debilidad de la economía estadounidense, reflejada en el dólar”.

Ello les da la razón a los emiratos del golfo Pérsico, Rusia. Irán y Venezuela: es hora de que el dólar deje de emplearse para tarifar hidrocarburos y otros activos físicos. Dicho de otro modo, se deteriora la confianza exterior en la economía norteamericana, afectada por grandes empresas en problemas (GM no endilgar quebrantos por US$ 39.000 millones a la atención médica de jubilados), bancas y firmas de valores en graves aprietos, crisis hipotecaria y financiera.

El WTI cerró a US$ 96,80 (7-XI), luego de un pico nominal de 99,50. Entretanto, los temores recesivos llevaron el euro a otro récord absoluto, US$ 1,465. A 830 la onza, el oro marcaba máximos en 28 años y no estaba lejos del absoluto (US$ 850, 20/I/80).

La cercanía de los cien dólares por barril, en el caso de los tejanos intermedios (Nueva York), infla los valores para entrega en quince y treinta días. La extrema debilidad del dólar y existencias de refinados apenas para lo justo antes de empezar el invierno boreal acentuaban el sesgo alcista. En realidad, con el Brent nórdico (Londres) en su propio pico, US$ 93,30, el WTI llegó a rozar los cien, para replegarse un poco. Sea como fuere, estos niveles nominales se aproximan al récord (1980) que, en dólares constantes, se hallaría ahora en US$ 102 a 110. Depende de los cálculos circulantes.

Otro factor en la corrida hacia productos primarios y bonos de tesorería reside en el creciente escepticismo respecto de las colocaciones bursátiles, especialmente en Wall Street. Los diarios maquillajes de indicadores y otras maniobras para prolongar burbujas o frenar retrocesos no ocultan un problema de fondo: nadie sabe cuándo ni cómo acabarán las crisis de malas hipotecas y de liquidez financiera. El desplome, en pocos días, de Merrill Lynch y Citigroup ha puesto muy nerviosa a mucha gente.

En cuanto a combustibles, las vísperas invernales se hacen sentir. El departamento federal del ramo estima que la demanda de petróleo –en las economías centrales- alcanzará 40.000 barriles diarios este trimestre y el siguiente.

Exponiendo en la universidad de Nueva York, George Sörös hizo responsables de las actuales turbulencias en los mercados financieros y físicos al propio gobierno de George W.Bush. El magnate vincula las guerras en Iraq y Afganistán-Pakistán con la creciente vulnerabilidad de la economía norteamericana, vía un sobrendeudamiento externo “al cual Bernanke, Henry Paulson y otros no dan importancia”.

Varios analistas europeos temen que, en su punto actual, la mezcla de dólar débil y petróleo caro sea por demás letal para el primero. Si bien hay similitudes con las dos crisis de los años 70, ahora un factor se ha dado vuelta: la economía norteamericana es más vulnerable que la del resto del mundo. Una moneda tan endeble no puede reflejar esa solidez o robustez –palabreja en boga- que Washington, el Fondo Monetario o la OCDE imaginan.

Quizá por ello, esta vez (7/XI), Wall Street no haya logrado inflar indicadores al cierre. Otro componente de hace 30 años que hoy sólo existe en las cabezas de Benjamin Bernanke (Reserva Federal), Jean-Claude Trichet (Banco Central europeo) y Mervyn King (Banco de Inglaterra) es la inflación como riesgo dominante. Ya lo ha dicho Mario Draghi, presidente de Banca d’Italia: en verdad, el aumento de crudos, metales y euro no refleja inflación potencial, sino debilidad de la economía estadounidense, reflejada en el dólar”.

Ello les da la razón a los emiratos del golfo Pérsico, Rusia. Irán y Venezuela: es hora de que el dólar deje de emplearse para tarifar hidrocarburos y otros activos físicos. Dicho de otro modo, se deteriora la confianza exterior en la economía norteamericana, afectada por grandes empresas en problemas (GM no endilgar quebrantos por US$ 39.000 millones a la atención médica de jubilados), bancas y firmas de valores en graves aprietos, crisis hipotecaria y financiera.

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