Dólar: responsable de sus propios problemas

En general, los analistas creen que el problema es la extrema vulnerabilidad del dólar, no la fortaleza del euro, el franco suizo, la esterlina ni el yen. “Si no –se pregunta Nomura Securities- ¿por qué el yüan renmin’bi sigue tan bajo?”.

15 diciembre, 2003

Por encima de US$ 1,23, el euro es un riesgo para sus doce adherentes (Eurolandia).
Tampoco es cómodo para el Banco de Japón (central) comprar miles
de millones de dólares para que esta moneda no se desplome a menos de ¥
100. Por su parte, Londres no quisiera una libra a más de US$ 1,60 y ahora
roza 1,75. Sólo Suiza, por sus peculiaridades -economía física
pequeña, enorme sector financiero globalizado-, no pierde el sueño
con un dólar barato.

Alan Greenspan, CEO del Sistema de Reserva Federal (SRF), insiste en lo que
él mismo llama “negligencia benigna”. Vale decir, una política
de tasas referenciales exiguas (apenas 1% anual, piso desde 1958), orientada
a sostener un incipiente repunte económico. Por lo menos hasta los comicios
de noviembre, pues todo tiende -en EE.UU.- a la obsesión reelectoral
de George W. Bush.

Mientras Irak y Afganistán dejen de parecerse a Somalía y Osama
bin Laden siga actuando, Washington dispone sólo de la captura de Saddam
y relativos éxitos económicos para mantener o conquistar votos.
Pero los bajos intereses estimulan un desmedido consumo interno basado no en
el ahorro, sino en el endeudamiento vía dinero plástico, crédito
hipotecario, etc.

A esos factores se agrega un déficit fiscal proyectado en medio billón
para el ejercicio 2004 (octubre último a septiembre) y uno de US$ 5,5
billones en balanza de pagos. Todo eso desalienta la inversión externa
directa (IED) en una economía que precisa US$ 1.700 millones diarios
para financiar sus rojos sistémicos.

Greenspan, cuya imagen como banquero serio viene licuándose desde agosto,
afirma que la blandura monetaria “estimulará la económica,
debido al aumento de productividad”. Pero este fenómeno deriva del
alto desempleo relativo (5,9%, contra 4,2% al asumir Bush), no a la inversión:
las empresas recortan costos despidiendo gente, produciendo o tercerizando en
el extranjero.

Este fin de semana, varias firmas de valores no descartaban que el euro llegase
pronto a US$ 1,25. En esa hipótesis, Eurolandia podría apelar
a todo tipo de subsidios y trabas comerciales indirectas para frenar una eventual
ola de importaciones originadas en EE.UU. Algunos observadores alemanes y británicos
temen que la guerra comercial resultante se politice velozmente.

Por de pronto, París y Bonn sospechan la mano de Washington tras la
dureza de España y Polonia -dos aliados en Irak-, que acaba de frenar
las negociaciones constitucionales para la “Europa de los 25”. No
parece sensato, en efecto, que una economía secundaria dentro de la UE
(Madrid) y una economía retrasada (Varsovia) pretendan derechos de voto
similares al de Alemania.

Ahora bien ¿qué pueden hacer los grandes bancos centrales mientras
el SRF siga acompañando la campaña de Bush? Poco, si su instrumento
es sólo la compra de dólares, ya que ésta tiene límites.
No todos pueden imitar a Tokio, que terminará el año con US$ 175.000
millones más en caja. Bien visto, Japón habrá aportado
US$ 479,5 millones diarios, o sea, 28,2% de aquel hueco en IED…

Los monetaristas ortodoxos identifican debilidad del dólar con solidez
de la economía estadounidense, pero confunden fortaleza con la volátil
euforia en Wall Street o indicadores no siempre fiables. El propio comité
de mercado abierto (SRF) estima -contra la opinión “política”
de Greenspan- que recién a fines de 2005 habrá repunte firme del
empleo.

En cuanto a los otros emisores, su capacidad de comprar dólares no es
ilimitada, ni mucho menos. El bloque Japón-Surcorea-Taiwán-Hongkong
reunía casi US$ 600.000 millones a fines de noviembre. En conjunto, los
bancos centrales del mundo acumulaban US$ 2,9 billones. Esto y la masa de bonos
de Tesorería (deuda federal por US$ 1,3 billón) en poder extranjero
demuestran que la hegemonía estadounidense se cifra en tres planos -militar,
tecnológico, empresario-, pero no se proyecta al monetario.

Por encima de US$ 1,23, el euro es un riesgo para sus doce adherentes (Eurolandia).
Tampoco es cómodo para el Banco de Japón (central) comprar miles
de millones de dólares para que esta moneda no se desplome a menos de ¥
100. Por su parte, Londres no quisiera una libra a más de US$ 1,60 y ahora
roza 1,75. Sólo Suiza, por sus peculiaridades -economía física
pequeña, enorme sector financiero globalizado-, no pierde el sueño
con un dólar barato.

Alan Greenspan, CEO del Sistema de Reserva Federal (SRF), insiste en lo que
él mismo llama “negligencia benigna”. Vale decir, una política
de tasas referenciales exiguas (apenas 1% anual, piso desde 1958), orientada
a sostener un incipiente repunte económico. Por lo menos hasta los comicios
de noviembre, pues todo tiende -en EE.UU.- a la obsesión reelectoral
de George W. Bush.

Mientras Irak y Afganistán dejen de parecerse a Somalía y Osama
bin Laden siga actuando, Washington dispone sólo de la captura de Saddam
y relativos éxitos económicos para mantener o conquistar votos.
Pero los bajos intereses estimulan un desmedido consumo interno basado no en
el ahorro, sino en el endeudamiento vía dinero plástico, crédito
hipotecario, etc.

A esos factores se agrega un déficit fiscal proyectado en medio billón
para el ejercicio 2004 (octubre último a septiembre) y uno de US$ 5,5
billones en balanza de pagos. Todo eso desalienta la inversión externa
directa (IED) en una economía que precisa US$ 1.700 millones diarios
para financiar sus rojos sistémicos.

Greenspan, cuya imagen como banquero serio viene licuándose desde agosto,
afirma que la blandura monetaria “estimulará la económica,
debido al aumento de productividad”. Pero este fenómeno deriva del
alto desempleo relativo (5,9%, contra 4,2% al asumir Bush), no a la inversión:
las empresas recortan costos despidiendo gente, produciendo o tercerizando en
el extranjero.

Este fin de semana, varias firmas de valores no descartaban que el euro llegase
pronto a US$ 1,25. En esa hipótesis, Eurolandia podría apelar
a todo tipo de subsidios y trabas comerciales indirectas para frenar una eventual
ola de importaciones originadas en EE.UU. Algunos observadores alemanes y británicos
temen que la guerra comercial resultante se politice velozmente.

Por de pronto, París y Bonn sospechan la mano de Washington tras la
dureza de España y Polonia -dos aliados en Irak-, que acaba de frenar
las negociaciones constitucionales para la “Europa de los 25”. No
parece sensato, en efecto, que una economía secundaria dentro de la UE
(Madrid) y una economía retrasada (Varsovia) pretendan derechos de voto
similares al de Alemania.

Ahora bien ¿qué pueden hacer los grandes bancos centrales mientras
el SRF siga acompañando la campaña de Bush? Poco, si su instrumento
es sólo la compra de dólares, ya que ésta tiene límites.
No todos pueden imitar a Tokio, que terminará el año con US$ 175.000
millones más en caja. Bien visto, Japón habrá aportado
US$ 479,5 millones diarios, o sea, 28,2% de aquel hueco en IED…

Los monetaristas ortodoxos identifican debilidad del dólar con solidez
de la economía estadounidense, pero confunden fortaleza con la volátil
euforia en Wall Street o indicadores no siempre fiables. El propio comité
de mercado abierto (SRF) estima -contra la opinión “política”
de Greenspan- que recién a fines de 2005 habrá repunte firme del
empleo.

En cuanto a los otros emisores, su capacidad de comprar dólares no es
ilimitada, ni mucho menos. El bloque Japón-Surcorea-Taiwán-Hongkong
reunía casi US$ 600.000 millones a fines de noviembre. En conjunto, los
bancos centrales del mundo acumulaban US$ 2,9 billones. Esto y la masa de bonos
de Tesorería (deuda federal por US$ 1,3 billón) en poder extranjero
demuestran que la hegemonía estadounidense se cifra en tres planos -militar,
tecnológico, empresario-, pero no se proyecta al monetario.

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