De una forma u otra, los nuevos rescates huelen a estatización
Desde septiembre, hacienda y la Reserva Federal salen a salvar malos banqueros. Todavía evitan hablar de nacionalización. En verdad, están estatizando entidades, pero a los anglosajones les cuesta diferenciar ambos conceptos.
17 enero, 2009
Sea como fuere, Henry Paulson, Benjamín Bernake y sus afines monetaristas en el gobierno entrante (Paul Volcker, Timothy Geithner, Lawrence Summers) ya no pueden disimular. Los masivos rescates de Citigroup -US$ 45.000 millones pero 6,7 veces más en activos tóxicos- y Bank of America (135/140.000 millones e total) trasuntan una forma nada sutil de estatización. Pero, claro, sus promotores y beneficiarios niegan que sea una nacionalización.
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<p> Fieles a un mito creado por el propio negocio, Barack Obama y su equipo se encuentran antes “bancos demasiado grandes para dejarlos caer”. Al fin del siglo XIX, Alfred Marshall ya explicaba que no era así. Hoy, esos mismos bancos no pueden contra una retracción económica que sigue erosionándoles el capital operativo.</p>
<p> Particularmente en el caso de Citigroup, las pérdidas han llegado al punto de tornar matemáticamente imposible que el estado inyecte más fondos necesarios sin tomar el control del paquete societario o, al menos, arrinconar a los accionistas subsistentes. Vale decir, estatizar el banco.</p>
<p> Entretanto, las nuevas normas adoptadas para librar los US$ 344.000 millones restantes del megarrescate financiero original (694.000 millones) no dejan lugar a dudas. En mensaje al congreso, Barack Obama (no George W.Bush) plantea un papel más activo del estado –confundiéndolo con el gobierno- en el sector privado. Desde dividendos a accionistas hasta remuneraciones de los ejecutivos.</p>
<p> “Empezamos a recorrer una senda similar a la del presidente Andrew Jackson (1829/37), cuando cerró el Second National Bank”, subraya Gerard Cassidy, analista de RCB Capital Markets “Vale decir, volvemos a un gobierno federal que controla entidades financieras comerciales”.</p>
<p> En ese contexto, los casi US$ 140.000 millones del paquete para auxiliar Bank of America (primero del país), inclusive aportes de capital y absorción de pérdidas, y los 45.000 millones para Citigroup –parte de un rescate por 300.000 millones- son una complicada gimnasia. Su objeto es inyectar fondos sin aparecer tomando control accionario.</p>
<p> Pero el mecanismo adoptado es por demás obvio. Hacienda y la Reserva Federal estructuran esos convenios como seguros, en forma de grandes paquetes con los activos más tóxicos de cada entidad. En vez de colocar miles de millones extraídos al contribuyente –recurso típico de Paulson y Bernanke-, esencialmente se libra a los bancos de sus peores activos, que pasan al estado.</p>
<p> A criterio de varios expertos, el problema es que el truco sólo enmascare los riesgos que recaerán sobre los contribuyentes. Si los títulos garantidos por el estado resultan sin valor, el costo de los seguros será prohibitivo y muy superior al de un salvamento liso y llano. Cabe señalar que legisladore de ambos partidos vienen acusando a Paulsos y Bernanke por entregar cuantiosos fondos a los bancos si exigirles hacer responsables de sus errores. Ahora, Obama y sus asesores convencieron a un bloque decisivo del congreso para apoyar su variante.</p>
<p> Pero Bernanke no ceja, Aprovechando que su mandato expira recién en enero próximo, formula propuestas propias. Una consiste en colocar todos los activos tóxicos de una entidad un “banco agregado” (o “de pecadores”, como ironizan algunos), no obligado a congelar reservas en previsión de pérdidas adicionales. Típico de un universitario sin experiencia directa en el mercado, el esquema ofrece demasiadas formas de ocultar problemas y riesgos reales para el contribuyente. Además ¿cómo combinan estas ideas con un programa de estímulos por US$ 775/825.000 millones para la economía real o con el gigantesco déficit fiscal legado por Bush?</p>