Crudos: no se los busca ni se explotan reservas conocidas

Desde 2000, las petroleras en general ya no invierten en exploración acompañando el alza de precios. Es como si quisieran crear un déficit estructural de oferta que les asegurase crecientes márgenes y el control de los mercados.

10 septiembre, 2004

En verdad, el mundo exhibe muchos menos excedentes de hidrocarburos que en vísperas de las crisis de 1973/5 y 1979/81. Pese o, quizá, debido a ellos, los grandes grupos no atienden a los niveles actuales –arguyendo que, a dólares constantes, son inferiores a los de 1981- y no invierten en la exploración ni el desarrollo de yacimientos.

Este sesgo es más perceptible en los servicios petroleros, sector muy margiado. Compañías como Halliburton o Schlumberger se sienten presionadas por la contracción de utilidades (y eso que la primera obtiene contratos de privilegio gracias a Richard Cheney). Al revés de las extractoras y refinadoras, todavía esperan el aumento de demanda habitual cuando suben los precios.

Eso significa que, en los últimos doce meses -mientras el promedio para crudos tejanos iba pasando a US$ 26 a más de 42, con picos sobre 49- las principales compañías occidentales no elevaron presupuestos en búsqueda. Tampoco en desarrollo de yacimientos ya localizados. Durante los 80 y 90, las inversiones seguían la variación ee precios, algo que no ocurre desde inicios de la presente década.

Grupos como British Petroleum o ChevronTexaco, segundo y cuarto del mundo, han preferido quedar bien con accionistas y ejecutivos recomprando acciones –para mejorar su precio-, subiendo dividendos y bonificaciones. Menos escrupuloso, Royal Dutch/Shell, el tercero, se dedicaba a inflar estimaciones de reservas para consolidarse bursátilmente, hasta que estalló un escándalo y media cúpula fue a la calle.

Entretanto, los proyectos en marcha, tercerizados vía firmas de servicios, empiezan a sentir una amplia de reducción de gastos. Eso se debe a que los yacimientos en el mar del Norte y Alaska están envejeciendo y, por siguiente, pierden productividad. Parte del fenómeno refleja la escasez de oportunidades, sostienen en ExxonMobil (la primera del globo) y BP. Curiosamente, las compañías de la ex URSS -Rusia y el resto de la Comunidad de Estados Independientes- no padecen ese problema.

Las propias empresas admiten que, probablemente, se hayan cubicado ya casi todas las reservas grandes, salvo en áreas remotas del Atlántico sur, el Índico y las regiones circumpolares. Las perspectivas africanas, fuera de Argelia, Libia, Nigeria o Angola, ni siquiera han sido evaluadas con la seriedad ni la profundidad necesarias.

En lo tocante a servicios petroleros, algunos expertos las tachan de conservadoras poco imaginativas. Ademán, su negocio tiende a ser un insumo más, por lo que nuevos concurrentes rusos, chinos, kazajos, turcos, etc., ofrecen sus servicios a la mitad o un tercio de las compañías tradicionales. Cabe esperar que Brasil, Argentina o Venezuela emulen ese ejemplo.

En verdad, el mundo exhibe muchos menos excedentes de hidrocarburos que en vísperas de las crisis de 1973/5 y 1979/81. Pese o, quizá, debido a ellos, los grandes grupos no atienden a los niveles actuales –arguyendo que, a dólares constantes, son inferiores a los de 1981- y no invierten en la exploración ni el desarrollo de yacimientos.

Este sesgo es más perceptible en los servicios petroleros, sector muy margiado. Compañías como Halliburton o Schlumberger se sienten presionadas por la contracción de utilidades (y eso que la primera obtiene contratos de privilegio gracias a Richard Cheney). Al revés de las extractoras y refinadoras, todavía esperan el aumento de demanda habitual cuando suben los precios.

Eso significa que, en los últimos doce meses -mientras el promedio para crudos tejanos iba pasando a US$ 26 a más de 42, con picos sobre 49- las principales compañías occidentales no elevaron presupuestos en búsqueda. Tampoco en desarrollo de yacimientos ya localizados. Durante los 80 y 90, las inversiones seguían la variación ee precios, algo que no ocurre desde inicios de la presente década.

Grupos como British Petroleum o ChevronTexaco, segundo y cuarto del mundo, han preferido quedar bien con accionistas y ejecutivos recomprando acciones –para mejorar su precio-, subiendo dividendos y bonificaciones. Menos escrupuloso, Royal Dutch/Shell, el tercero, se dedicaba a inflar estimaciones de reservas para consolidarse bursátilmente, hasta que estalló un escándalo y media cúpula fue a la calle.

Entretanto, los proyectos en marcha, tercerizados vía firmas de servicios, empiezan a sentir una amplia de reducción de gastos. Eso se debe a que los yacimientos en el mar del Norte y Alaska están envejeciendo y, por siguiente, pierden productividad. Parte del fenómeno refleja la escasez de oportunidades, sostienen en ExxonMobil (la primera del globo) y BP. Curiosamente, las compañías de la ex URSS -Rusia y el resto de la Comunidad de Estados Independientes- no padecen ese problema.

Las propias empresas admiten que, probablemente, se hayan cubicado ya casi todas las reservas grandes, salvo en áreas remotas del Atlántico sur, el Índico y las regiones circumpolares. Las perspectivas africanas, fuera de Argelia, Libia, Nigeria o Angola, ni siquiera han sido evaluadas con la seriedad ni la profundidad necesarias.

En lo tocante a servicios petroleros, algunos expertos las tachan de conservadoras poco imaginativas. Ademán, su negocio tiende a ser un insumo más, por lo que nuevos concurrentes rusos, chinos, kazajos, turcos, etc., ofrecen sus servicios a la mitad o un tercio de las compañías tradicionales. Cabe esperar que Brasil, Argentina o Venezuela emulen ese ejemplo.

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