Como las anteriores, la ronda Dohá marcha rumbo al fracaso

La Organización Mundial de Comercio sigue el camino de su antecesora y la ronda Dohá entra en crisis, como lo hizo la ronda Uruguay. Las potencias económicas se aferran al proteccionismo en materia agrícola, siderúrgica, etc.

1 abril, 2003

Stuart Harbison, jefe del grupo que negocia temas agrícolas en la OMC,
admitió que, por ahora, no habrá acuerdo sobre fórmulas para
ir atenuando el proteccionismo. En particular, el de Estados Unidos y la Unión
Europea. El plazo -definido en diciembre de 2001- venció junto con marzo
y esta nueva frustración deja en el aire a la "ronda de Dohá".
En realidad, es el cuarto término que se agota en la agenda de la OMC,
sin contar el agravamiento del proteccionismo siderúrgico estadounidense.

"No estamos en condiciones de presentar otro proyecto basado en propuestas,
pues los países se han atrincherado en sus posturas". Por las dudas,
Harbison instó a seguir discutiendo en Ginebra, lugar muy caro a la enorme
burocracia de la OMC, herencia de su antecesora, la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Delegados latinoamericanos se han cansado de reiterar, estos días, que
-en general- sus países no subsidian al agro. Por eso mismo, están
en inferioridad de condiciones para afrontar a EE.UU., la UE y Japón
(que se pliega a los proteccionistas, aunque no lo sea estrictamente). Los africanos,
también perjudicados por las barreras comerciales, prefieren un bajo
perfil, dado que varios de ellos sobreviven importando granos subsidiados por
las potencias.

Argentina es una de las perdedoras "históricas". En la situación
actual y según cálculos oficiales, si la propuesta de Harbison
hubiese sido adoptada como base negociadora, las exportaciones agrícolas
subirían hasta 14,5% en un lapso razonable. Lo curioso es que, en Buenos
Aires, economistas y columnistas "ortodoxos" -inclusive los del sector
rural- sigan predicando aperturas totales en materia comercial y financiera,
sin parar mientes en que sus modelos "virtuosos" (EE.UU, Gran Bretaña,
etc.) han sido proteccionistas durante siglos. Exactamente lo mismo ocurría
con la convertibilidad y la paridad rígida.

Como sucede en otros campos, la amenaza de sanciones por parte de la OMC al
proteccionismo siderúrgico norteamericano no hace mella en Washington.
Mucho menos hoy, cuando "el fundamentalismo patriótico ni siquiera
admite ciertas realidades incómodas en la marcha de la guerra" (dixit
Jeffrey Sachs, World Economic Forum, Davos).

Stuart Harbison, jefe del grupo que negocia temas agrícolas en la OMC,
admitió que, por ahora, no habrá acuerdo sobre fórmulas para
ir atenuando el proteccionismo. En particular, el de Estados Unidos y la Unión
Europea. El plazo -definido en diciembre de 2001- venció junto con marzo
y esta nueva frustración deja en el aire a la "ronda de Dohá".
En realidad, es el cuarto término que se agota en la agenda de la OMC,
sin contar el agravamiento del proteccionismo siderúrgico estadounidense.

"No estamos en condiciones de presentar otro proyecto basado en propuestas,
pues los países se han atrincherado en sus posturas". Por las dudas,
Harbison instó a seguir discutiendo en Ginebra, lugar muy caro a la enorme
burocracia de la OMC, herencia de su antecesora, la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Delegados latinoamericanos se han cansado de reiterar, estos días, que
-en general- sus países no subsidian al agro. Por eso mismo, están
en inferioridad de condiciones para afrontar a EE.UU., la UE y Japón
(que se pliega a los proteccionistas, aunque no lo sea estrictamente). Los africanos,
también perjudicados por las barreras comerciales, prefieren un bajo
perfil, dado que varios de ellos sobreviven importando granos subsidiados por
las potencias.

Argentina es una de las perdedoras "históricas". En la situación
actual y según cálculos oficiales, si la propuesta de Harbison
hubiese sido adoptada como base negociadora, las exportaciones agrícolas
subirían hasta 14,5% en un lapso razonable. Lo curioso es que, en Buenos
Aires, economistas y columnistas "ortodoxos" -inclusive los del sector
rural- sigan predicando aperturas totales en materia comercial y financiera,
sin parar mientes en que sus modelos "virtuosos" (EE.UU, Gran Bretaña,
etc.) han sido proteccionistas durante siglos. Exactamente lo mismo ocurría
con la convertibilidad y la paridad rígida.

Como sucede en otros campos, la amenaza de sanciones por parte de la OMC al
proteccionismo siderúrgico norteamericano no hace mella en Washington.
Mucho menos hoy, cuando "el fundamentalismo patriótico ni siquiera
admite ciertas realidades incómodas en la marcha de la guerra" (dixit
Jeffrey Sachs, World Economic Forum, Davos).

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