Coinciden Lavagna y el FMI: el PBI crecerá 6% este año

Economía admitió que este año el producto bruto interno avanzará 6%, no el 8% que auguraba el sector político. Pese a que la industra haya crecido 8,7% (abril 2004-marzo 2005) y 6,1% en el I trimestre. Ahora, los europeos critican a Rato.

19 abril, 2005

En el plano financiero externo y mientras Rodrigo Rato bajaba el tono –junto con Néstor Kirchner, cabe consignar-, Argentina se comprometió a renegociar con fondos buitres y otros tenedores de papeles en cese selectivo de pagos. Pero “a su debido tiempo” y dependiendo de la apelación en Nueva York. Continúan, pues, diluyéndose declaraciones desmedidas, versiones tremendistas de cierta prensa y otros ingredientes de la luenga campaña de opinión contra el canje, iniciada en 2003. El director gerente del Fonodo Monetario Internacional admitió que “las situaciones de conflicto han dado paso a la normalidad de relaciones”.

No será porque Roberto Lavagna haya dado un paso atras. Por el contrario, en la reunión del FMI, volvió a criticarlo por “su intromisión en áreas fuera de su incumbencias, lo cual ha perjudicado y perjudica a países en desarrollo. En particular a la Argentina y desde hace décadas”. El funcionario aludía oblicuamente a sugerencias inspiradas al Fondo por ciertos grupos de interés locales: dejar caer el dólar y el real a $ 2,30/40.

Poco después Gordon Brown, ministro británico de Hacienda, rechazaba de plano las “recetes del organismo para reformas estructurales en la Unión Europea y sus deficientes estadisticas. Por ejemplo, las que insisten en estimar 4,3% de aumento en el producto bruto global, este año, y apenas 2,6% en mi país”. No parece casual que el frente europeo contra el FMI se abra mientras China ignora olímpicamente presiones del Grupo de los 7, Washington y Bruselas para flexibilizar su paridad cambiaria. Éstos eran los verdaderos temas que dominaron las reuniones del Fondo y el G-7; no el caso argentino.

Volviendo a Buenos Aires, Javier González Fraga –presidente del banco central antes caer en manos del grupo Cavallo- también se mostró concluyente: “El FMI siempre se ha equivocado en sus recomendaciones para Argentina. Por ejemplo, ahora no debiera apurar soluciones para quienes no ingresaron al canje”.

Sea como fuere, el gobierno aseguró a Washington y al Fondo la disposición a renegociar el tramo de la deuda –alrededor de US$ 19.500 millones- que quedó voluntaria –o especulativamente- al margen del canje cerrado en febrero. Pero antes sería preciso resolver los conflictos efectos del juez Thomas Griesa, su ambiguo fallo y, en un plano político, sus relaciones con el Institute for International Finance (IIF, “lobby” de los fondos buitres).

Por su parte, los fondos buitres y sus voceros informales en Buenos Aires amagan un cambio de tácticas, no de estrategias. Por cierto, Buenos Aires gana tiempo para negociar con los autoexcluidos del canje, dfado que ha mantenido en libros la masa que sigue en cese selectivo de pagos. Ahora quedan en el medio bonbistas, en general italianos, que no ingresaron al canje (porque no querían o eran mal aconsejados) y los fondos especulativos, que cifran todo en el plano judicial norteamericano.

Su ibjetivo es cobrar acreencias sin quita. Mientras los italianos dependen de una salida política entre Argentina e Italia (difícil mientras dure la crisis desatada por Silvio Berlusconi), los buitres tratan de (a) bloquear “demandas competidoras” y (b) que alguna banca de inversión obtenga mandatos de bonistas, por un monto alto, para negociar nuevamente con Argentina. Pero, antes, están los embargos en manos de un tribuinal de alzada neoyorquino cuyo dictamen se espera para la semana próxima.

Buenos Aires también se manifestó dispuesta a tratar con el FMI un futuro acuerdo contingente “siguiendo una estrategia realista”. Otro aspecto político del asunto se detectó en corrillos madrileños, donde se hablaba de “advertencias en privado” a Rato por parte del gobierno español. Eso explica el súbito cambio de tono, al menos en público, del director gerente fondista (y los medios locales que lo apoyan).

No es casual que el compromiso asumido este fin de semana coincida con las ocho carillas leídas por Lavagna, el jueves, en la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, Okinawa). De paso, el viernes se hizo llegar a la cancillería argentina un discreto pedido de disculpas por ciertas expresiones “algo desmedidas” de un ministro japonés en ese mismo ámbito.

Tras una ola de versiones, queda claro que “se continuará con el proceso de reducción de deudas pendientes”, que incluye el club de París. El objetivo es “reducir paulatinamente la relación entre deuda y producto bruto interno en los próximos años”, según los modelos de Tailandia y Malasia. Eso ya se ha logrado entre diciembre de 2001 y fines de 2004. Máxime luego de que la propia UE saliese contra el FMI y sus recetas contraprducentes.

Reiterando dichos de Lavagna, la declaración argentina –leída por el chileno Nicolás Eizaguirre y parte del mensaje conjunto con su país, Bolivia, Perú, Uruguay y Paraguay- apunta: “La continuidad de nuestra estrategia, sin admitir presiones, servirá para atender en tiempo y forma, dentro de las normas del canje, pasivos que quedaron fuera por su propia decisión”.

En el plano financiero externo y mientras Rodrigo Rato bajaba el tono –junto con Néstor Kirchner, cabe consignar-, Argentina se comprometió a renegociar con fondos buitres y otros tenedores de papeles en cese selectivo de pagos. Pero “a su debido tiempo” y dependiendo de la apelación en Nueva York. Continúan, pues, diluyéndose declaraciones desmedidas, versiones tremendistas de cierta prensa y otros ingredientes de la luenga campaña de opinión contra el canje, iniciada en 2003. El director gerente del Fonodo Monetario Internacional admitió que “las situaciones de conflicto han dado paso a la normalidad de relaciones”.

No será porque Roberto Lavagna haya dado un paso atras. Por el contrario, en la reunión del FMI, volvió a criticarlo por “su intromisión en áreas fuera de su incumbencias, lo cual ha perjudicado y perjudica a países en desarrollo. En particular a la Argentina y desde hace décadas”. El funcionario aludía oblicuamente a sugerencias inspiradas al Fondo por ciertos grupos de interés locales: dejar caer el dólar y el real a $ 2,30/40.

Poco después Gordon Brown, ministro británico de Hacienda, rechazaba de plano las “recetes del organismo para reformas estructurales en la Unión Europea y sus deficientes estadisticas. Por ejemplo, las que insisten en estimar 4,3% de aumento en el producto bruto global, este año, y apenas 2,6% en mi país”. No parece casual que el frente europeo contra el FMI se abra mientras China ignora olímpicamente presiones del Grupo de los 7, Washington y Bruselas para flexibilizar su paridad cambiaria. Éstos eran los verdaderos temas que dominaron las reuniones del Fondo y el G-7; no el caso argentino.

Volviendo a Buenos Aires, Javier González Fraga –presidente del banco central antes caer en manos del grupo Cavallo- también se mostró concluyente: “El FMI siempre se ha equivocado en sus recomendaciones para Argentina. Por ejemplo, ahora no debiera apurar soluciones para quienes no ingresaron al canje”.

Sea como fuere, el gobierno aseguró a Washington y al Fondo la disposición a renegociar el tramo de la deuda –alrededor de US$ 19.500 millones- que quedó voluntaria –o especulativamente- al margen del canje cerrado en febrero. Pero antes sería preciso resolver los conflictos efectos del juez Thomas Griesa, su ambiguo fallo y, en un plano político, sus relaciones con el Institute for International Finance (IIF, “lobby” de los fondos buitres).

Por su parte, los fondos buitres y sus voceros informales en Buenos Aires amagan un cambio de tácticas, no de estrategias. Por cierto, Buenos Aires gana tiempo para negociar con los autoexcluidos del canje, dfado que ha mantenido en libros la masa que sigue en cese selectivo de pagos. Ahora quedan en el medio bonbistas, en general italianos, que no ingresaron al canje (porque no querían o eran mal aconsejados) y los fondos especulativos, que cifran todo en el plano judicial norteamericano.

Su ibjetivo es cobrar acreencias sin quita. Mientras los italianos dependen de una salida política entre Argentina e Italia (difícil mientras dure la crisis desatada por Silvio Berlusconi), los buitres tratan de (a) bloquear “demandas competidoras” y (b) que alguna banca de inversión obtenga mandatos de bonistas, por un monto alto, para negociar nuevamente con Argentina. Pero, antes, están los embargos en manos de un tribuinal de alzada neoyorquino cuyo dictamen se espera para la semana próxima.

Buenos Aires también se manifestó dispuesta a tratar con el FMI un futuro acuerdo contingente “siguiendo una estrategia realista”. Otro aspecto político del asunto se detectó en corrillos madrileños, donde se hablaba de “advertencias en privado” a Rato por parte del gobierno español. Eso explica el súbito cambio de tono, al menos en público, del director gerente fondista (y los medios locales que lo apoyan).

No es casual que el compromiso asumido este fin de semana coincida con las ocho carillas leídas por Lavagna, el jueves, en la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, Okinawa). De paso, el viernes se hizo llegar a la cancillería argentina un discreto pedido de disculpas por ciertas expresiones “algo desmedidas” de un ministro japonés en ese mismo ámbito.

Tras una ola de versiones, queda claro que “se continuará con el proceso de reducción de deudas pendientes”, que incluye el club de París. El objetivo es “reducir paulatinamente la relación entre deuda y producto bruto interno en los próximos años”, según los modelos de Tailandia y Malasia. Eso ya se ha logrado entre diciembre de 2001 y fines de 2004. Máxime luego de que la propia UE saliese contra el FMI y sus recetas contraprducentes.

Reiterando dichos de Lavagna, la declaración argentina –leída por el chileno Nicolás Eizaguirre y parte del mensaje conjunto con su país, Bolivia, Perú, Uruguay y Paraguay- apunta: “La continuidad de nuestra estrategia, sin admitir presiones, servirá para atender en tiempo y forma, dentro de las normas del canje, pasivos que quedaron fuera por su propia decisión”.

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