Citigroup: cambios en el management, debidos a varios problemas

En pocos días, la mayor banca del mundo desplazó a la directora financiera y estratégica, Sallie Krawchek. En realidad, la degradaron y substituye a Todd Thomson en la dirección de patrimonio (abarca la firma de valores Smith Barney).

25 enero, 2007

Por ciento, el presidente ejecutivo Charles Prince está sentado en un hormiguero muy inestable. Así, Thomson había desempeñado las funciones que luego pasaron a Krawchek y ésta, ahora, reemplaza al primero. Para ella, es una pérdida de jerarquía. Aparte, debe afrontar problemas creados por Thomson, a quien en la interna llamaban “Todd Mahal” por su dispendiosidad.

En rigor, fue el propio Prince quien destapó la olla. A mediados de enero, el CEO descubrió una serie de gastos realizados por Thomson, quien había asignado nada menos de US$ 5.000 millones del presupuesto de marketing para auspiciar un programa en el canal Sundance, dedicado a cine independiente. Sus presentadores iban a ser dos amigo del ex ejecutivo, la periodista de negocios María Bartiromo (CNBC) y el actor Robert Redford.

Furioso, Prince declaró ante el directorio que esa barbaridad “era otra falta de criterio y sensatez por parte de Thomson”. Tras despedirlo, recordó su uso indebido de aviones del banco y el apoyo –con dinero societario- de otras actividades profesionales de Bartiromo. Tanto Thomson como Krawchek eran ahijado políticos de Sanford Weill, forjador de la fusión Citibank-Travelers en 1998 y ex CEO.

Pero estos incidentes se suman a otros que afectan a Prince. En casi tres años de gestión, Citigroup ha perdido terreno ante rivales. Esto es peligroso para un conglomerado que incluye banca mayorista, minorista e inversora, amén de corretaje y análisis de valores. A diferencia de Goldman Sachs, JP Morgan Chase o Union des Banques Suisses, Citi no ha hecho esfuerzos para invertir sus considerables recursos en otros campos o geografías ni ha aprovechado al auge de materias primas.

Desde que asumió Prince, la capitalización bursátil del grupo subió 20%. Pero el índice financiero Dow Jones lo ha hecho en 34%. Para peor, en 2006 los gastos operativos aumentaron 15,2% (suman US$ 52.000 millones), mientras los ingresos crecías apenas 7,2%, a US$ 89.600 millones. Por otra parte, durante el tercer trimestre del año pasado, Bank of America lo superó como líder global en capitalización de mercado. Todo un golpe psicológico para una entidad que despliega 300.000 empleados en más de cien países.

Enero es un mal mes para Prince, sin duda. Finalmente, el día 9 debió anunciar que cerraba más de 80% de sucursales en Japón en una restructuración que ya había costado US$ 415 millones en el cuatro trimestre de 2006. Esto fue consecuencia de una historia iniciada en 2004, al cabo de la cual legisladores y tribunales del Sol naciente limitaron el interés máximo que un banco puede cobrar por préstamos.

Por ciento, el presidente ejecutivo Charles Prince está sentado en un hormiguero muy inestable. Así, Thomson había desempeñado las funciones que luego pasaron a Krawchek y ésta, ahora, reemplaza al primero. Para ella, es una pérdida de jerarquía. Aparte, debe afrontar problemas creados por Thomson, a quien en la interna llamaban “Todd Mahal” por su dispendiosidad.

En rigor, fue el propio Prince quien destapó la olla. A mediados de enero, el CEO descubrió una serie de gastos realizados por Thomson, quien había asignado nada menos de US$ 5.000 millones del presupuesto de marketing para auspiciar un programa en el canal Sundance, dedicado a cine independiente. Sus presentadores iban a ser dos amigo del ex ejecutivo, la periodista de negocios María Bartiromo (CNBC) y el actor Robert Redford.

Furioso, Prince declaró ante el directorio que esa barbaridad “era otra falta de criterio y sensatez por parte de Thomson”. Tras despedirlo, recordó su uso indebido de aviones del banco y el apoyo –con dinero societario- de otras actividades profesionales de Bartiromo. Tanto Thomson como Krawchek eran ahijado políticos de Sanford Weill, forjador de la fusión Citibank-Travelers en 1998 y ex CEO.

Pero estos incidentes se suman a otros que afectan a Prince. En casi tres años de gestión, Citigroup ha perdido terreno ante rivales. Esto es peligroso para un conglomerado que incluye banca mayorista, minorista e inversora, amén de corretaje y análisis de valores. A diferencia de Goldman Sachs, JP Morgan Chase o Union des Banques Suisses, Citi no ha hecho esfuerzos para invertir sus considerables recursos en otros campos o geografías ni ha aprovechado al auge de materias primas.

Desde que asumió Prince, la capitalización bursátil del grupo subió 20%. Pero el índice financiero Dow Jones lo ha hecho en 34%. Para peor, en 2006 los gastos operativos aumentaron 15,2% (suman US$ 52.000 millones), mientras los ingresos crecías apenas 7,2%, a US$ 89.600 millones. Por otra parte, durante el tercer trimestre del año pasado, Bank of America lo superó como líder global en capitalización de mercado. Todo un golpe psicológico para una entidad que despliega 300.000 empleados en más de cien países.

Enero es un mal mes para Prince, sin duda. Finalmente, el día 9 debió anunciar que cerraba más de 80% de sucursales en Japón en una restructuración que ya había costado US$ 415 millones en el cuatro trimestre de 2006. Esto fue consecuencia de una historia iniciada en 2004, al cabo de la cual legisladores y tribunales del Sol naciente limitaron el interés máximo que un banco puede cobrar por préstamos.

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