Ceden la confianza y la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos

En efecto, la confianza de los constructores cae al nivel más bajo en quince años. Así revela este mes el indicador compilado por la National association of home builders y el banco Wells Fargo.

16 agosto, 2006

Ya durante julio, crecía la cancelación de contratos y se acumulaban más viviendas sin vender. Esto lo detectó un sondeo privado, poco antes de conocerse la estadística NAHB/WF, y se acentúa la sensación de que la burbuja de especulación con bienes raíces –iniciada en 2001- va en vías de esfumarse.

El indicador de confianza bajó de 39 puntos en julio a 32 en agosto (se trata de expectativas, por supuesto), vale decir 18%. Pero lo malo es que este descenso sea el séptimo seguido, o sea que la burbuja está pinchándose desde principios de año.

Grandes constructoras como Toll Brothers, Hovananian Enterprises o Pullte están reduciendo proyecciones de utilidades y, claro, precios de unidades terminadas. Pero éstos siguen siendo escandalosos, en tanto aumenta el costo del crédito hipotecario, motor real del auge especulativo. Especialmente mientras la Reserva Federal –entonces presidida por Alan Greenspan- fue llevando la tasa básica de 5 a 1% en la primera mitad de esta década (ahora volviá a 5,25% anual).

Por supuesto, la lenta contracción de la burbuja amenaza la ya módica expansión del producto bruto interno: es uno de los factores que les sirve a los estadígrafos oficiales para inflarlo. Ahora, claro, Wall Street le aconseja a la RF “ser cuidadosa en materia de tipos referenciales, para no fomentar estancamiento” (recomendaban varios analistas sectoriales). A su criterio, el emisor “no debe presionar, así la burbuja prosigue diluyéndose de a poco”.

Las encuestas que generan el índice de confianza incluyen una serie de preguntas. La clave es cómo ven las empresas el horizonte sectorial y sólo hay tres respuestas: mejor, bueno, peor. Por debajo de cincuenta puntos, el indicador resultante es “peor”, como sucede desde enero. Como es habitual, los gurúes de Bloomberg’s se equivocaron de medio a medio, pues apostaban a 38 puntos. Además, la cifra de este mes es la menor desde febrero de 1991.

En rigor, los tres componentes esenciales del indicador marcan los niveles más exiguos desde esa fecha. El segundo factor, las expectativas de ventas para los próximos seis meses, cedió de 46 puntos en julio a 40 en agosto (-13%). A su vez, el tercero –movimiento de compradores- se contrajo más de 22%: de 27 a 21 puntos, aunque sea una cifra algo imaginaria.

Dos elementos caracterizan el momento: cancelación de compras y aumento de unidades sin vender (nuevas y usadas). Por ende, los expertos creen que las tendencias desfavorables continuarán hasta fin de año y recién se estabilizarán en 2007. El panorama es similar en las cuatro regiones del país, aunque parece más agudo en la costa oeste; vale decir, California, el estado de mayor tamaño económico.

Ya durante julio, crecía la cancelación de contratos y se acumulaban más viviendas sin vender. Esto lo detectó un sondeo privado, poco antes de conocerse la estadística NAHB/WF, y se acentúa la sensación de que la burbuja de especulación con bienes raíces –iniciada en 2001- va en vías de esfumarse.

El indicador de confianza bajó de 39 puntos en julio a 32 en agosto (se trata de expectativas, por supuesto), vale decir 18%. Pero lo malo es que este descenso sea el séptimo seguido, o sea que la burbuja está pinchándose desde principios de año.

Grandes constructoras como Toll Brothers, Hovananian Enterprises o Pullte están reduciendo proyecciones de utilidades y, claro, precios de unidades terminadas. Pero éstos siguen siendo escandalosos, en tanto aumenta el costo del crédito hipotecario, motor real del auge especulativo. Especialmente mientras la Reserva Federal –entonces presidida por Alan Greenspan- fue llevando la tasa básica de 5 a 1% en la primera mitad de esta década (ahora volviá a 5,25% anual).

Por supuesto, la lenta contracción de la burbuja amenaza la ya módica expansión del producto bruto interno: es uno de los factores que les sirve a los estadígrafos oficiales para inflarlo. Ahora, claro, Wall Street le aconseja a la RF “ser cuidadosa en materia de tipos referenciales, para no fomentar estancamiento” (recomendaban varios analistas sectoriales). A su criterio, el emisor “no debe presionar, así la burbuja prosigue diluyéndose de a poco”.

Las encuestas que generan el índice de confianza incluyen una serie de preguntas. La clave es cómo ven las empresas el horizonte sectorial y sólo hay tres respuestas: mejor, bueno, peor. Por debajo de cincuenta puntos, el indicador resultante es “peor”, como sucede desde enero. Como es habitual, los gurúes de Bloomberg’s se equivocaron de medio a medio, pues apostaban a 38 puntos. Además, la cifra de este mes es la menor desde febrero de 1991.

En rigor, los tres componentes esenciales del indicador marcan los niveles más exiguos desde esa fecha. El segundo factor, las expectativas de ventas para los próximos seis meses, cedió de 46 puntos en julio a 40 en agosto (-13%). A su vez, el tercero –movimiento de compradores- se contrajo más de 22%: de 27 a 21 puntos, aunque sea una cifra algo imaginaria.

Dos elementos caracterizan el momento: cancelación de compras y aumento de unidades sin vender (nuevas y usadas). Por ende, los expertos creen que las tendencias desfavorables continuarán hasta fin de año y recién se estabilizarán en 2007. El panorama es similar en las cuatro regiones del país, aunque parece más agudo en la costa oeste; vale decir, California, el estado de mayor tamaño económico.

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