Canje: Nielsen contra Stock y medios.Tokio se suma a la gira(21-I)

Guillermo Nielsen censuró a Stock y a varios medios no identificados. Mientras, salía un fallo contra Deutsche Bank y Tokio autorizaba la propuesta. Según el Wall Street Journal, canje podría obtener hasta 70% de aceptación.

21 enero, 2005

“El ‘comité global de bonistas’ es sólo un sello y nunca pudo probar qué representa. Usted miente –dijo Nielsen apuntándole al residente suizo- y asume intereses de bancos, no de ahorristas. Esos bancos se deshicieron de los bonos vendiéndoselos a rentistas desprevenidos. Que quede claro: la Argentina no colocaba ‘tangobonos´ entre ahorristas chicos, sino entre inversores profesionales, con capacidad financiera y conocimiento del mercado. Entonces, ¿cómo, en Italia, han llegado a acumularlos los jubilados?”

En la misma audiencia pública, Antonio Vassallo –abogado representante de ahorristas, que ya logró dos sentencias contra bancos por parte de la justicia italiana, repitió dichos del subsecretario argentino de Finanzas: “Varios bancos han sido culpables. Incitaron al público lego a comprar bonos argentinos. Les decían que eran ‘rentabilísimos’ –afirmó el letrado-, pero ocultaban que el emisor orillaba la insolvencia ya desde 1998”.

También censuró agriamente a Stock y Domenico Siniscalco, ministro de Economía, por su apoyo incondicional al suizo y su socio, el germano Hans Humes. Precisamente, viendo que en Italia ya hay un grupo de bonistas independientes, Humes organizó uno de adictos en Alemania. Entretanto, la ex cúpula del GCBA apelaba a su jefe real, Charles Dallara –maneja fondos buitres-, para que lanzase su propio ataque al canje, vía ciertos medios en Gran Bretaña, la Argentina y Uruguay.

Este miércoles, en efecto, la “task force Italia”, el gobierno de Silvio Berlusconi y los propios bancos sufrieron un sexto revés judicial. Un tribunal veneciano ordenó a Deutsche Bank indemnizar por €152.000 a una pareja de jubilados, que invirtió en bonos argentinos “sin ser informada del alto riesgo que comportaban”.

A juicio del embajador argentino en Roma, Victorio Taccetti, “es otro veredicto claramente contra los bancos y en favor de los bonistas italianos”. Allegados a Nielsen se preguntaban “por qué los ‘patriotas’ como Stock no han movido un dedo para gestionar restituciones ante los bancos beneficiados por la colocación masiva de papeles entre 1998 y 2001”.

En 1998, el matrimonio adquirió bonos argentinos vía la sucursal veneciana del Deutsche Bank. El mismo que, años después, emitiría y colocaría bonos de Parmalat, sabiendo que la empresa marchaba a la bancarrota. Ahora bien, el fallo contra el DB (el mayor banco privado de la Unión Europea) tiene amplia repercusión en la propia Alemania. “Ese banco también les ha vendido bonos chatarra a ahorristas e inversores en la Argentina, Austria, República Checa y vecinos. Tal vez sea hora –señalaba el diario Die Welt– de que los jueces hagan algo al respecto”.

Mientras tanto, Roma trataba de eludir un choque diplomático con la Argentina, planteado por el empecinamiento –típicamente electoralista- del gobierno en llevar a un extremo la línea Stock-Siniscalco. En buena medida, porque el “comité global” (intocable hasta hace poco en parte de la prensa rioplatense) ha quedado expuesto internacionalmente como un cabildeo de fondos buitres, abogados y algunas bancas.

A su vez, la comisión de valores japonesa (Kanto) aprobó los documento y la propuesta argentina para reestructuración de la deuda. A partir de hoy, entonces, Tokio es otra escala en la gira de Nielsen. Hasta ayer, era casi la única plaza relevante pendiente. Ahora, el gobierno queda habilitado para colocar los nuevos bonos que surgirán del canje, en iguales condiciones. Ya son, pues, seis las plazas financieras en vista. Las restantes son Nueva York, Francfort, Luxemburgo, Londres y Roma.

En cuanto al WSJ, este fin de semana apelaba a un dato poco habitual en ese periódico (la interna justicialista entre Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y Felipe Solá) para calificar de “caos” al país. Su fuente dista de imparcial: es Guillermo Mondino, ex funcionario de Domingo F. Cavallo, responsable real del enorme endeudamiento argentino, hoy millonario. Hace poco, alguien le preguntaba a Humes por qué no litigaban también contra Cavallo -cerebro de la convertibilidad y el pesado endeudamiento resultante- o contra el FMI, que le permitía maquillar cuentas fiscales.

El mismo artículo neoyorquino incluye una apreciación positiva del canje (Bernardo Macedo, consultor financiero). El martes, Henrique Meirelles –presidente del banco central brasileño, un ortodoxo- y Paulo Nogueira (Fundación Getúlio Vargas), un estructuralista, salían en apoyo. A juicio del primero, “la solución de los problemas argentinos con la deuda será positiva para nosotros”. Nogueira cree que “Roberto Lavagna demostró habilidad y firmeza en todo el proceso”.

También algunos medios brasileños encuentran graves culpas de los bancos, que colocaron papeles por US$14.000 millones entre 400.000 ahorristas, sin explicarles la situación financiera argentina a partir de 1998. En el mismo tema, Nielsen teme que la larga, costosa, ubicua campaña de medios y columnistas argentinos e italianos contra el canje “acabe influyendo las decisiones de acreedores y bonistas. Hay una presión organizada”. Pero no hizo nombres.

“El ‘comité global de bonistas’ es sólo un sello y nunca pudo probar qué representa. Usted miente –dijo Nielsen apuntándole al residente suizo- y asume intereses de bancos, no de ahorristas. Esos bancos se deshicieron de los bonos vendiéndoselos a rentistas desprevenidos. Que quede claro: la Argentina no colocaba ‘tangobonos´ entre ahorristas chicos, sino entre inversores profesionales, con capacidad financiera y conocimiento del mercado. Entonces, ¿cómo, en Italia, han llegado a acumularlos los jubilados?”

En la misma audiencia pública, Antonio Vassallo –abogado representante de ahorristas, que ya logró dos sentencias contra bancos por parte de la justicia italiana, repitió dichos del subsecretario argentino de Finanzas: “Varios bancos han sido culpables. Incitaron al público lego a comprar bonos argentinos. Les decían que eran ‘rentabilísimos’ –afirmó el letrado-, pero ocultaban que el emisor orillaba la insolvencia ya desde 1998”.

También censuró agriamente a Stock y Domenico Siniscalco, ministro de Economía, por su apoyo incondicional al suizo y su socio, el germano Hans Humes. Precisamente, viendo que en Italia ya hay un grupo de bonistas independientes, Humes organizó uno de adictos en Alemania. Entretanto, la ex cúpula del GCBA apelaba a su jefe real, Charles Dallara –maneja fondos buitres-, para que lanzase su propio ataque al canje, vía ciertos medios en Gran Bretaña, la Argentina y Uruguay.

Este miércoles, en efecto, la “task force Italia”, el gobierno de Silvio Berlusconi y los propios bancos sufrieron un sexto revés judicial. Un tribunal veneciano ordenó a Deutsche Bank indemnizar por €152.000 a una pareja de jubilados, que invirtió en bonos argentinos “sin ser informada del alto riesgo que comportaban”.

A juicio del embajador argentino en Roma, Victorio Taccetti, “es otro veredicto claramente contra los bancos y en favor de los bonistas italianos”. Allegados a Nielsen se preguntaban “por qué los ‘patriotas’ como Stock no han movido un dedo para gestionar restituciones ante los bancos beneficiados por la colocación masiva de papeles entre 1998 y 2001”.

En 1998, el matrimonio adquirió bonos argentinos vía la sucursal veneciana del Deutsche Bank. El mismo que, años después, emitiría y colocaría bonos de Parmalat, sabiendo que la empresa marchaba a la bancarrota. Ahora bien, el fallo contra el DB (el mayor banco privado de la Unión Europea) tiene amplia repercusión en la propia Alemania. “Ese banco también les ha vendido bonos chatarra a ahorristas e inversores en la Argentina, Austria, República Checa y vecinos. Tal vez sea hora –señalaba el diario Die Welt– de que los jueces hagan algo al respecto”.

Mientras tanto, Roma trataba de eludir un choque diplomático con la Argentina, planteado por el empecinamiento –típicamente electoralista- del gobierno en llevar a un extremo la línea Stock-Siniscalco. En buena medida, porque el “comité global” (intocable hasta hace poco en parte de la prensa rioplatense) ha quedado expuesto internacionalmente como un cabildeo de fondos buitres, abogados y algunas bancas.

A su vez, la comisión de valores japonesa (Kanto) aprobó los documento y la propuesta argentina para reestructuración de la deuda. A partir de hoy, entonces, Tokio es otra escala en la gira de Nielsen. Hasta ayer, era casi la única plaza relevante pendiente. Ahora, el gobierno queda habilitado para colocar los nuevos bonos que surgirán del canje, en iguales condiciones. Ya son, pues, seis las plazas financieras en vista. Las restantes son Nueva York, Francfort, Luxemburgo, Londres y Roma.

En cuanto al WSJ, este fin de semana apelaba a un dato poco habitual en ese periódico (la interna justicialista entre Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y Felipe Solá) para calificar de “caos” al país. Su fuente dista de imparcial: es Guillermo Mondino, ex funcionario de Domingo F. Cavallo, responsable real del enorme endeudamiento argentino, hoy millonario. Hace poco, alguien le preguntaba a Humes por qué no litigaban también contra Cavallo -cerebro de la convertibilidad y el pesado endeudamiento resultante- o contra el FMI, que le permitía maquillar cuentas fiscales.

El mismo artículo neoyorquino incluye una apreciación positiva del canje (Bernardo Macedo, consultor financiero). El martes, Henrique Meirelles –presidente del banco central brasileño, un ortodoxo- y Paulo Nogueira (Fundación Getúlio Vargas), un estructuralista, salían en apoyo. A juicio del primero, “la solución de los problemas argentinos con la deuda será positiva para nosotros”. Nogueira cree que “Roberto Lavagna demostró habilidad y firmeza en todo el proceso”.

También algunos medios brasileños encuentran graves culpas de los bancos, que colocaron papeles por US$14.000 millones entre 400.000 ahorristas, sin explicarles la situación financiera argentina a partir de 1998. En el mismo tema, Nielsen teme que la larga, costosa, ubicua campaña de medios y columnistas argentinos e italianos contra el canje “acabe influyendo las decisiones de acreedores y bonistas. Hay una presión organizada”. Pero no hizo nombres.

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