Canje: 37% aceptaba hasta el 7-II. Citi cree que pasará de 70%

Como se preveía, el cerrojo legislativo sobre el canje acelera la aceptación. A poco más de la mitad del canje, entraron dos tercios de tenedores minoristas. También pesa la infrecuente señal de Standard & Poor’s acerca del riesgo soberano.

7 febrero, 2005

Según dos fuentes privadas de primera línea (Hongkong, Nueva York), al parecer la propia S&P había sugerido apelar al recurso del cerrojo, para acelerar la aceptación minoristas y bloquear una interminable cadena de maniobras por parte de fondos buitres, bancas ahora afectadas por sucesivos fallos judiciales- y estudios legales. Por lo mismo, la semana pasada anunció que estudiaba subir el país a B-, sacándolo de “cese de pagos selectivo”. Eso reduciría el riesgo a 660 puntos. Economía lo sabía de antemano.

Tras el séptimo fallo italiano contra bancos, inclusive dentro del “comité global” surgen dudas sobre su estrategia de presiones y campañas de prensa. Además, este fin de semana, el Grupo de los Siete optó por no mencionar a la Argentina durante la reunión de Londres. En realidad, tampoco antes aludía directamente a la deuda en canje y sólo lo hacían funcionarios de tercer nivel. Igual que en Davos. Esta señal frenó, de paso, otra andanada, que preparaba gente de Fondo Monetario Internacional allegada a Thomas Dawson y Anup Singh.

La agencia había señalado que la calificación B- se aplicaría a los nuevos bonos que vayan substituyendo a los afectados por el cese 2001. Por otra parte, indicó que “espera asignar una calificación de emisor en moneda local y divisas a la República Argentina tras el cierre de la corriente restructuración de deuda”. El resultado directo será reducir el riesgo soberano –o sea, la quita sobre valor nominal de bonos- de 5/5.100 a 650/60.

Ello explica, de paso, que Roberto Lavagna haya redactado volando ese anteproyecto de ley para inducir a los bonistas a entrar en canje y bloquear toda posibilidad (aun para el propio gobierno) de modificar o extender la actual propuesta. El Senado acaba de aprobarlo. Sin duda, el gesto de S&P era una señal orientada en varias direcciones: Buenos Aires, FMI y “lobbies”. También lo era que el Fondo se manifestase dispuesto a no exigir perentoriamente, este año, algunos vencimientos. No por casualidad, el sábado se supo que Citigroup sigue pensando que la aceptación total del canje superará 70%.

La política de S&P es recalificar un país cuando aún está saliendo de un cese de pagos, si estima que mantendrá la solvencia “aunque los títulos de los acreedores que no participen en el canje permanezcan impagados”. Esto recuerda un punto mencionado en este sitio pero silenciado en Buenos Aires: no existen topes de quita ni pisos de aceptación taxativos. En el caso argentino, son fabricaciones de intermediarios que quieren comprar muy barato y revender con margen, sus sellos de goma y sus voceros en ciertos medios.

En los años venideros, la agencia estima que las notas de riesgo crediticio de Argentina dependerán mayormente de la política fiscal básica, así como de su capacidad para ganar acceso a los fondos de organismos multilaterales de crédito (FMI, Banco Mundial, Corporación Financiera Internacional, BID, etc.). Según versiones circulantes en Nueva York y Londres, Moody’s Investors’ Service contempla medidas similares. Lógicamente, todo esto ha desatado la enésima ola de protestas, presiones y columnas vinculadas al “lobby” que manejan Charles Dallara y sus allegados.

Mientras tanto, un tribunal en Mantua producía el séptimo fallo contra un banco italiano. En este caso, condena a Cassa di Risparmio Mirandola a restituir € 150.000 a un ahorrista “engañado”. Como en veredictos anteriores, la entidad indujo a la compra de bonos cuando ya eran virtual chatarra. No le explicó la verdadera situación al cliente ni le aclaró que esos papeles eran para grandes inversores e intermediarios.

Según dos fuentes privadas de primera línea (Hongkong, Nueva York), al parecer la propia S&P había sugerido apelar al recurso del cerrojo, para acelerar la aceptación minoristas y bloquear una interminable cadena de maniobras por parte de fondos buitres, bancas ahora afectadas por sucesivos fallos judiciales- y estudios legales. Por lo mismo, la semana pasada anunció que estudiaba subir el país a B-, sacándolo de “cese de pagos selectivo”. Eso reduciría el riesgo a 660 puntos. Economía lo sabía de antemano.

Tras el séptimo fallo italiano contra bancos, inclusive dentro del “comité global” surgen dudas sobre su estrategia de presiones y campañas de prensa. Además, este fin de semana, el Grupo de los Siete optó por no mencionar a la Argentina durante la reunión de Londres. En realidad, tampoco antes aludía directamente a la deuda en canje y sólo lo hacían funcionarios de tercer nivel. Igual que en Davos. Esta señal frenó, de paso, otra andanada, que preparaba gente de Fondo Monetario Internacional allegada a Thomas Dawson y Anup Singh.

La agencia había señalado que la calificación B- se aplicaría a los nuevos bonos que vayan substituyendo a los afectados por el cese 2001. Por otra parte, indicó que “espera asignar una calificación de emisor en moneda local y divisas a la República Argentina tras el cierre de la corriente restructuración de deuda”. El resultado directo será reducir el riesgo soberano –o sea, la quita sobre valor nominal de bonos- de 5/5.100 a 650/60.

Ello explica, de paso, que Roberto Lavagna haya redactado volando ese anteproyecto de ley para inducir a los bonistas a entrar en canje y bloquear toda posibilidad (aun para el propio gobierno) de modificar o extender la actual propuesta. El Senado acaba de aprobarlo. Sin duda, el gesto de S&P era una señal orientada en varias direcciones: Buenos Aires, FMI y “lobbies”. También lo era que el Fondo se manifestase dispuesto a no exigir perentoriamente, este año, algunos vencimientos. No por casualidad, el sábado se supo que Citigroup sigue pensando que la aceptación total del canje superará 70%.

La política de S&P es recalificar un país cuando aún está saliendo de un cese de pagos, si estima que mantendrá la solvencia “aunque los títulos de los acreedores que no participen en el canje permanezcan impagados”. Esto recuerda un punto mencionado en este sitio pero silenciado en Buenos Aires: no existen topes de quita ni pisos de aceptación taxativos. En el caso argentino, son fabricaciones de intermediarios que quieren comprar muy barato y revender con margen, sus sellos de goma y sus voceros en ciertos medios.

En los años venideros, la agencia estima que las notas de riesgo crediticio de Argentina dependerán mayormente de la política fiscal básica, así como de su capacidad para ganar acceso a los fondos de organismos multilaterales de crédito (FMI, Banco Mundial, Corporación Financiera Internacional, BID, etc.). Según versiones circulantes en Nueva York y Londres, Moody’s Investors’ Service contempla medidas similares. Lógicamente, todo esto ha desatado la enésima ola de protestas, presiones y columnas vinculadas al “lobby” que manejan Charles Dallara y sus allegados.

Mientras tanto, un tribunal en Mantua producía el séptimo fallo contra un banco italiano. En este caso, condena a Cassa di Risparmio Mirandola a restituir € 150.000 a un ahorrista “engañado”. Como en veredictos anteriores, la entidad indujo a la compra de bonos cuando ya eran virtual chatarra. No le explicó la verdadera situación al cliente ni le aclaró que esos papeles eran para grandes inversores e intermediarios.

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