Cada punto de crecimiento genera 0,2% de empleo

El bajo crecimiento económico y la pobre calidad de las instituciones laborales hicieron que mucha gente dejara de buscar empleo y el Indec lo reportara como caída en la tasa de desempleo, advirtió Idesa.

24 febrero, 2014

El INDEC informó que el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), que es un avance del PBI, creció en el último trimestre del año un 2,7% interanual. En el mismo período, último trimestre del año, también señaló que la tasa de desocupación cayó de 6,9% a 6,4% de la población activa.

 

Evaluados con superficialidad, esos datos podrían conducir a conclusiones optimistas, pero en realidad habría que considerar que el propio instituto oficial también informó que la población activa (o sea, la gente que trabaja o busca trabajo) tuvo una importante caída, del 46,3% a 45,6% de la población total en el último trimestre de cada año, con lo cual se desprende que si la tasa de participación laboral no se hubiese reducido, la tasa de desempleo no habría sido de 6,4% sino de 7,7% de la población activa.

 

Es decir, la tasa de desempleo disminuyó porque mucha gente dejó de buscar trabajo; caso contrario, la desocupación habría aumentado y uno de los motivos fundamentales por el cual la gente deja de participar del mercado laboral es la insuficiente disponibilidad de puestos de trabajo, según analiza el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino (Idesa) en el informe número 536.

 

En este sentido, los datos oficiales del Ministerio de Economía muestran que:

 

  • Entre 2003 y 2008 la economía creció al 8,4% anual y el empleo total lo hizo a razón del 2,8% anual.
  • Entre 2008 y 2012 la economía creció al 5,1% anual y el empleo total al 1,3% anual.
  • En 2013 la economía creció al 4,9% y el empleo apenas al 0,9% anual.

 

Estos datos muestran que los problemas del mercado de trabajo están asociados al aletargamiento en el ritmo de expansión de la actividad productiva.

 

Es previsible que una economía que crece menos genere menos empleos.

 

Pero no tan obvio es que la información oficial también está señalando que por cada punto que crece la economía, el empleo crece cada vez menos. Luego de la mega-devaluación del año 2002, por cada punto de crecimiento de la economía el empleo total crecía 0,33 puntos. A partir de 2008, esta relación cae al 0,26 y en 2013 disminuye a 0,18.

 

En otras palabras, el crecimiento económico “rinde” cada menos en términos de generación de nuevos empleos.

 

Existen razones para sospechar que el dato oficial del INDEC sobre crecimiento económico estaría sobrestimado. Pero esto no invalida el razonamiento, ya que los datos de empleo incluyen una creciente proporción de trabajos de baja calidad. Fundamentalmente, cuentapropismo y empleo público.

 

Estimaciones para 2013 señalan que el empleo asalariado privado formal se mantiene prácticamente estancado de manera que casi la totalidad de los nuevos empleos son trabajo autónomo o empleo público.

 

Los indicadores del mercado de trabajo en la última década testimonian los enormes costos sociales que tiene asociada la baja calidad de las instituciones laborales.

 

Hasta aproximadamente 2008, la generación de empleo se sustentó en la licuación de costos laborales basado en la caída del salario real producida en la mega-devaluación de 2002.

 

Las consecuencias de no haber sustituido un modelo basado en salarios bajos por otro que ponga énfasis en la productividad con mejores diseños en las instituciones laborales se exteriorizan con claridad en los últimos años.

 

Prueba de ello es que el empleo se estanca y las autoridades se ven forzadas a exigir aumentos de salarios nominales por debajo de la inflación a fin de equilibrar la economía.

 

La creciente inactividad laboral exterioriza la decadencia. El fenómeno es potenciado por la enorme masa de fondos públicos utilizados para subsidiar el no trabajo de las personas (como la Asignación Universal por Hijo y el Progresar).

 

Una estrategia alternativa sería promover la inclusión social mejorando el diseño de las instituciones laborales e impulsando políticas públicas que estimulen la participación laboral. El problema no se resuelve induciendo a que en las paritarias se fijen aumentos de salario por debajo de la inflación y utilizando fondos públicos para subsidiar la inactividad laboral –como la Asignación Universal por Hijo y el Progresar.

 

 

 

 

 

 

 

 

  

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