BBVA: dura crítica a la convertibilidad y a Telefónica

“Un sistema donde pocos ganan mucho y el resto cada vez menos no es sostenible. Los milagros no existen”. Así definió Francisco González (BBVA) la aventura argentina de los 90. También criticó a Juan Villalonga, ex CEO en Telefónica de España.

3 marzo, 2003

Lo de González es el primer cuestionamiento importante, en esferas financieras
internacionales, al programa que aplicaron Domingo F. Cavallo, Roque Fernández
y Carlos S. Ménem (hasta ahora “intocables” para los banqueros
con intereses en Argentina). De paso, el presidente del grupo español Banco
Bilbao Vizcaya Argentaria tampoco ahorró críticas al antes poderoso
Villalonga.

En escala local, González fue precedido por Francisco Narváez,
ex CEO de la cadena minorista Tía, quien cuestionó -entrevistado
por un semanario porteño- en general al empresariado y los banqueros
argentinos. Según esa revista, Narváez cree que “la década
del 90 fue una gran plataforma de discursos y teorías para encubrir negocios
privados”.

González, por su parte, también fue duro con la convertibilidad
en declaraciones publicadas este fin de semana por “La Nación”.
Eso “no se sostuvo porque carecía de bases sólidas, que aún
no se han echado ahí”. El dirigente -su grupo controla Banco Francés-BBVA-
formuló estas opiniones poco antes de explicar la nueva estrategia global
y sumarse a la asamblea ordinaria de accionistas en Bilbao, País Vasco.
Sus definiciones implican, de paso, un rechazo a los anclajes cambiarios que
proponen algunos sectores políticos argentinos y, en particular, el equipo
alrededor de Ménem.

Si bien admite que “las cosas parecen haberse tranquilizado y el BBVA
logró estabilizarse”, advierte que “la situación del
sistema financiero local sigue indefinida”. En un plano más amplio,
Gónzalez también se apartó del libreto habitual recordando
que “en los últimos tiempos han pasado tantas cosas en el mundo
que Argentina ya no es la única que da miedo a los inversores”.

Ya en conferencia de prensa, el banquero enfiló los cañones hacia
Telefónica de España, cuyo balance 2002 sacudía en ese
momento a toda Eurolandia (los doce adherentes a la moneda común). En
efecto, González cargó las tintas sobre la gestión de Juan
Villalonga, ex “intocable” -especialmente en Argentina-, a quien se
responsabiliza por € 5.575 millones en pérdidas (récord hispánico
en el sector privado). A juicio de quien conduce el BBVA, ese balance “sincera
el costo de tantas malas decisiones de inversión y habrá que pedirles
cuentas a sus responsables”. De hecho, la mayor depreciación de
activos hecha por TdeE (€ 4.800 millones) deriva de un estruendoso fracaso
inalámbrico en Alemania; algo que los medios rioplatenses -salvo raras
excepciones- prefirieron ignorar en su momento.

Lo de González es el primer cuestionamiento importante, en esferas financieras
internacionales, al programa que aplicaron Domingo F. Cavallo, Roque Fernández
y Carlos S. Ménem (hasta ahora “intocables” para los banqueros
con intereses en Argentina). De paso, el presidente del grupo español Banco
Bilbao Vizcaya Argentaria tampoco ahorró críticas al antes poderoso
Villalonga.

En escala local, González fue precedido por Francisco Narváez,
ex CEO de la cadena minorista Tía, quien cuestionó -entrevistado
por un semanario porteño- en general al empresariado y los banqueros
argentinos. Según esa revista, Narváez cree que “la década
del 90 fue una gran plataforma de discursos y teorías para encubrir negocios
privados”.

González, por su parte, también fue duro con la convertibilidad
en declaraciones publicadas este fin de semana por “La Nación”.
Eso “no se sostuvo porque carecía de bases sólidas, que aún
no se han echado ahí”. El dirigente -su grupo controla Banco Francés-BBVA-
formuló estas opiniones poco antes de explicar la nueva estrategia global
y sumarse a la asamblea ordinaria de accionistas en Bilbao, País Vasco.
Sus definiciones implican, de paso, un rechazo a los anclajes cambiarios que
proponen algunos sectores políticos argentinos y, en particular, el equipo
alrededor de Ménem.

Si bien admite que “las cosas parecen haberse tranquilizado y el BBVA
logró estabilizarse”, advierte que “la situación del
sistema financiero local sigue indefinida”. En un plano más amplio,
Gónzalez también se apartó del libreto habitual recordando
que “en los últimos tiempos han pasado tantas cosas en el mundo
que Argentina ya no es la única que da miedo a los inversores”.

Ya en conferencia de prensa, el banquero enfiló los cañones hacia
Telefónica de España, cuyo balance 2002 sacudía en ese
momento a toda Eurolandia (los doce adherentes a la moneda común). En
efecto, González cargó las tintas sobre la gestión de Juan
Villalonga, ex “intocable” -especialmente en Argentina-, a quien se
responsabiliza por € 5.575 millones en pérdidas (récord hispánico
en el sector privado). A juicio de quien conduce el BBVA, ese balance “sincera
el costo de tantas malas decisiones de inversión y habrá que pedirles
cuentas a sus responsables”. De hecho, la mayor depreciación de
activos hecha por TdeE (€ 4.800 millones) deriva de un estruendoso fracaso
inalámbrico en Alemania; algo que los medios rioplatenses -salvo raras
excepciones- prefirieron ignorar en su momento.

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