Banca privada y Gobiernos contra el comité de Basilea
Hace pocas semanas, los principales emisores deliberaron a puertas cerradas en la ciudad suiza. Hoy se sabe que el secreto ocultaba una realidad inquietante: la entidad creada en 1935 aceptaría diluir este noviembre propuestas aprobadas en diciembre.
19 agosto, 2010
<p>En verdad, las intensas presiones revelaban que los bancos centrales simplemente actuaban como voceros de ciertos Gobiernos y fuertes bancas privadas. Objeto: llegar a otro “compromiso mundial” en noviembre, o sea cuando el G-20 vuelva a reunirse en Seúl, quizá para compensar el fracaso de la última cumbre (Toronto-Huntsville).<br />
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El juego pivotea sobre un punto clave: existe cierto consenso, en cuanto a que los bancos precisan más reservas que las existentes al desatarse la crisis sistémica occidental de 2006/09 (nunca fue “global” y parece que no se ha agotado). El lapso incluye ahora la crisis de endeudamiento en la Unión Europea, detonada meses atrás por Grecia, a quien siguieron Portugal, España, Hungría e Irlanda .<br />
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La cuestión incluye más de un aspecto. Por ejemplo, ¿qué se computa como capital? ¿qué cotas de endeudamiento han de permitirse a los bancos? ¿cuánta liquidez en efectivo deberán mantener? ¿cuán flexibles serán las normas para cada sistema local? ¿cuánto tiempo han de acatarse pautas más estrictas para evitar una nueva astringencia crediticia y la deflación consiguiente?<br />
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Cualquier acuerdo en el comité de supervisión bancaria (CSB), su nombre formal como parte del Banco de Ajustes Internacionales (BAI), tendrá efectos generales más fuertes que la reforma financiera aprobada en julio por Estados Unidos. No es poco decir y define el tono del debate basiliense, donde terciaron 44 entidades de veintisiete países, cada cual con prioridades propias.<br />
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Hay Gobiernos con pretensiones tan desmedidas como Francia, que exige permitir a sus tres mayores bancos “privados” (lo son sólo en parte), Société générale, Crédit agricole y BNP-Paribas, que sigan operando como aseguradoras. Por su parte, EE.UU. quiere que su banca comercial considere como capital las hipotecas titulizadas. Obviamente, en ambos casos se privilegia el negocio privado a costa del interés público.<br />
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Otro asunto relevante hace a límites de endeudamiento o apalancamiento para los bancos. Varios negociadores, en particular Alemania –cuyo Bundesbank parece mero apéndice de Deutsche Bank-, piden reglas flexibles y no vinculantes. Pero el clima basiliense sigue tan denso que ya se baraja la posibilidad de excluir los temas más polémicos del informe destinado a Seúl. A mismo tiempo, se gesta otra propuesta a medida del negocio privado: conceder a los bancos de cinco a diez años para adaptarse a las futuras reglas.<br />
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El documento de diciembre, a la sazón, le planteaba al sistema global recaudar capital extra por US$ 1 billón. Parece mucho, pero el rescate de malos banqueros en EE.UU. salió el doble y, según técnicos del BAI, el precio de esos fondos adicionales no bajaría del triple. Este paquete contiene una manzana de la discordia: la relación estable de financiamiento neto, que forzaría a los bancos a acumular más billones a largo plazo. Sería otro esquema destinado al cesto de papeles, total ¿cuántas cumbres median hasta 2015 o 2020? <br />
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