Aseguradoras: las malas hipotecas cuestan ya más que Catalina

El colapso inmobiliario es hoy la mayor fuente de quebrantos para un negocio de suyo leonino, el seguro. Este mes, los incobrables (41.000 millones) superan a Katrina (38.000 millones), máximo desastre natural en la historia norteamericana.

23 marzo, 2008

El cúmulo de activos depreciados o liquidados y las pérdidas crediticias, según por lo menos dos proyecciones, sobrepasa ya los costos de Catalina para el negocios asegurador, hasta ahora poco habitado a perder plata, gracias a la letra chica de las pólizas. Nadie derrama lágrimas por esas compañías.

American International Group, primera firma de su tipo en el mundo -hoy entre las más castigadas por una serie de problemas- declaró para el cuarto trimestre de 2007 las mayores pérdidas en 89 años de existencia. Semanas atrás, su director ejecutivo, Martin Sullivan, adelantó a los accionistas qie se esperan ulteriores quebrantos.

“El mercado inmobiliairo atraviesa la peor depresión en veinticinco años”, sostuvo. Por otra parte, el índice sectorial KBW acabó el año pasado en un piso de cinco años y, este trimestre, retrocede 15%.

Tras el huracán, las aseguradoras residenciales –empezando por Allastate, la mayor de su grupo cotizante en la bolsa- elevaron primas en áreas proclives a desastres naturales, Eso les permitió mejorar balanbces y mejorar el precio de las acciones. Pero el siguiente golpe no fue precisamente natural, sino efecto de una larga burbuja (2001/6), inflada por prestamistas y deudores de baja calidad.

Durante meses, las aseguradoras no escucharon advertencias de economistas serios ni megafinancistas como Warren Buffett o George Sörös. De pronto, descubrieron que estaban sentadas sobre una masa de paquetes estructurados sobre hipotecas y deuda titulizada que nadie quería ya comprarles. Tampoco a los bancos comprometidos en esa “cadena de la felicidad”,

AIG, Ambac Financial y MBIA son quienes más acreencias incobrables acumularon en forma de bonos y paquetes relativos. La primera encabeza la lista, con US$ 6.700 millones en pérdidas hipotecarias y 11.000 millones en pases de créditos en cese de pagos. En febrero, los auditores descubrieron que la compañía había empleado una fórmula incorrecta para valuar tenencias, por lo cual subestimó quebrantos.

Ambac, la segunda aseguradora especificamente dedicada a bonos, debió liquidar unos US$ 6.000 millones y la mayor del segmento, MBIA, declaró más de 3.000 millones en rojo. El total del negocio (US$ 41.000 millones) incluye quince firmas registradas en bolsa, con sede en EE.UU. y –detalle sugestivo- Bermudas, paraíso fiscal favorito de quienes jugaban hace veinte años con bonos chatarra ligados a estafas en ahorro y préstamo para vivienda.

El cúmulo de activos depreciados o liquidados y las pérdidas crediticias, según por lo menos dos proyecciones, sobrepasa ya los costos de Catalina para el negocios asegurador, hasta ahora poco habitado a perder plata, gracias a la letra chica de las pólizas. Nadie derrama lágrimas por esas compañías.

American International Group, primera firma de su tipo en el mundo -hoy entre las más castigadas por una serie de problemas- declaró para el cuarto trimestre de 2007 las mayores pérdidas en 89 años de existencia. Semanas atrás, su director ejecutivo, Martin Sullivan, adelantó a los accionistas qie se esperan ulteriores quebrantos.

“El mercado inmobiliairo atraviesa la peor depresión en veinticinco años”, sostuvo. Por otra parte, el índice sectorial KBW acabó el año pasado en un piso de cinco años y, este trimestre, retrocede 15%.

Tras el huracán, las aseguradoras residenciales –empezando por Allastate, la mayor de su grupo cotizante en la bolsa- elevaron primas en áreas proclives a desastres naturales, Eso les permitió mejorar balanbces y mejorar el precio de las acciones. Pero el siguiente golpe no fue precisamente natural, sino efecto de una larga burbuja (2001/6), inflada por prestamistas y deudores de baja calidad.

Durante meses, las aseguradoras no escucharon advertencias de economistas serios ni megafinancistas como Warren Buffett o George Sörös. De pronto, descubrieron que estaban sentadas sobre una masa de paquetes estructurados sobre hipotecas y deuda titulizada que nadie quería ya comprarles. Tampoco a los bancos comprometidos en esa “cadena de la felicidad”,

AIG, Ambac Financial y MBIA son quienes más acreencias incobrables acumularon en forma de bonos y paquetes relativos. La primera encabeza la lista, con US$ 6.700 millones en pérdidas hipotecarias y 11.000 millones en pases de créditos en cese de pagos. En febrero, los auditores descubrieron que la compañía había empleado una fórmula incorrecta para valuar tenencias, por lo cual subestimó quebrantos.

Ambac, la segunda aseguradora especificamente dedicada a bonos, debió liquidar unos US$ 6.000 millones y la mayor del segmento, MBIA, declaró más de 3.000 millones en rojo. El total del negocio (US$ 41.000 millones) incluye quince firmas registradas en bolsa, con sede en EE.UU. y –detalle sugestivo- Bermudas, paraíso fiscal favorito de quienes jugaban hace veinte años con bonos chatarra ligados a estafas en ahorro y préstamo para vivienda.

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