Ahora, culpan de casi todo a la crisis hipotecaria

Trenes, químicas, aseguradoras y otro sectores se ven afectados por el peor bajón inmobiliario en dieciséis años. La emergencia hipotecaria va esparciéndose por todos lados y no tiene miras de agotarse.

3 agosto, 2007

Por ejemplo, Burlington Northern Santa Fe, la segunda red ferroviaria de Estados Unidos, sostiene que la disminución de fletes castigó sus ingresos y utilidades ya en el segundo trimestre. “Esto es como una mancha de aceite”, cree la consultoría A.Gary Shilling, que había previsto con notable exactitud la recesión de 2001, provocada por el desinfle de la burbuja puntocom (1997/2000).

“A medida como proliferan viviendas sin vender, se evapora su valor o crecen las ejecuciones, vacila uno de los puntales que sostenía el aumento de consumo público. Se tambalea, pues –apunta esa fuente-, 70% del producto bruto interno”.

A criterio de David Rosenberg (Merrill Lynch), “el crecimiento de utilidades en el sector privado se ha reducido en dos tercios. Debiera ser 19% y, en cambio, no pasa de 6%”. Los negocios sienten la caída de ventas inmobiliarias más de lo que analistas y gurúes esperaban. Según revela RealtyTrac. Los pedidos de ejecucones en EE.UU. subieron 58% en el primer semestre, a 574.400.

“Empresas que fabrican elementos para la vivienda –cables, plomería, pintura, pisos, equipamiento- empiezan a sentir el golpe”, señala PNC Wealth Management, una cartera de US$ 25.000 millones. “Los daños colaterales se extenderán a medida como sigan deteriorándose el valor de las propiedades y el poder de compra en la clase media. Las ventas en 53 cadenas minoristas aumentaron apenas 2,3% entre febrero y julio últimos, contra 3,9% en el mismo lapso de 2006, según señala el consejo nacional de shoppings (Nueva York).

Técnicos del sistema de Reserva Federal admiten ya que la crisis inmobiliaria es el peor riesgo que afronta la moderada pero larga expansión iniciada en 2002. Los nexos entre bienes raíces, crisis hipotecaria e iliquidez financiera son estrechos y amenazan a un sector que representa casi 25% del PBI.

Casi un tercio de la recreación de puesto laborales y la mitad del gasto familiar, desde 2001, proviene de la vivienda. Por ende, varios analistas esperan una perceptible contracción en la economía real para fin de año. Durante la burbuja inmobiliaria, en efecto, las entidades de crédito otorgaban hipotecas a tomadores de pobre aptitud pagadora. Les pedían bajos o nulos anticipos al contado y les requerían escasas pruebas de su capacidad financiera.

Así, la burbuja de malas hipotecas, fuente de tasas usurarias, alcanzó un récord de US$ 805.000 millones en 2005, de acuerdo con estimaciones de JP Morgan Chase, el tercer banco norteamericano. Al mismo tiempo, el alza de tasaciones inmobiliarias y los bajos intereses estimulaba al público a tomar hipotecas sobre sus casas para comprar coches o tecnología, financiar mejoras, etc. También se alentaba a prestatarios a preferir riesgosos créditos ajustables, sólo para comprarse viviendas más caras, que hoy empiezan a ejecutarse.

Por ejemplo, Burlington Northern Santa Fe, la segunda red ferroviaria de Estados Unidos, sostiene que la disminución de fletes castigó sus ingresos y utilidades ya en el segundo trimestre. “Esto es como una mancha de aceite”, cree la consultoría A.Gary Shilling, que había previsto con notable exactitud la recesión de 2001, provocada por el desinfle de la burbuja puntocom (1997/2000).

“A medida como proliferan viviendas sin vender, se evapora su valor o crecen las ejecuciones, vacila uno de los puntales que sostenía el aumento de consumo público. Se tambalea, pues –apunta esa fuente-, 70% del producto bruto interno”.

A criterio de David Rosenberg (Merrill Lynch), “el crecimiento de utilidades en el sector privado se ha reducido en dos tercios. Debiera ser 19% y, en cambio, no pasa de 6%”. Los negocios sienten la caída de ventas inmobiliarias más de lo que analistas y gurúes esperaban. Según revela RealtyTrac. Los pedidos de ejecucones en EE.UU. subieron 58% en el primer semestre, a 574.400.

“Empresas que fabrican elementos para la vivienda –cables, plomería, pintura, pisos, equipamiento- empiezan a sentir el golpe”, señala PNC Wealth Management, una cartera de US$ 25.000 millones. “Los daños colaterales se extenderán a medida como sigan deteriorándose el valor de las propiedades y el poder de compra en la clase media. Las ventas en 53 cadenas minoristas aumentaron apenas 2,3% entre febrero y julio últimos, contra 3,9% en el mismo lapso de 2006, según señala el consejo nacional de shoppings (Nueva York).

Técnicos del sistema de Reserva Federal admiten ya que la crisis inmobiliaria es el peor riesgo que afronta la moderada pero larga expansión iniciada en 2002. Los nexos entre bienes raíces, crisis hipotecaria e iliquidez financiera son estrechos y amenazan a un sector que representa casi 25% del PBI.

Casi un tercio de la recreación de puesto laborales y la mitad del gasto familiar, desde 2001, proviene de la vivienda. Por ende, varios analistas esperan una perceptible contracción en la economía real para fin de año. Durante la burbuja inmobiliaria, en efecto, las entidades de crédito otorgaban hipotecas a tomadores de pobre aptitud pagadora. Les pedían bajos o nulos anticipos al contado y les requerían escasas pruebas de su capacidad financiera.

Así, la burbuja de malas hipotecas, fuente de tasas usurarias, alcanzó un récord de US$ 805.000 millones en 2005, de acuerdo con estimaciones de JP Morgan Chase, el tercer banco norteamericano. Al mismo tiempo, el alza de tasaciones inmobiliarias y los bajos intereses estimulaba al público a tomar hipotecas sobre sus casas para comprar coches o tecnología, financiar mejoras, etc. También se alentaba a prestatarios a preferir riesgosos créditos ajustables, sólo para comprarse viviendas más caras, que hoy empiezan a ejecutarse.

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