Un grupo de científicos implantó — temporalmente — un riñón de cerdo a un ser humano y observó cómo comenzaba a funcionar. Un pequeño avance en la larga búsqueda de lograr algún día usar órganos animales realizar transplantes que salven vidas humanas.
Las últimas investigaciones para solucionar la escasez de órganos se han centrado en los cerdos, aunque uno de los muchos inconvenientes es un azúcar contenido en las células porcinas provoca el rechazo inmediato del transplante. En este experimento el riñón provino de un animal con sus genes editados para eliminar ese azúcar y evitar el ataque del sistema inmunológico.
Los cirujanos conectaron el riñón a un par de grandes vasos sanguíneos fuera del cuerpo del paciente receptor para así poderlo observar durante dos días. El riñón hizo lo que debía hacer – filtrar desperdicios y producir orina – y no generó rechazo.
“Funcionó con absoluta normalidad”, dijo Robert Montgomery, el médico que lideró el equipo de cirujanos el mes pasado en Langone Health, de la Universidad de Nueva York. “No tuvo esa reacción inmediata que tanto temíamos”.
El sueño de los transplantes animal a humano – o xenotransplante – se remonta al siglo XVII, cuando intentaban usar sangre animal para transfusiones a humanos. Ya para el siglo XX los cirujanos intentaban transplantar a humanos órganos de babuinos (monos grandes), sin éxito duradero y con muchas críticas del público.
Los cerdos tienen ventajas frente a los monos y los simios. Se crían para alimento, de modo que usar sus órganos genera menos preocupaciones éticas. Además tienen órganos comparables a los humanos.