sábado, 23 de noviembre de 2024

Trabajadores contra progreso tecnológico en Estados Unidos

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Los dos temas que están recrudeciendo la batalla son la inteligencia artificial y los vehículos eléctricos. Hay dos grandes conflictos laborales -uno en ciernes, el otro ya en marcha- que se enfrentan.

Es en Estados Unidos y enfrentan a las transformaciones potencialmente sísmicas provocadas por la descarbonización y la inteligencia artificial.

El sindicato United Auto Workers (UAW), que representa a empleados de Ford, General Motors y Stellantis (fabricante de Chrysler y Fiat), anuncia una huelga cuando finalicen los contratos laborales en septiembre. Además de luchar por un importante aumento salarial, piden extender los salarios y otras prestaciones que se ofrecen en la fabricación convencional de automóviles a las personas que trabajan en vehículos eléctricos, en cuya producción suelen emplearse más robots y menos obreros.

   En Hollywood, guionistas y actores se enfrentan a los estudios por salarios y condiciones de trabajo en la era del streaming y de la IA que puede escribir guiones o simular actores. Estas luchas sobre el impacto del cambio tecnológico se pueden trasladar muy pronto a otras profesiones.

Una nueva generación de líderes sindicales ha entrado en acción. Shawn Fain, el primer presidente de la UAW en 70 años que no pertenece a la cúpula dirigente del sindicato, fue elegido en marzo por las bases, después de que un escándalo de corrupción provocara un cambio en los procedimientos de votación del sindicato. Desde el principio, se ha comportado como un agitador que descarta toda propuesta de negociación.

   Mientras tanto, el Writers Guild of America y sag-aftra, que representa a los actores, han ido a la huelga simultáneamente por primera vez en más de 60 años.

Las luchas se producen en un entorno excepcionalmente favorable para los sindicatos. A finales del mes pasado, más de la mitad de los demócratas del Senado firmaron una carta dirigida a las “Tres Grandes” fabricantes de automóviles en la que sostenían que los trabajadores de sus plantas de baterías deberían poder acogerse al mismo trato que se ofrece a otros miembros de la uaw. El Presidente Joe Biden acaba de restablecer una norma que aumentará los salarios de los trabajadores de la construcción en proyectos respaldados por el gobierno.

    En todo el país, el apoyo a los sindicatos es del 71%, su nivel más alto desde mediados de los años 60, según la encuestadora Gallup. Tanto en Detroit como en Hollywood, los sindicatos aprovechan el descontento popular por el aumento de los sueldos de los altos ejecutivos. Incluso los republicanos, aunque sean hostiles a los sindicatos, intentan renovar su relación con los trabajadores.

   Algunos académicos sostienen que los trabajadores tienen razón al recelar del cambio tecnológico. “Power and Progress“, un nuevo libro de Daron Acemoglu y Simon Johnson, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, recorre mil años de historia para argumentar que las nuevas tecnologías solo mejoran la calidad de vida cuando crean empleo, en lugar de limitarse a ahorrar costos, y cuando las fuerzas compensatorias, como los sindicatos, determinan su efecto.

Johnson se muestra optimista ante la posibilidad de que la Uaw y las Tres Grandes encuentren la manera de garantizar que el paso a los vehículos eléctricos no provoque una pérdida generalizada de puestos de trabajo. Señala la eventual aceptación por parte de los sindicatos de la introducción de contenedores en el transporte marítimo, que ahorra innumerables horas de trabajo en los puertos, pero también conduce a un aumento de la cantidad de carga que pasa a través de ellos, preservando puestos de trabajo y beneficios para los estibadores.

   En teoría, a medida que aumente la producción de vehículos eléctricos, los precios bajarán y habrá más compradores. Si ponen el pie en el acelerador, las Tres Grandes podrían incluso invertir el declive de las exportaciones de automóviles de Estados Unidos, alimentando la demanda de aún más trabajadores. Las enormes subvenciones concedidas por la administración Biden para promover la producción de vehículos eléctricos brindan a la industria una oportunidad única de recuperar la iniciativa.

   Por el contrario, el pronóstico de Johnson para los escritores y actores en la era de la inteligencia artificial es más sombrío, comparando su difícil situación con la de los tejedores-luditas cuyos trabajos se hicieron innecesarios por las máquinas.    Este punto de vista ayuda a explicar por qué están tratando de restringir preventivamente a los estudios el uso de la inteligencia artificial. Sin embargo, el impacto de la tecnología en Hollywood no tiene por qué ser de suma cero. Al acelerar el proceso de escritura, por ejemplo, la inteligencia artificial podría reducir costos y permitir la creación de más contenidos.

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