Para quien observe las noticias, el mundo parecería estar al borde del colapso. Cada año mueren millones de personas en conflictos militares y en desastres naturales y otros tantos lo hacen por enfermedades y hambrunas. En 2004 fueron 230.000 humanos los que murieron en el tsunami del océano indico y 10 millones los desplazados. En todos los casos, las imágenes son de una brutalidad tal que las empresas, inclusive aquellas que nunca tuvieron intereses humanitarios, se vieron obligadas a actuar.
Todos ganan con logística humanitaria
Las grandes empresas pueden ayudar a las ONG a realizar grandes acciones humanitarias simplificando el proceso logístico. Eso podría mejorar su reputación y hacer más redituable el negocio.
Lo que sucedió fue un desastre logístico y enseñó a las organizaciones que para aceptar ayuda es necesario un sistema. ¿Cómo llevar los productos y servicios a los lugares que más lo necesitan? Este problema es muy parecido al que enfrentan las empresas todos los días y, por lo tanto, podrían ayudar a resolverlo.
Los dos grupos – ONG y empresas- se reunieron en Hamburgo en la conferencia INSEAD sobre logística humanitaria y salud. Las alianzas entre estos dos sectores son difíciles de lograr pero, si se entienden en los objetivos y hay incentivos de ambos lados, son del todo posibles. Pero necesariamente deberá haber alianzas: las empresas necesitan esa clase de acciones para mejorar su reputación corporativa.
Las empresas de logística tienen experiencia y know-how que, combinado con ONG, podrían mejorar la asistencia. UPS es un gran donante para causas benéficas y organizaciones como Unicef; United Way da dinero al programa alimentario de la Cruz Roja. Pero los desastres recientes obligan a estas empresas a hacer más. DHL, por ejemplo, comenzó con su ayuda humanitaria después de que en 2003 un terremoto destruyese la ciudad de Bam, en Irán. Entonces creó, junto con Naciones Unidas, un programa para preparar los aeropuertos para manejar mejor los vuelos asistenciales. Tienen 80 especialistas de Asia, América latina y Oriente Medio.
Afortunadamente, estas alianzas público-privadas son cada vez más usuales. Hay libros y hasta cursos en las universidades. Lo cierto es que hace diez años la cuestión humanitaria ni se trataba en los niveles medios de las empresas y hoy es tema de directorio. Hoy quienes donan su tiempo para ayudar en los peores lugares del mundo cuentan con equipos y programas para capacitarse: hay teléfonos satelitales, computadoras, imágenes satelitales y software de logística para asistirlos.
A pesar del aumento de los desastres naturales, hoy la comunidad internacional de asistencia está mejor preparada que nunca. Los voluntarios crecen 6% cada año y han llegado en 2012 a 600.000. Los empleados que donan tiempo libre para hacer el bien son alentados y contenidos por las empresas.