En el primer estudio que se realiza de la composición bioaerosólica del océano que rodea la Antártida, un grupo de investigadores de la Universidad de Colorado identificó una región atmosférica que permanece inalterada por la actividad humana.
Los investigadores, con Sonia Kreidenweiss a la cabeza, descubrieron que, en el Océano Austral, al sur de los 40 grados de latitud sur, el aire de la capa límite que alimenta las nubes más bajas es prístino, libre de partículas, llamadas aerosoles, producidas por actividades antropogénicas transportadas desde tierras distantes.
La conclusión a la que llegaron es que la Antártida parece estar aislada de la dispersión de microorganismos procedentes de otras latitudes y que, por lo tanto, el Océano Austral es uno de los pocos lugares de la Tierra que no está afectado por las actividades antropogénicas.
En el estudio, publicado el lunes en el Proceedings of the National Academi of Sciences, los científicos describen el aire como “verdaderamente prístino”.
La polución del aire ya es una crisis de salud pública global que mata a siete millones de personas por año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).