El título de su publicación casi lo dice todo: “La arrogancia llega a la cima en Silicon Valley”. Allí dice que la arrogancia se ve en los tuits, se escucha en las conferencias y en los cafés de San Francisco en un día cualquiera. Personas realmente inteligentes, dicen idioteces. “Deberían avergonzarse, pero evidentemente eso no pasa porque las siguen diciendo. El que se avergüenza soy yo”.
Si bien no da ni ejemplos ni nombres, dice que según él la raíz del problema está en una sensación de que tienen derecho a todo al ver que la industria tecnológica ha crecido en estatura hasta convertirse en la más importante desde una perspectiva fiscal y, según ellos, cultural.
Lo que más le preocupó, dice Siegler, del reciente escándalo de Cambridge Analytica no fue tanto el hecho en sí como las reacciones que escuchó.
Otra de sus preocupaciones es que regulándolos o ridiculizándolos no serviría para otra cosa que para que redoblen su locura. “Necesitamos que la gente que está detrás de estas empresas se despierte, que actúen como seres humanos y no como programas de IA vomitando delirios de grandeza.