Los barbijos, o mascarillas o tapabocas, tienen como objetivo bloquear la entrada de gérmenes al cuerpo a través de la boca. Algunos quedan atrapados en tela. Pero los barbijos son incómodos, se desacomodan, los usuarios los tocan, los vuelven a su lugar, los hacen a un lado para rascarse, se los vuelven a colocar. Todas esas acciones contribuyen a facilitar que los gérmenes que quedaron en la superficie de la mascarilla entren al cuerpo humano.
Hyo-Jick Choi, ingeniero biomédico y profesor en la Universidad de Alberta, inventó con su equipo un barbijo con una cubierta de sal que, dice, podría neutralizar virus del tipo del coronavirus en 5 minutos.
Como la estructura molecular de la sal es cristalina, sus aristas duras y filosas pueden perforar los virus volviéndolos inviables, explica Choi. El equipo de investigadores viene desde hace dos años probando las mascarillas en el laboratorio y descubrió que puede desactivar tres cadenas de virus de influenza.