La ola Omicron de SARS-CoV-2 en diciembre 2021-febrero 222 causó más de 30 millones de nuevos casos y cientos de miles de muertes, con una tasa de mortalidad diaria mayor al total de muertes causado por el Huracán Katrina, mucho más que la ola Delta. Esta carga cayó en forma desigual sobre la sociedad: las personas de más de 65 años (en Estados Unidos) representaron casi 80% de las muertes y hubo grandes disparidades raciales.
El último análisis encabezado por Ross A. Hammond y Matt Kasman y publicado por la Brookings Institution sugiere que muchos de esos casos eran evitables. Usando un modelo computacional, los investigadores identificaron estrategias específicas que habrían podido reducir las infecciones y el nivel de casos durante la oleada invernal. Esas observaciones pueden servir a futuro para una posible ola todavía más grande.
El modelo que usaron para encontrar los resultados, llamado TRACE, fue desarrollado por un equipo formado por integrantes de Brookings, de la Universidad St. Louis Washington y la Universidad de Vermont. Analizaron una cantidad de estrategias de contención para simular cuántos casos habrían ocurrido durante cada uno de esos escenarios, lo que les permitió compararlos entre sí. El modelo incluye una gran variedad de posibilidades de acción: aumentos grandes y pequeños en la capacidad de testeo; aplicación más rápida y difundida de vacunas; pequeños y grandes aumentos en el uso de tapabocas; mayor acceso a respiradores de alta calidad y políticas de distanciamiento social fuertes y moderadas. Cada una de esas acciones es evaluada aisladamente y también cientos de combinaciones en las acciones de respuesta.
Entre los resultados más significativos figuran los siguientes:
-La aplicación de múltiples alternativas de estrategias de contención habrían resultado en tasas notablemente inferiores de infección a las que se tuvieron durante la ola invernal de Omicron.
– Un aumento grande en el uso consistente de tapabocas de alta calidad habría reducido los casos hasta dos tercios. Las simulaciones demostraron que ese método sigue siendo una defensa muy efectiva para contentar la difusión del SARS-CoV-2.
Un aumento grande en la capacidad de testeo habría reducido casi un tercio el aumento de la tasa de infección.
Una mayor aplicación de vacunas de refuerzo y una disponibilidad más temprana para las personas elegibles habría reducido la tasa de infección hasta 10% en Estados Unidos.
La combinación de aumentos modestos en el uso de tapabocas y modestos aumentos en testeo pueden ser tan poderosa — y tal vez más práctica –como la inversión intensiva en un solo método .
En un momento en el que la atención del público se viene alejando del Covid, estos nuevos resultados muestran cuánta diferencia pueden hacer las políticas públicas y las inversiones preventivas.